¿La respuesta está en Lenin? La invocación de una investigadora mendocina

La investigadora de la UNCUYO y el CONICET Alejandra Ciriza difundió un texto denominado "Invocación a Lenin". Allí deja en claro una clara defensa del leninismo, en tiempos de ideas confusas, aun para los que se dicen de izquierda, sin serlo.

Alejandra Ciriza es presentada por el portal de ideas internacional "Sin Permiso", al que habitualmente Memo consulta, como "activista feminista y por memoria, verdad y justicia. Investigadora del CONICET y docente de la universidad pública en Mendoza, Argentina". Allí vuelca una "Invocación a Lenin" que si bien suena a destiempo, lo que hace es reafirmar sus ideas de izquierda con claridad, luego de que muchos chapucearan en ese espacio sin siquiera saber de qué se trataba.

El texto lo reproducimos a continuación como un aporte a la diversidad de pensamiento, sobre todo cuando está fundado en ideas  que -aunque puedan no ser compartidas- son mucho más profundas que actitudes cambiantes controladas por la relación salarial entre el militante y quien le paga.

El texto completo y las ideas de Ciriza que pueden repasarse en "Sin Permiso" con un clic aquí:

¿La respuesta está en Lenin? La invocación de una investigadora mendocina

¡Camarada Lenin,

en las humeantes fábricas,

en la tierra

cubierta

de nieves

y de trigos,

camarada

con vuestro corazón

y vuestro nombre

pensamos

respiramos,

luchamos y vivimos!

[Vladimir Mayakovski. Conversación con Lenin, 1929]

En octubre tu fuiste mía ... y ahora todo es melancolía.

Bajo la potente imagen creada por Valentín invocamos a Lenin.

Con las palabras imprescindibles de Mayakovski traemos a Lenin hacia este presente pavoroso que amenaza con dejarnos sin respiro en mi pequeño país, al sur del sur de Nuestramérica morena, en Argentina, en la ciudad provinciana donde habito a la sombra poderosa de los Andes.

El presente de la avanzada derechista nos deja sin respiro. Y sin embargo respiramos.

Queremos una conversación con Lenin. Es urgente, camarada... su fotografía en la blanca pared y el fascismo ascendiendo entre lxs condenadxs de la tierra en este país, cajita de fósforos tirada en alguna vereda del sur del mundo.

Las imágenes de Lenin. Múltiples, recurrentes, potentes, convocan nuestros sueños, el sueño que compartimos con empeño, la revolución, ese sueño eterno que ilumina nuestros pasos, incluso en tiempos aciagos como el que habitamos. Por eso es urgente la conversación.

Lenin en el tren blindado, la boca en tensión de discurso.... la inmensa frente.

Lenin ante las revoluciones de 1917, y las que no fueron después, y las que vinieron mucho más tarde del otro lado del mar, de este lado.

Lenin asediado por la necesidad urgente de pensar y organizar en su país, la Rusia de la autocracia brutal, de la represión desatada contra el pueblo hambriento en 1905, del levantamiento de los marinos del Acorazado Potemkin, del ahorcamiento de generaciones de revolucionarios. Como este pequeño país, mi país del fin del mundo, asolado por genocidios, endeudamientos y hambreos, iluminado por resistencias empecinadas. Tal vez en algún lugar esta vez también pueda haberse escondido la esperanza.

Lenin ante el imperialismo devorador y la violencia de la guerra, su lucidez refutando la idea de la posible compatibilidad entre capitalismo y emancipación obrera.

Lenin en los debates con lxs socialdemócratas europexs durante la conferencia de Zimmerwald, sus alianzas con las mujeres, con Clara, Inessa, Nadia, Rosa.

Pero también el joven Lenin, tercer hijo de una familia educada y abierta, ligado hondamente a su madre y su padre, a sus hermanas: Anna, Olga y María, y a sus hermanos, Dimitri el pequeño y Alexander, el mayor.

Lenin bajo la impronta de su tiempo y su país y a la vez hombre universal, anclada su sensibilidad al momento convulso que se iniciara para los Ulianov en 1887 con el ahorcamiento de Alexander a manos de la barbarie zarista, envuelto en las agitaciones singulares y colectivas que jalonaron las revoluciones proletarias, desde la de 1905, hasta las de febrero y octubre de 1917 bajo la luz deslumbrante de las Tesis de abril.

Lenin habitado por el deseo de la revolución y del socialismo, palpitando al ritmo del tiempo insomne entre la abdicación de Nicolás, y el célebre viaje en el tren blindado que culminaría en uno de los momentos icónicos de la revolución. Todo el poder a los soviets en abril.

Si los días de abril engendraron un horizonte promesas, el tiempo estaba lejos de discurrir en calma. Se condensaría en avances y retrocesos como ocurre durante los procesos revolucionarios, como sucede en la historia.

En julio, tras las jornadas de protesta contra el gobierno provisional y el hambreo, Lenin volvía a la clandestinidad y al exilio tras haber regresado a su país atravesando territorio alemán.

En Finlandia, entre los meses de agosto y septiembre de 1917, escribía El Estado y la revolución.

La inmensa frente donde

se condensa

el pensamiento humano,

inmenso pensamiento.

Lenin alentando el sueño de la revolución en tiempos de derrota, llevándola a cabo contra viento y marea en octubre, tras la intentona de golpe de Kornilov. Lenin agitando, escribiendo, convocando...

ante Lenin

desfilan miles de personas...

Bosques de banderas,

hierbazal de brazos...

El 8 de noviembre de 1917 según el calendario gregoriano los insurgentes toman Pretrogrado y la tripulación del acorazado Aurora se subleva y se une al levantamiento de los bolcheviques. La proclama de Lenin por paz y socialismo, por tierra y pan resuena entre los ciudadanos de Rusia y del mundo entero.

Lenin y las mujeres... las de su familia, su madre y Anna, su hermana mayor, la joven Olga, muerta de tifus en 1891, María, su hermana más pequeña, todas ellas compañeras de lucha y sostén afectivo a lo largo de la vida.

Queremos una conversación con Lenin, desde el sur, desde la afinidad que nace de las lecturas, desde los sueños compartidos de la revolución, desde las muchas derrotas que experimentó y remontó, desde las muchas que experimentamos y remontamos nosotrxs, lxs condenadxs de la tierra, indixs, negrxs y mestizxs, amefricanxs, hijxs del Abya Yala, tierra madura y ensangrentada desde la Patagonia insurrecta de peones y tehuelches deshollados a inicios del siglo XX hasta el operativo Serpiente del Paraná. Nosotrxs, que intentamos asaltar el cielo y pagamos duramente, nosotrxs los habitantes al sur del sur queremos una conversación con Lenin, compartir con él tropel de asuntos y maraña de hechos.

Traerlo urgente al presente, sensible ante los derechos de las mujeres y disidencias en tiempos de misoginia y retroceso.

Lenin, hijo de una madre educada, hermano de unas hermanas consideradas como iguales, nacido en un país en el cual una mujer podía ser vendida de la misma manera que un caballo.

Lenin y las rojas, esas mujeres que le fueron contemporáneas cuyas voces no hemos dejado de escuchar: Nadiezhdha Krupskaya e Inessa Armand, próximas en el amor y las ideas; Alexandra Kollontai, compañera e interlocutora en la construcción del Zhenotdel, tan necesario para transformar la vida cotidiana de las obreras y las campesinas; Rosa Luxemburg, a pesar de todo, crítica y solidaria, el águila roja de la Revolución, Clara Zetkin, su camarada de tanto tiempo.

Nosotras, amado Lenin, que leímos ardorosas tu programa para las mujeres de la Revolución, nosotras que te recordamos en nuestras luchas por el derecho al aborto.

Nosotras, que te invocamos porque tu voz, Vladimir Ulianov, todavía resuena entre nosotrxs.

camarada

con vuestro corazón

y vuestro nombre

pensamos

respiramos,

luchamos y vivimos!

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