Las Malvinas argentinas, cada vez más lejos

Un informe elaborado por Carlos Tonelli y Mariano Chretien, difundido en Argentina por gacetamercantil.com, analiza las perspectivas de las Malvinas en contraste con la carrera espacial de China y el Reino Unido, en un trabajo único sobre el tema.

Desde principios de este siglo, y especialmente a partir de la década pasada, China se ha convertido en uno de los principales socios comerciales de Argentina, ofreciendo inversiones muy necesarias en varias áreas, incluida la infraestructura.

Además del financiamiento de proyectos, Beijing también ha puesto a disposición de Buenos Aires servicios de canje de RMB (parte del impulso de China para internacionalizar su moneda) y de vital importancia para Argentina dada su problemática relación con inversionistas extranjeros e instituciones financieras internacionales.

Por otro lado, Beijing sigue siendo un firme partidario de los reclamos argentinos por la soberanía de las islas Malvinas, subrayado por su cultura política compartida y el interés chino en los recursos naturales de la región, y haciendo hincapié en las similitudes que ellos ven entre la situación de nuestro archipiélago y el caso de Taiwán: tanto Beijing como Buenos Aires creen que los deseos de la población involucrada no obstaculizarán sus reclamos territoriales.

Descargar: Informe: Hacia una política del Reino Unido de vigilancia del espacio (en inglés)

Dentro de ese marco, en 2010 la Agencia Nacional China de Lanzamiento, Seguimiento y Control General de Satélites (CLTC) se puso en contacto con la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (CONAE) para tratar la posibilidad de instalar en el país una estación de apoyo para las misiones chinas de exploración espacial, y su construcción fue garantizada con la firma de un convenio entre ambos países.

Ese convenio fue ratificado por la presidenta Cristina Kirchner y su par chino Xi Jinping en 2012, por el cual se concedieron 200 hectáreas de la localidad neuquina de Bajada del Agrio por 50 años.

Las obras terminaron en febrero de 2017 y la base comenzó sus operaciones en octubre del mismo año. Muchas fueron las críticas, dudas y suspicacias respecto a las reales capacidades de las antenas allí instaladas, así como las dudas respecto a su potencial uso dual, civil y militar.

Analistas internacionales señalaban los problemas potenciales que se podían derivar en términos geopolíticos con la construcción de tal base. Entre ellos, poner en el foco de atención a Neuquén y en particular a la Argentina de cara a la carrera por la hegemonía que se avecinaba.

Según señalaba The New York Times el año pasado, "la base es uno de los símbolos más impactantes de la estrategia que Pekín lleva adelante desde hace tiempo para transformar Latinoamérica y dar forma al futuro de la región, a menudo a través de maniobras que socavan directamente el poder político, económico y estratégico de Estados Unidos en esta zona".

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Claramente, la existencia de esa base nos coloca en el medio de una disputa geopolítica que por un lado es muy superior a nosotros y que, por otro, ha comprometido el futuro de nuestra soberanía en las islas, en el Atlántico Sur y en la Antártida de un modo nunca visto.

Se nos preguntará qué tiene esto que ver con la construcción de una base satelital en Malvinas. Todo.

Existen poderosas razones para que el Reino Unido siga cuidadosamente la política china hacia el Atlántico Sur ya que Beijing puede proporcionar a Buenos Aires los medios económicos, diplomáticos y militares para cambiar el equilibrio de poder en la región; al mismo tiempo, los expertos han advertido que China está empeñada en convertirse en una nueva potencia espacial y ya ha demostrado ser un enemigo formidable con éxitos recientes como los lanzamientos de las misiones Tianwen-1 a Marte y Chang'e 5 a la Luna.

Es exactamente allí, en el medio de las dos realidades geopolíticas indicadas, donde la instalación de una base inglesa de observación y vigilancia satelital para el espacio cobra todo el sentido.

El informe del Space Security Research Group (Grupo de Investigaciones para la Seguridad del Espacio) del King's College of London, que se publica con esta nota, le indica a Gran Bretaña que aproveche las Islas Malvinas para ganar ventaja sobre China en la nueva carrera espacial, al tiempo que "replica" la decisión china de establecer una base relativa al espacio en estas latitudes. Por otra parte, la instalación de la base de "observación espacial" en Malvinas le abriría un nuevo horizonte a los "kelpers", que quedaron muy golpeados en términos económicos a raíz del Brexit.

El informe sostiene que al utilizar un territorio como las Malvinas, el Reino Unido puede aumentar sus capacidades de vigilancia espacial en el Hemisferio Sur, una región notoriamente ignorada por Occidente, y avanza además en señalar la importancia que un puesto de observación de este tipo tendría para la iniciativa conocida como "Five Eyes" (FVEY).

"Five Eyes" es una alianza militar que se compone de una serie de acuerdos bilaterales sobre intercambio de inteligencia y vigilancia entre el Reino Unido, Estados Unidos, Canadá, Nueva Zelanda y Australia, y que ha sido descrita por el excontratista de la NSA, Edward Snowden, como una "organización de inteligencia supranacional que no responde a las leyes conocidas de sus propios países".

De hecho, los documentos filtrados por Snowden en 2013 revelaron que el FVEY habría estado espiando a los ciudadanos de esos países y compartiendo la información recogida entre sus miembros con el fin de evadir las regulaciones restrictivas de cada nación en materia de vigilancia.

El informe argumenta en favor de la propuesta en el convencimiento de que el Reino Unido debe actuar para salvaguardar la paz y la estabilidad fuera del planeta. También recomienda que Londres se involucre más con la comunidad internacional para sentar las futuras reglas que los países deberán obedecer en el espacio.

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El gobierno británico dio el primer paso hacia este objetivo al redactar una resolución de la ONU que pedía a sus miembros un comportamiento responsable en el espacio. La resolución fue firmada por el secretario de Relaciones Exteriores, Dominic Raab, quien subrayó que es necesario trabajar más para evitar un conflicto desastroso en el ámbito espacial. "Creemos que se necesita urgentemente un nuevo enfoque para aumentar la confianza entre los países que operan en el espacio para prevenir una carrera armamentista o un conflicto que podría tener consecuencias catastróficas, [por ello]...el Reino Unido está liderando la discusión global sobre cómo debe ser el comportamiento responsable en el espacio", apunta el informe.

Los expertos Mark Hilborne y Mark Presley, que firman el informe de la institución inglesa, creen que todavía existe una considerable ausencia de acuerdos sobre cómo gestionar el espacio de forma segura, a diferencia de otras zonas de conflicto. Esta "brecha de vulnerabilidad" podría explotarse con un ataque preventivo a la infraestructura satelital, lo que paralizaría a los países que dependen del espacio para funcionar, lo que podría ocurrir si, por ejemplo, las tensiones sobre Taiwán se desbordan.

"El Reino Unido tiene importantes capacidades tecnológicas y su objetivo es hacer crecer su parte de la economía espacial", apuntan. "Si el Reino Unido desea aprovechar este éxito, debe desarrollar un entendimiento y un acuerdo internacional para hacer que el espacio esté libre de conflictos", añaden. "Esto incluye el desarrollo de líneas claras de comunicación y entendimiento entre Occidente y China".

Hillborne y Presley consideran que el Reino Unido se halla "bien situado" para colocar satélites asequibles en el espacio. "Esto le permitiría al Reino Unido identificar actividades malévolas o peligrosas en el espacio, y varios territorios de ultramar, incluidas las Malvinas, podrían estar estratégicamente bien ubicados para esto".

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En 1967, las Naciones Unidas aprobaron el Tratado del Espacio Ultraterrestre que describe un marco para el derecho espacial internacional. Sin embargo, desde entonces no se han implementado medidas de seguridad adicionales, y Beyza Unal, del Real Instituto de Asuntos Internacionales, afirma que la seguridad global está en riesgo si los países no se ponen de acuerdo sobre un conjunto de reglas.

Resumiendo, podría argumentarse que la instalación de la base espacial china en Neuquén estaría sirviendo de excusa al Reino Unido para incrementar y resignificar su presencia en el Atlántico Sur y su base en Malvinas. Ciertamente la posición suratlántica resulta de gran importancia en toda estrategia de control satelital a nivel global y es claro que el espacio -y en especial el espacio intraterrestre, donde navegan los satélites civiles y militares- resulta de notable trascendencia para el conflicto global presente y futuro.

Las principales potencias, con Estados Unidos y China a la cabeza, se hallan enzarzadas en una creciente disputa donde enormes recursos -militares, económicos, científicos y tecnológicos- son puestos en juego.
La estrategia argentina (si existe) para recuperar las Malvinas del control extranjero se encontrará severamente limitada si el Reino Unido logra redireccionar parte de estos inmensos recursos hacia las islas, logrando incrementar la brecha ya existente y, aún peor, reinventando la relevancia estratégica de su base insular dentro de un conflicto global de nuevo espectro que se halla totalmente fuera de las posibilidades nacionales, de formas que ni siquiera podemos imaginar. 

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