La ingenuidad del Ingenuity (y por qué aun no estamos vacunados)
"La Argentina se da el absurdo lujo de exportar cerebros que no pueden desarrollarse aquí; se olvida de los tres premios Nobeles relacionados con la Medicina: Houssay, Leloir y Milstein; hace oídos sordos a los múltiples reclamos de los científicos que reclaman mejoras salariales y presupuestos que les permitan investigar a nivel competitivo mundial".
El 19 de abril del corriente año 2021, un diminuto helicóptero se había desprendido del vientre del Perseverance, el astro móvil o rover en inglés, posado en la superficie marciana el día anterior, después de un viaje espacial de casi un año de duración dado que partió de Cabo Kennedy el 30 de julio de 2020 y arribó a nuestro vecino planeta el día 18 de julio del corriente año.
El Ingenuity se desprendió del vientre del rover como si hubiese salido de un marsupio, se posó en suelo firme y avanzó un pequeño trecho para salir de su ubicación debajo del móvil y quedó a la espera de órdenes que recibiría desde el Centro de Control de Vuelos de la NASA.
Parece un helicóptero de juguete, pesa solo 1800 g y tiene más tecnología que un automóvil moderno.
Lo primero que se le ordenó fue desplegar el panel para captar la energía solar y cargarse de la electricidad necesaria tanto para rodar como para volar.
Todo funcionó a la perfección y el 19 de abril, por primera vez en la historia de la humanidad, un aparato fabricado por el hombre lograba la proeza de levitar sobre la superficie marciana, recorrer 60 m. y aterrizar sobre sus cuatro flexibles patas sin ningún tropiezo.
La INGENUIDAD del INGENUITY (Ingenio), fue creer que ese increíble objetivo alcanzado, el de levitar, y hacerlo a millones de km de la tierra y en medio de una atmósfera mucho menos densa que la terrestre y por lo tanto con mucha menor capacidad de sustentación, iría a suscitar una ola de alegría y orgullo universal, dado que en definitiva era consecuencia del esfuerzo e ingenio (de ahí su nombre en inglés) de buena parte de la humanidad.
No fue así, solo los responsables del proyecto y otros científicos de diferentes naciones felicitaron sinceramente a los colegas norteamericanos.
La envidia silenció a muchos y la indiferencia, madre de la ignorancia, lo hizo con los restantes.
Les cuesta mucho a los otros países con desarrollo de tecnología espacial que los Estados Unidos de América son los líderes indiscutidos en este campo.
Como siempre hubo imbéciles que negaron la veracidad de la proeza, como lo hicieron cuando el primer alunizaje y caminata lunar.
En nuestro medio no he escuchado a nadie que se haya interesado en el tema con la profundidad y detalle que merece, a pesar de que hay argentinos muy involucrados en el proyecto como Clara O´Farell diseñadora del paracaídas supersónico que aseguró el aterrizaje suave del astro móvil; en tanto que Pablo de León, Miguel San Martín y Yamila Miguel desempeñaron otras responsabilidades y por si fuera poco, un ingeniero argentino controla el instrumental científico de la misión de la NASA a Marte, se trata de Raúl Romero, seguramente ignorado por la mayoría de los argentinos.
Son científicos de primera línea y por tanto de bajo perfil, rehúyen lo mediático y no cenan con Mirtha Legrand o su sucesora, la distinguidísima Juana Viale.
Pero el tema leitmotiv de las ideas que siguen no es el viaje en sí, sino el hecho de haber "levitado" un aparato de fabricación humana.
Desde que el hombre adquirió las características que hoy nos distinguen como especie, bajo la forma del homo sapiens, hace entre 200 y 300.000 años, a la vez que ya había adquirido la capacidad de caminar sobre sus miembros posteriores, también había desarrollado la inteligencia necesaria para advertir que por alguna ignota razón estaba condenado a permanecer adherido a la superficie terrestre. Efectivamente, aun cuando podía caminar, saltar y hasta trepar, volvía indefectiblemente a tomar contacto con el planeta de manera más o menos brusca según la distancia que había logrado separarse de ella, mortal incluso cuando por error se caía de la punta de un árbol por ejemplo.
Recién cuando el genial Isaac Newton explicó la gravedad, descubrió la ley natural por la que se rige y midió la velocidad de caída de los cuerpos, en julio de 1687, supimos las razones de nuestro involuntario apego por la madre tierra.
También advirtió el humano que en el agua se hundía, sin saber por cierto que era por la misma causa que lo hacía permanecer adherido al planeta, y que si no lograba salir, se ahogaba; sin embargo había animales que flotaban y surcaban naturalmente el líquido elemento, se desplazaban con soltura y elegancia, algunos permanecía siempre en el agua y otros tenían, para colmo la capacidad de despegar y volar por los aires sin caerse como a él le sucedía.
Así fue pues como aprendió a nadar, pero rápidamente comprendió que no le servía de mucho por cuanto se cansaba y además no le permitía pescar que era el objetivo de introducirse en el agua.
La observación de que los troncos de árboles que por diversas razones habían caído al agua FLOTABAN, hizo que no tardara en animarse a encaramarse en uno de ello y comprobar que lo sostenía y así él tampoco se hundía. Pero el sistema tenía un gran defecto, la inestabilidad, un falso movimiento o una ráfaga de viento lo hacía girar al tronco sobre sí mismo, con lo que el osado tripulante caía al agua y debía repetir la maniobra de subir y caer, hasta que un buen día se le dio por cavar una depresión en el lomo del tronco, y una vez sentado en la cavidad, lo hacía muchos más estable. Había creado la canoa, de ahí al desarrollo de los remos transcurrió muy poco tiempo muy poco tiempo y empezó a dominar el mar, habilidad que será motivo de otra historia.
Existen datos fehacientes de que fenicios y egipcios navegaron hace más de 5000 años.
El Clermont, una pequeña nave de madera construida en los Estados Unidos por Robert Fulton, fue el primer barco propulsado por ruedas movidas mediante maquinaria de vapor. Prestó servicios efectivos a la navegación, remontando el río Hudson en 1807. Desde esa fecha los buques a vapor se multiplicaron.
Pero la obsesión del homo sapiens eran las aves voladoras, que lograban liberarse de esa extraña fuerza que a él le obligaba a permanecer adherido al piso. Comenzaba a construir un núcleo neurótico acerca de la posibilidad de la LEVITACIÓN.
Al estudiar las aves llegó a la obvia conclusión de que eran las alas y su escaso peso en relación al volumen corporal, lo que hacía posible esa capacidad que quizá aún no había bautizado pero que terminó siendo VOLAR.
Desde los mitos de Pegaso, el famoso caballo alado que llegó a vivir entre los dioses, y el del laberinto del Rey Midas, presos del cual lograron finalmente escapar Dédalo e Ícaro, volando con alas artificiales, el hombre soñó con volar
En el año 852, el andalusí Abbás Ibn Firnás, se lanzó desde el minarete de la mezquita de Córdoba con una enorme lona para amortiguar la caída, sufriendo heridas leves, pero pasando a la historia como el precursor de los modernos paracaídas. En el 875, contando con 65 años de edad, Ibn Firnás se hizo confeccionar unas alas de madera recubiertas de tela de seda que había adornado con plumas de rapaces. Con ellas se lanzó desde lo alto de una colina, y logró permanecer en el aire durante un breve espacio de tiempo.
Hubo que esperar hasta el primer ascenso de un globo tripulado, el 15 de octubre de 1783. El marqués d'Arlandes y Pilâtre de Rozier lograron recorrer ocho kilómetros en él.
Pero recién en los albores del siglo XX, alrededor de 1903, los famosos hermanos Wright lograron elevar un dispositivo más pesado que el aire e impulsado por un motor.
Esta primacía mundial, ha sido siempre disputada por los seguidores del brasileño Santos Dumont quien se arroga el haber sido él y no los Wright el primero en lograr volar tal como lo entendemos ahora.
Por fin el humano, después de miles de años había logrado emular a las aves, pero auxiliado por su condición de inteligente, fabricador y progresista.
En 1969 el hombre llegó a la Luna, recordemos las palabras de Neil Amstrong cuando descendió el último escalón de la escalerilla del LEM (Lunar Exploration Module) y posó su pie sobre la superficie lunar:
"UN PEQUEÑO PASO PARA EL HOMBRE Y UN GRAN PASO PARA LA HUMANIDAD"
Nada más cierto, hoy permanecemos indiferentes al desplazamiento orbital permanente de la Estación Espacial Internacional, donde científicos de distintas nacionalidades trabajan mancomunadamente en proyectos de alta tecnología. La aviación logró el milagro del entendimiento entre los hombres; aunque lamentablemente sea también una de las máquinas de guerra más mortífera.
Quienes sostienen que un esfuerzo como el que el éxito coronó la misión Perseverance Mars 2020-2021, es inútil, son burdos ignorantes de la enorme cantidad de beneficios que el hombre común ha obtenido con los avances tecnológicos derivados de la ciencia espacial. Desde las comunicaciones inalámbricas, la miniaturización, las ropas especiales para frío y calor extremos, el espectacular progreso en la potencia de los adhesivos sintéticos, el desarrollo de la cirugía robótica, la mejora en liviandad y duración de las prótesis en cualquier aplicación humana, el perfeccionamiento de las lentes de las cámaras fotográficas y de las pantallas para monitores de computación, y un largo etc. etc.
Mientras tanto la Argentina se da el absurdo lujo de exportar cerebros que no pueden desarrollarse aquí; se olvida de los tres premios Nobeles relacionados con la Medicina: Houssay, Leloir y Milstein; hace oídos sordos a los múltiples reclamos de los científicos que reclaman mejoras salariales y presupuestos que les permitan investigar a nivel competitivo mundial.
Flotando a manotazos en las aguas turbulentas de uno de los peores gobiernos que se pueda recordar, a la deriva, sin salvavidas y peor aún sin avistar la costa, víctima de la disidencia mezquina entre oposición y oficialismo cuadripartito: fernandismo, cristinismo, kichnerismo y peronismo histórico, todo a su vez inmerso en el lodo de la corrupción más descarada que llega desde una ex presidente imputada en decenas de causas, un ex vicepresidente preso hasta una banda regenteada por un Juez Federal, involucrada al parecer en medrar de los mismos delitos que le son competencia específica para su detección y castigo, como lo son el narcotráfico y el lavado de dinero
¿Cómo puede un argentino promedio prestarle atención al Ingenuity, del que tarde o temprano recibirá inesperados beneficios, si todavía no sabe si recibirá o no la vacuna que lo defienda contra el coronavirus?
Tampoco sabe si continuará trabajando en su oficio o profesión habitual y permanece atento a los dimes y diretes de las decisiones provinciales contra las nacionales, si los niños van a seguir estudiando en su casa, en el aula, en el patio de la escuela o será una generación perdida de infantes semi analfabetos.
Mientras tanto Cuba ya fabrica su propia vacuna
Tampoco sabe hasta cuándo los formadores de precio van a continuar nutriendo despiadadamente la inflación que nos carcome, frente a la absoluta ineficacia del Presidente que, iluso o falso y no quiero pensar si cómplice, les pide a los empresarios que sean responsables y frenen la suba; me pregunto si alguna vez hubo en nuestra vernácula historia, un magnate que se apiadara de los pobres sin necesidad de donarles sino simplemente de no esquilmarlos.
La Argentina tiene cerebros para fabricar la famosa vacuna, pero no tiene los medios necesarios porque la corrupción y la incapacidad de quienes manejan el erario público no les dan los fondos que requieren.
NUNCA TENDREMOS UNA VACUNA CONTRA EL COVID, porque primero hay que decidir si se votará o no en las próximas PASO, oportunidad para cambiar de mano, no para corregir errores, sino para que sean otras las garras que se introducirán en el cofre del erario público.
Pobre Argentina, pobre de los argentinos que, ancianos ahora, supimos de un país que se distinguía en el concierto de las naciones, como uno de los más avanzados del mundo.
Pobre San Martín, pobre Belgrano, Pobre Illía, pobre Favaloro, qué ingente cantidad de esfuerzo pro patria desperdiciado.
Y perdón por la larga lista que no menciono.