La geología y la rapidez del caracol

El 9 de junio se festeja el "día del geólogo" y es una buena oportunidad para compartir algunas particularidades que nos enseñan las ciencias geológicas.

Eddy Lavandaio

Hay ciertos fenómenos repentinos y violentos como los terremotos, las erupciones volcánicas, las avalanchas y los aluviones que, además de ser visibles, son peligrosos y nos acarrean problemas. Pero hay otros, imperceptibles, que sumados en largos tiempos geológicos se convierten en movimientos de gran magnitud .

Muchos de esos movimientos se desarrollan en una forma extremadamente lenta y la duración de cada proceso abarca lapsos de millones de años. No son perceptibles para el ser humano y es tan difícil explicarlos como entenderlos. La principal dificultad reside en la enorme diferencia existente en la escala de medición de los tiempos. La vida del hombre se mide en años, mientras que los tiempos geológicos se dividen y se miden en millones de años, como se muestra en la tabla adjunta.

La geología y la rapidez del caracol

Hoy en día, con el sistema de posicionamiento global (GPS), se pueden medir pequeñas deformaciones en los terrenos pero aún así nos cuesta pensar que esas deformaciones repetidas y sumadas durante algunos millones de años puedan provocar importantes movimientos de las masas de rocas que componen la corteza terrestre.

Para cualquier docente, explicar los movimientos del agua o del aire es fácil porque los alumnos ven cómo se mueven. En cambio explicar con éxito que los sólidos y rígidos continentes se mueven es bastante más difícil y hasta suena como increíble.

Solo para dar una idea de la forma como una deformación se transforma en movimiento, observemos una calle pavimentada con losas de hormigón. Cada losa está separada de la contigua por un espacio vacío que se llama "junta de dilatación". Cuando la losa se calienta se dilata y los bordes de la junta se acercan entre si. En cambio, cuando se enfría se contrae y los bordes se alejan. Tanto la dilatación como la contracción son deformaciones de un material sólido pero el acercamiento y el alejamiento de los bordes, achicando y agrandando la junta, son finalmente, movimientos

Como ejemplo de movimientos imperceptibles, mencionemos que, entre las deformaciones vinculadas al terremoto de Concepción (Chile, 27 de febrero de 2010) las mediciones del Sistema GPS revelaron que la ciudad de Mendoza se desplazó 13,4 centímetros hacia el oeste - suroeste. Y no es que la ciudad tenga rueditas. Lo que se desplazó fue la corteza terrestre sobre la que se encuentra la ciudad. Sin embargo, ante nuestra vista, todo parece estar igual que antes.

En definitiva, durante la corta vida de los seres humanos no percibimos ningún cambio en la ubicación y en las formas de los continentes y los mares, de las montañas y de las llanuras, de los valles, de los ríos, de los desiertos, etc. Por el contrario, tenemos la impresión de que todo está siempre igual.

Por eso, no es nada sencillo encontrar el lenguaje adecuado para explicar la evolución de la Tierra a lo largo de sus 4.600 millones de años de vida y mostrar, de alguna manera, las cosas que fueron cambiando de forma y de lugar. Para colmo, los geólogos a veces no encontramos la manera adecuada de explicar estas cosas

Una vez le dije a un "baqueano", ese lugareño que contratamos como guía indispensable para andar en el campo, que la Cordillera es un conjunto de montañas que comenzó a formarse hace millones de años y que aún se está levantando. La respuesta respetuosa del señor fue: ..."¿Usted está seguro, don?....Mire, yo hace 40 años que vivo frente a estos cerros y los veo siempre igual. No se están levantando"-

Y el señor tenía razón porque en esos 40 años de la escala del tiempo humano el levantamiento no se percibe. En nuestra Cordillera hay rocas sedimentarias que se originaron en fondos marinos y hoy se encuentran a cinco y seis mil metros de altura. Simplificando al máximo el proceso y asumiendo que el ascenso se produjo en unos 20 millones de años, la velocidad del levantamiento fue inferior a un milímetro por año, una cifra totalmente imperceptible para nosotros.

Dejemos el levantamiento cordillerano de lado y vayamos a otro ejemplo relacionado con la tectónica global quizá más conocido por el público en general porque frecuentemente los docentes exponemos y mostramos mapas sobre los movimientos de las placas corticales. Siempre mencionamos, por ejemplo, que Sudamérica y África se están separando a razón de dos a tres centímetros por año.

Esto no es una suposición. El Sistema de Posicionamiento Global (GPS) está midiendo año tras año esa separación que nosotros no percibimos. Es imperceptible para el ser humano porque es extremadamente lenta. Y para darnos cuenta de cuán lento es vamos a comparar la velocidad de un animalito muy lento como el caracol con la velocidad de separación de los dos continentes.

El caracol es tan lento que, habitualmente, debemos observarlo con detenimiento para darnos cuenta si se mueve o está quieto. Su velocidad promedio es de unos seis metros por hora.

La geología y la rapidez del caracol

Supongamos que hacemos andar a un caracol en línea recta durante un año a esa velocidad. Recorrerá un total de 52.260 metros, cifra que expresada en centímetros será de 5.256.000 cm. Se darán cuenta que, mientras las placas corticales se separan dos o tres centímetros en un año, un caracol puede recorrer más de cinco millones de centímetros en el mismo lapso. Por lo tanto, la velocidad de separación de las placas es dos millones de veces más lenta que el desplazamiento del caracol.

Si ya tenemos dificultad en darnos cuenta si un caracol se mueve o no se mueve, es imposible que percibamos un movimiento que es dos millones de veces más lento. Por eso no "vemos" cómo se separan los continentes.

En definitiva, cuando hablamos de velocidades tan extremadamente lentas se confunden o relativizan los conceptos de "deformación" y "movimiento". Las pequeñas deformaciones imperceptibles a nuestros ojos, repetidas a lo largo de millones de años, se transforman en movimientos de suficiente importancia como para generar cambios tan extraordinarios como la apertura de océanos, el desplazamiento de continentes y la formación de altas montañas.

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