La épica no alcanza para todas las vacunas
Argentina comienza a aplicar la vacuna rusa y todo el proceso ha sido propio de una película. En medio de eso, nos damos cuenta que la épica que se muestra, está lejos de ser el método se utiliza en el mundo para conseguir los antídotos para enfrentar el covid-19.
La publicidad argentina es la mejor del mundo y los creativos hacen que la promoción de un producto alcance niveles épicos. Sin embargo, hay momentos en que exageramos con la épica y la queremos aplicar en todo orden de cosas cuando en el mundo real, fuera de la pantalla, hay cuestiones que no se tratan de grandes proezas, sino de gestiones y acciones.
Todo el proceso para conseguir la vacuna rusa se ha contado como si se tratara de una película apocalíptica en la cual nuestros líderes están luchando contra el resto del mundo.
La "operación Moscú" es algo único en el mundo, literal. Ni en México ni en Chile (los dos países latinoamericanos que ya están vacunando), hubo una "Operación Puurs", haciendo referencia a la ciudad belga desde donde trajeron las dosis de la vacuna de Pfizer (o por lo menos no se le da el nivel que acá).
Es que mientras estamos mirando la épica, por otro lado nos perdemos lo que pasa en el mundo real, en el cual el proceso para conseguir vacunas va de la mano con cuestiones básicas, como los recursos. Los países que pusieron dinero en el proceso de investigación -como Chile- son los primeros que se ponen en la lista y, si acuerdan y pagan el precio que ponen los laboratorios, se consiguen las dosis necesarias.
Seguramente Sebastián Piñera y Andrés Manuel López Obrador no son presidentes que se destacan sobre la media, pero entendieron que al final del camino -y como la mayoría de las cosas en la actualidad- esto se iba a definir con el dinero sobre la mesa. Por eso, cuando muchos se preguntaban por qué si Argentina sirvió para el proceso de prueba de Pfizer, fueron México y Chile los que la recibieron primero. Simple, porque el hecho de ser parte de la investigación le da una prioridad para negociar a la Argentina, pero no le asegura dosis. Todo queda sujeto al proceso de negociación. Ese proceso, como todos ya sabemos, fracasó y ahora se está intentando retomarlo. Lo mismo pasó con la vacuna china, otra de las posibles, que también se negoció mal y se retrasó. En tanto, la de AstraZeneca y Oxford, que es la que se va a elaborar acá y envasar en México, recién viene para marzo.
Este es quizás el mejor ejemplo, porque México también tiene el acuerdo por esa vacuna, pero aún así salió a negociar y asegurar otras vacunas sin tanta épica. Por ahora, en esta cruzada que hace al Argentina en misiones especiales y complejas que nos enaltecen, sólo se logró conseguir la vacuna rusa, que -siendo realistas- no es de las más solicitadas y no tiene una lista de espera tan larga.
Entonces, la épica no alcanza para todas las vacunas, porque en el mundo hay algunos que son más prácticos y entienden que, los que se preocupan de poner dinero en la etapa de investigación se aseguran un número de dosis y los que se ocupan de abrir de manera inteligente varios canales de negociación con muchos meses de anticipación (iniciaron el proceso en mayo), hoy están viendo los frutos de ese trabajo.
Los resultados de las negociaciones reales se verán en la Argentina cuando se logre un acuerdo con Pfizer, una de las vacunas más solicitadas, y veremos qué precio se pagará y cuántas dosis se asegurarán. Por ahora, la épica está alcanzando para la Sputnik V, que de la mano de tanta propaganda comenzó a tomar una mala fama a nivel popular que -según el mundo científico- no se justifica.