La economía política de la política económica
Un artículo de Jeffry Frieden, profesor en la Escuela de Gobierno de la Universidad de Harvard, difundido por el portal de Finanzas y Desarrollo del FMI.
L a pandemia de COVID-19 ilustra de manera impresionante la intersección entre la política, la economía y otras consideraciones. Durante mucho tiempo los expertos en salud pública han venido advirtiendo que el mundo probablemente enfrentaría una grave pandemia e instado a un mayor grado de preparación.
Sin embargo, a los gobernantes que deben focalizarse en la siguiente elección les resulta difícil invertir tiempo, dinero y capital político para abordar la posibilidad abstracta de una crisis futura. Por ello, la mayor parte del mundo no estaba preparada para una amenaza sanitaria mundial de la magnitud planteada por este nuevo coronavirus.
Mientras la pandemia recorre todo el mundo, las políticas para responder a la crisis siguen estando limitadas por las realidades políticas. Algunos miembros de la sociedad, y algunas autoridades, se han resistido a las recomendaciones de los expertos en salud pública, esperando que se relajaran las restricciones y se volviera a la normalidad antes de que los peligros hayan desaparecido.
Al mismo tiempo, los intereses económicos han ejercido presión para obtener excepciones que los beneficien y sustanciales subsidios -rescates- que los ayuden en tiempos difíciles.
A nivel internacional, las respuestas de los gobiernos a la pandemia ilustran las dificultades políticas para la cooperación mundial. Una pandemia mundial exige una respuesta mundial: los microbios no respetan fronteras.
Una respuesta internacional coordinada es, sin duda, la mejor forma de hacer frente a una emergencia sanitaria internacional. Pero las autoridades presionadas por su electorado han desviado recursos desde otros países, prohibido la exportación de alimentos y medicamentos y acaparado suministros esenciales.
Cada una de esas medidas -por muy popular que sea para el público nacional- impone costos a otros países. A fin de cuentas, la falta de cooperación empeora las cosas para todos. Organismos internacionales como la Organización Mundial de la Salud procuran coordinar una respuesta cooperativa mundial a la crisis, pero pueden carecer de poder ante las fuertes presiones políticas de corte nacionalista (véase, por ejemplo, Goodman et al., 2010).
Todo gobierno enfrenta decisiones difíciles a la hora de tomar las medidas apropiadas: qué restricciones imponer y cuándo flexibilizarlas, en qué se gastará el dinero y cómo se lo recaudará, y qué cuestiones nacionales pueden limitarse para favorecer la cooperación internacional. Tales decisiones deben tener en cuenta las recomendaciones sanitarias, consideraciones económicas y limitaciones políticas.
Así como las políticas públicas adoptadas en respuesta a la crisis financiera de 2007-08 variaron según el país y la economía política local, también las respuestas a la pandemia de COVID-19 varían por razones sanitarias, económicas y políticas.
La política en juego
Este acalorado debate sobre las políticas para responder ante una amenaza universal no es una sorpresa para los expertos en economía política. Ocurre todo el tiempo. Por ejemplo, casi todos los economistas creen que los países pequeños estarían mejor si eliminaran todas las barreras comerciales. Pero el libre comercio unilateral es algo prácticamente inusitado, y hoy ningún país del mundo lo promueve. ¿Por qué no?
En líneas más generales, ¿por qué a los gobiernos les cuesta tanto aplicar las políticas económicas adecuadas? ¿Por qué tan a menudo el asesoramiento de observadores, analistas y académicos independientes es desoído? La política es la respuesta habitual, y la respuesta es generalmente correcta. Pero eso es demasiado impreciso, como decir que algunos países son ricos y otros pobres debido a aspectos económicos.
¿Exactamente cómo les impide la política a los gobiernos aplicar mejores políticas, incluso frente a crisis inminentes? ¿Qué nos dice esto acerca de la forma en que pueden y deben elaborarse las políticas económicas? La economía política se refiere a la forma en que la política incide en la economía y la economía incide en la política.
. Los gobiernos tratan de incentivar la economía antes de las elecciones, y así los denominados ciclos económicos políticos generan altibajos de actividad económica en época de elecciones. De igual modo, la situación económica tiene un impacto contundente en las elecciones.
Los economistas políticos han revelado el simple (y quizá perturbador) hecho de que las tasas de crecimiento económico y la inflación son toda la información que necesitamos para predecir con bastante exactitud los resultados de los últimos 100 años de elecciones presidenciales en Estados Unidos (véase, por ejemplo, Fair, 2018).
Entonces, ¿por qué las elecciones no sirven para inducir a los políticos a elegir las mejores políticas?
Dónde estamos parados depende de dónde nos sentemos
Un principio económico básico es que cualquier política que sea buena para la sociedad en su conjunto puede convertirse en buena para todos sus integrantes, aun cuando cree ganadores y perdedores. Solo se requiere que a los ganadores se los grave con un poco más de impuestos para compensar a los perdedores, y así todos estarán mejor.
Los economistas usan herramientas poderosas para clarificar qué políticas económicas son las más convenientes para la sociedad. ¿Por qué entonces la economía política debería ser objeto de controversia? Un principio básico de economía política es que a los ganadores no les gusta pagar impuestos para compensar a los perdedores. Y aquí comienza la batalla, no sobre qué es lo mejor para la sociedad, sino más bien sobre quiénes serán los ganadores y perdedores.
Lo mejor para el país puede no ser lo mejor para mi región, grupo, industria o clase, y entonces lo combatiré. Incluso en las democracias, muchos ciudadanos quizá coincidan en que la política obedece a la regla de oro: quienes tienen el oro hacen las reglas.
Los grupos de intereses especiales sí parecen cumplir un papel excesivo en todo el mundo, democrático o no. Incluyen personas adineradas, industrias poderosas, grandes bancos y corporaciones y sindicatos de gran peso. ¿De qué otra forma podría explicarse por qué los estadounidenses pagan dos o tres veces el precio mundial del azúcar?
Hay un puñado de plantaciones de
caña de azúcar y unos pocos miles de productores de
remolacha azucarera en Estados Unidos, y 330 millones de consumidores de azúcar. Podría pensarse que
los 330 millones cuentan mucho más en la política
que los varios miles, pero no es así. Durante décadas,
los subsidios y las barreras comerciales han elevado
el precio del azúcar para beneficio de los productores azucareros y en detrimento de todos los demás. Terminá de leer este trabajo haciendo clic aquí, en el portal de Finanzas & Desarrollo del FMI.
EL AUTOR. Jeffry Frieden es profesor en la Escuela de Gobierno de la
Universidad de Harvard.