La argentinidad al palo: ¿tristeza o esperanza?

Isabel Bohorquez y un relato tan personal como colectivo: cómo una familia pudo ver que sus hijos ascendían socialmente en virtud del esfuerzo. Una nota que se suma al debate en torno a la meritocracia.

Isabel Bohorquez

Nací en el seno de la clase media argentina.

Mi papá trabajó hasta casi los 85 años. Nació, vivió y murió clase media argentina.

En una familia de cuna radical, se afilió al peronismo de muy joven, tuvo un almacén en aquélla Necochea tan al sur entre las décadas de los cincuenta a los setenta del siglo XX... y la luchó.

Siempre fue un gran trabajador, mirando hacia los ideales de la justicia social, relatando las historias de las cartas enviadas a Su Eva Perón que , según él, tenía indefectiblemente respuesta para todos y que mandaba máquinas de coser a las mujeres emprendedoras....me quedó esa imagen grabada...

Siendo una niña iba a su almacén con una alcancía en forma de buzón de color rojo y negro. Hacía algunas pequeñas tareas y me ganaba unas moneditas. Volvía a mi casa contenta (vivíamos a una cuadra), planeando anticipadamente cual sería el destino de mi dinero.

Mi mamá estudió Arte de joven y no paró más, su papá, mi abuelo Antonio, era empleado del ferrocarril, telegrafista, adelantado a su época en todo y su mamá, mi abuela Mercedes -vieja jodida si las hay- provenía de una familia de alcurnia de Santiago del Estero. Pero se enamoró de ése gringo rubio santafesino y conoció la escasez económica. Su familia, emblemática, unida por sangre y destino al clan Santucho, revolucionario y entregado sin medida, fue el crisol de las convicciones políticas de mi madre.

Tan distintos mi mamá y mi papá... Yo me crié en un ambiente en donde se discutía a veces muy acaloradamente... con grietas ideológicas profundas...

Imaginen esa mixtura en la mesa de mi casa cada día, durante una época en que te rompían la puerta y te llevaban sin permiso. Y de eso sé...no me la contaron...

Me hice peronista como mi papá por supuesto! Escuché con fervor sus relatos de la gente que en Argentina con trabajo y dignidad podía tener una casa, mandar a sus hijos a estudiar, tener vacaciones, ser feliz.

Mi hermana y yo fuimos a la universidad. Pudimos acceder a carreras de grado, incluso a doctorados. Tuvimos una trayectoria profesional y muchos logros en nuestros ámbitos.

Trabajamos desde chicas porque ser de clase media te pone en la vía del esfuerzo tempranamente.

Siempre el sacrificio, el mérito y el ahorro fueron valores nobles y vigentes.

Recuerdo de chica que hacía cola con un bidón de 5 litros para comprar kerosene para las estufas porque me crié en la era prehistórica al gas natural.

Había que tener paciencia y aguantarse el frío en la calle para comprar el indispensable combustible.

En invierno, mi abuela -vieja jodida si las hay- tenía una olla de sopa hirviendo sobre el majestuoso calentador Bram Metal en la cocina de mi casa. Cuando no era la sopa, era un jarro con hojas de eucalipto.

Nada se tiraba, todo se aprovechaba y se reciclaba. No éramos ecologistas aún. Teníamos conciencia de que se cuidaba el dinero porque...nunca faltó pero nunca abundó.

Si corro la película de los últimos 50 años, miro la realidad y me pregunto... ¿qué fue de los ideales de mi papá y de mi mamá?, ¿de los valores que me inculcaron?, ¿de su testimonio humilde y generoso con su familia y su sociedad?

Hoy Argentina estás decepcionada y agotada.

Nuestros mayores representantes no resisten archivos y se contradicen alevosamente. Algunos funcionarios no pueden hablar más de cinco minutos sin cometer un furcio o tener lagunas mentales, ni que decir si tienen que recorrer un argumento y ahondar en algún principio...

Causa dolor ver tanto vacío conceptual y moral...tanta justificación de carencias, de delitos y de atropellos.

Hoy en Argentina los asuntos jurídicos parecen soportar los avatares de decisiones más coyunturales que basadas en el sentido común y el bienestar general.

Llama la atención el silencio de los expertos que quizá en otro momento hubieran vociferado acusaciones.

Una nota mental necesaria debería ser que del descrédito no se vuelve. Tampoco de la inconsistencia y de las contradicciones inverosímiles.

Hay personas que difícilmente puedan volver a postularse a un cargo sin producir desconfianza y sería muy saludable que otras, hoy se mantuvieran apartadas porque lo que sucede en Argentina es consecuencia de demasiadas ineptitudes sucesivas y sostenidas por muchos años. He estado presente: caída de gobiernos, dictadura militar, vuelta a la democracia, ingobernabilidad, ciclos de presidencias que nunca alcanzaron las metas prometidas y nos hundieron más y más.

Estos últimos años, muchos se conformaron con el argumento de la grieta para explicar de un lado o del otro, todos nuestros males...pero...

Hoy Argentina estás triste.

Evoco mi infancia, a mi padre y digo: aún estamos aquí papá, nono Víctor (conservo como una reliquia su carnet de cuero marrón de afiliación al partido que fue uno de sus tesoros favoritos), dando aliento a los más jóvenes. Para este presente y por el mañana, para nuestros hijos y nietos. Aunque siempre nos toquen los ajustes, pagar todo de más, siendo los que trabajamos, trabajamos y trabajamos en medio de la inacabada incertidumbre.

Estamos nosotros y nuestra convicción ética, que resiste varias décadas y no se amedrenta frente a los embates de oportunismos políticos y falsas ideologías.

Todo proceso histórico es un camino y no un abismo inexorable. Aprenderemos a construir el país que merecemos.

La rebelión, insisto, es ética, es humilde, es mansa y es generosa con los demás.

Requiere de nuestra fortaleza y de nuestra lucidez.

Habrá mañanas mejores que aún no tienen dueño, que anidan en el corazón del Pueblo que anhela decencia y solvencia de parte de quienes deben velar por el bien común.

Aunque mis ojos hoy contemplen la miseria de quienes dicen ser lo que no son, mi corazón todavía se entibia con el fuego del calentador que soportaba la olla de sopa de mi abuela, vieja jodida si las hay...

LA AUTORA. Isabel Bohronquez. Doctora en Ciencias de la Educación, exdirectora de Políticas Educativas del Ministerio de Educación de la provincia de Córdoba, exrectora de la Universidad de Córdoba, actualmente asesora del Ministerio de Ciencia y Tecnología de Córdoba. Leé más de la autora haciendo clic aquí.

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