El mar no perdona; los yates tampoco

La "Columna líquida" de la escritora Marcela Muñoz Pan esta vez se mete en aguas del Mediterráneo... ya se imaginarán de qué trata.

Marcela Muñoz Pan

El film "El mar no perdona" de Richard Sale (EEUU) de 1957 se hunde un crucero de lujo "Crescent Star", topa con una "mina" y explota, salvando las diferencias de épocas, de calidad del yate, del lugar del accidente contando con un bote para 9 personas se refugian 26, después de sortear distintos imprevistos lógicos a este tipo de tragedias como no contar con alimentos y agua, sumado a la angustia de estar enfrentando la muerte en los próximos segundos, con la queja de los heridos, los enfermos, los niños que no paran de llorar, hay que elegir quiénes se quedan en el bote y quiénes deben abandonarlo. 

De la cantidad de pasajeros 1.156 sólo sobreviven 37, y los más fuertes en su inconsciente ya habían decidido tirar a los más débiles para poder salvarse. 

Los protagonistas de esta película se enfrentan a un dilema filosófico en cuanto a sus dudas morales de quién y por qué deben salvarse y para qué correr riesgo de ser tragados por tiburones u orcas asesinas.

Algunos críticos de esta película la experimentaron un tanto repetitiva con situaciones previsibles y hasta aburridas, como así también su duración.

El mar no perdona; los yates tampoco

En la realidad del Reel de Instagram "Los yates no perdonan" de un director desconocido (para algunos) en 2023 reflota un crucero de lujo lujosísimo valuado su alquiler en 8.400 euros por cada 8 horas, con una capacidad para 12 personas, se hunde el yate por una filtración posteada de una de las pasajeras que impactó fuerte y cruelmente sobre todas las cuentas de todos los clientes que viajan en el Yate "Bandido 90" por las mismas razones, aunque sin razones para los terrestres que miramos azorados el derrumbe del Bandido. 

El protagonista comienza a experimentar situaciones de peligro "real" al verse en los Reel, face to face con sus admiradores y seguidores, no le quedan segundos para saber cómo va a sobrevivir en lo que de seguro ya no tenía retorno. 

Rápidamente el actor empieza a recoger sus pertenencias como el reloj Rolex Perceptual valuado en 14 mil dólares, un bolso Louis Vuitton y las ostras comenzaron a pedir auxilio junto al caviar que se desparramaba por la popa que era la preferida del actor junto a la proa que siempre se abre cuando las aguas se bifurcan haciendo realidad los sueños de los otros pero con la plata de esos otros, los costados de babor.  

Por la manga se escurrían las burbujas de un Champagne de apenas $50.000 la botella, pero no dejaba de buscar entre el agua que iban hundiendo el yate, la pulsera Cartier Love, porque se imaginaba que al llegar a tierra en caso de que llegara, iba a tener que vender esas joyas porque las de su propiedad apropiadas junto a todos los chocolateros que había conocido en sus últimos 25 años, los iba a perder, de cualquier manera él se dio el lujo de degustar aperitivos varios, vinos blancos, lomitos ahumados exportados de Lomas de Zamora -de ese que vos hace mucho ni lo olés- mejillones a la provenzal como los que hacen en la "Peña" de Morfi, y en la Cubierta del Bandido muy muy a lo alto volaban los Twitter triple XXX a las señales del cosmos. 

Nunca tuvo el protagonista que estar en contacto ni con los pobres, ni los enfermos o lisiados, ni jamás tuvo sed, ni hambre de agua, ni vergüenza, ni planteos filosóficos, ni éticos, mucho menos morales, él se quería salvar solo y a su tripulación, no le importó si había más pasajeros. Víctor Hugo Morales transmitió en las radios lo que estaba sucediendo pero no sabemos si su opinión fue desvirtuada o su diatriba fue mesurada.

Algunos críticos de esta película hecha realidad real, la experimentaron un tanto repetitiva con situaciones previsibles y hasta absurdas, como así también su duración; pero todo tiene un final ¿feliz? Claro, para la mayoría lo tuvo porque el protagonista y su elenco terminaron muy enredados en la redes del jacuzzi. 

Lo último que se escuchó decir, repetidas veces: "Abandonen el yate" porque este Yate no perdona. El o la directora, los kreadores de este pescado hundido en su propia agua en el film, tenía razón.

El mar no perdona; los yates tampoco

Bonus track para una tarde de domingo: la película "El mar no perdona" en video

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