¿Baja inflación con recesión o inflación con actividad?: El necesario equilibrio

La opinión del presidente de la Unión Comercial e Industrial de Mendoza (UCIM) Daniel Ariosto.

Daniel Ariosto

Según los datos del Indec, en Cuyo, entre diciembre y agosto, la lavandina aumentó un 133%; la papa, un 127%; el detergente líquido, un 125% y la leche entera en sachet, un 122%. Esto, cuando el IPC registró una variación acumulada del 96,6% en la región.

El nivel general de los precios al consumidor según el mismo organismo, tuvo un incremento del 4,2% en agosto y el rubro Alimentos y bebidas no alcohólicas, del 3,6%. Sin embargo, el relevamiento realizado por la Dirección de Estadísticas e Investigaciones Económicas de la provincia revela que, mientras el IPC subió un 4,6% el mes pasado en Mendoza, Alimentos y bebidas trepó 6,1%. (1)

No podemos dejar de asombrarnos por estos números. A pesar de sufrir desde hace décadas este fenómeno (la inflación) no queremos normalizar esta mala experiencia, este caos que, por infinidad de factores, es la economía argentina hoy como producto de pésimas gestiones económicas que nos trajeron hasta acá.

La actividad económica está prácticamente parada. La caída en las ventas, en los servicios y la industria alcanza, según el sector, niveles pocas veces vistos desde la vuelta de la democracia.

Una larga agonía que se paga con más pobreza estructural a medida que pasan los años y con un deterioro de nivel de vida del resto de la población.

Las empresas en sus distintos niveles y actividad, muestran este deterioro. El aumento de los gastos representados en tasas municipales, la gran, gran, cantidad de impuestos, la caída drástica de las ventas junto al incremento de los precios de todo y la falta de poder adquisitivo de los clientes, no pueden tener, de ninguna manera, saldos positivos.

No estamos hablando de caída de margen de utilidades, eso hace rato que se viene produciendo. Estamos hablando del riesgo de cierre de un gran número de pymes, del pasaje a la informalidad por imposibilidad de sostener estructuras tan costosas y finalmente, el despido de colaboradores, lo más doloroso y que termina impactando fuertemente a nivel social.

Esto sumado a que un informe del economista Nadin Argañaraz acaba de especificar que, desde que asumió, el Gobierno se desprendió de 30.936 empleos públicos, el equivalente al 9,1% de la dotación que el Estado tenía en diciembre del año pasado.

"El ajuste necesario es tan grande y tan importante era el desequilibrio, el año pasado, que ninguna medida única podía solucionarlo, sino una conjunción de medidas y decisiones. A partir de ahora se debería plantear mejorar la calidad del ajuste, pero sin perder el equilibrio fiscal", dijo el economista Marcelo Capello, al diario Nación.

Los datos indican que el apretón fue drástico. El gasto público en los tres niveles -nacional, provincial y municipal- cayó en el primer semestre del año al 32% del PBI, un nivel idéntico al de 2007. (2)

El presidente Javier Milei hizo el ajuste más grande de los últimos 60 años. Lo ha hecho para poner al país en orden, lo que ningún presidente anterior hizo, menos por supuesto, los últimos 20 años de gobiernos populistas que causaron grave daño.

El gran ajuste, indispensable para comenzar, es consecuencia de la "gran fiesta" de algunos años que fuera de lo que aparentaban, no hicieron otra cosa que hundirnos más.

Este proceso de ajuste severo sin duda va a tener "daños colaterales", eso es, varias empresas van a quedar en el camino, van a quebrar. No son los políticos, los funcionarios o quienes viven de este Estado diezmado y enorme, los que sufrirán las consecuencias, son los privados los que siempre terminan pagando por sus malas políticas.

Es el momento de que una vez cumplida la meta de sostener por un tiempo (breve todavía) la estabilidad fiscal, con costos sociales muy altos, comenzar a aplicar medidas que ayuden a activar las actividades comerciales, de servicios e industriales, para empezar a dar fin a tanto pesar.

No podemos continuar por mucho tiempo más en este nivel de parate económico.

Conocemos que, tras tantos años de horribles gestiones, no podemos exigir soluciones mágicas, pero no por ello, se debe profundizar el sufrimiento de prácticamente todo el pueblo argentino. Habrá que optar por baja Inflación con recesión o algún punto más de inflación, con actividad. Las autoridades deberán optar por un necesario equilibrio para aliviar a nuestro tan castigado país.

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