Honor (¿?) a los héroes de Malvinas

"Para reconstruir el país, necesitamos superar polarizaciones y tensiones. Es preciso dejar atrás el discurso de odio y la doctrina del "enemigo interno", que comenzó a mediados del siglo XX, y se profundizó en los últimos 20 años". Escribe. Pablo Lacoste

Pablo Lacoste

Resulta notable el alto nivel de reconocimiento que han recibido los argentinos muertos en las Malvinas durante la guerra con los ingleses de 1982. El honor que les hemos brindado en la curva de la Soberanía es una muestra del nivel de cohesión y unidad que tenemos como nación.

Basta comparar el estado de este monumento con el que reciben los soldados de EEUU y los de Francia, por dar un ejemplo.

En Washington están tallados en granito negro los nombres de los 58.000 norteamericanos muertos en Viet Nam. El monumento es sobrecogedor y lo visitan millones de personas cada año, en la plaza de la ciudad, entre el Capitolio y la Casa Blanca.

En París, los nombres de los oficiales de Napoleón están grabados en piedra en el Arco de Triunfo, y reciben el reconocimiento de loa 100 millones de turistas que visita Francia cada año.

¿Y nosotros?

Pues bien, los nombres de los nuestros están grabados en las placas situadas en la Curva de la Soberanía, en la Ruta Nacional 7, entre Puente del Inca y Las Cuevas. Pasamos junto a ellas cada vez que vamos o venimos entre Mendoza y Chile.

Nombres de franceses muertos en acción grabados en piedra. Arco de Triunfo. París.

Nombres de franceses muertos en acción grabados en piedra. Arco de Triunfo. París.

Nombres de los argentinos muertos en Malvinas en un cartón, deshecho por la lluvia. Estado actual. Ruta 7. Curva de la Soberanía. Foto: Alexandra Kann (Mendoza, 1-12-2024).

Nombres de los argentinos muertos en Malvinas en un cartón, deshecho por la lluvia. Estado actual. Ruta 7. Curva de la Soberanía. Foto: Alexandra Kann (Mendoza, 1-12-2024).

Nombres de ciudadanos de EEUU muertos en acción. Gravados en piedra. Washington D.C.

Nombres de ciudadanos de EEUU muertos en acción. Gravados en piedra. Washington D.C.

Memorial a los soldados argentinos caídos en Malvinas (1982). Estado actual. Curva de la Soberanía, Mendoza. Foto: Alexandra Kann (Mendoza, 1-12-2024)

Memorial a los soldados argentinos caídos en Malvinas (1982). Estado actual. Curva de la Soberanía, Mendoza. Foto: Alexandra Kann (Mendoza, 1-12-2024)

Resulta notable la asimetría de los tres casos. Mientras Francia y EEUU establecen un código de respeto por sus caídos, en Argentina, el monumento dedicado al mismo fin parece una mueca. Motivo de risa o de burla. Se trata de un indicador del cuidado que ha tenido en cada caso, la clase dirigente para construir un sentido de comunidad y cohesión de su país, ante uno de los temas más sublimes como es el vórtice entre la vida y la muerte.

No se trata aquí de filosofar sobre la guerra, tragedia inhumana. Mejor sería que ninguna guerra exista. Pero aquí el tema es otro: como se construya una comunidad, un "nosotros", con una historia común que sirve de huella para orientarnos hacia un futuro compartido.

Al no ser capaces de reconocer a los que se sacrificaron por los demás, estamos perdiendo demasiado. El mismo destrato sufrieron los guerreros de San Martín, tras regresar a la Patria después de las campañas a Chile y Perú, tal como ha reflejado recientemente la película de Alcides Araya, El último guerrero. O los 500 héroes argentinos que cayeron en la batalla de la Vuelta de Obligado (20 de noviembre de 1845), masacrados por ingleses y franceses.

(A propósito: Inglaterra devolvió a Argentina las banderas tomadas en esa acción militar, no así Francia, que ostentó las banderas argentinas capturadas en esa batalla para ostentarlas en París, en el Museo de los Inválidos, junto a la tumba de su máximo héroe, Napoleón Bonaparte).

El estado actual del "Monumento" a los caídos en Malvinas de la Curva de la Soberanía, es un reflejo más de la naturaleza de la casta que han manejado el país en las últimas décadas. Este destrato es parte de un proceso mayor, que se ha expresado en otros indicadores como las pautas de superinflación e hiper-corrupción. Todo es parte de lo mismo. Traición a la Patria.

Esperemos que nuestros dirigentes reaccionen rápido y, junto con liberarnos de la cleptocracia, la pobreza masiva y la superinflación, se pongan las pilas para reconstruir un ambiente de unidad y cohesión y unidad nacional.

Para reconstruir el país, necesitamos superar polarizaciones y tensiones. Es preciso dejar atrás el discurso de odio y la doctrina del "enemigo interno", que comenzó a mediados del siglo XX, y se profundizó en los últimos 20 años. Esa ideología tóxica que ha llevado a promover el odio como instrumento de construcción de poder. El comportamiento de la pareja de golfistas de Pinamar, que humilló a una mujer argentina por tomar mate (símbolo nacional) es otra muestra de esa ideología tóxica que necesitamos superar.

Es tiempo de dejar atrás los enfrentamientos entre nosotros, para buscar lo que nos une e integra. Los elementos culturales que nos unen son altamente necesarios ahora. Como los héroes de San Martín, de Obligado y de las Malvinas; como el mate, el vino y todo nuestro patrimonio cultural y natural.

Honor (¿?) a los héroes de Malvinas

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