Soy el perro
La voz del perro como especie, en una espectacular nota del Dr. Eduardo Da Viá que lo presenta tal como es e imagina qué opinaría si pudiera expresarse.
Sí, soy el perro. No un perro, sino el perro como animal perfectamente diferenciado de los demás. Creo que ha llegado la hora de hablar de nosotros mismos, por cuanto a pesar de la gran antigüedad que tenemos, estimada en 25000 años, vale decir que aparecimos junto con el Homo Sapiens nunca nos atrevimos ni pudimos hablar de nosotros por nosotros mismos.
Todo lo que el hombre sabe acerca del llamado "mejor amigo ", lo sabe por otros hombres que nos han observado y que realmente fueron descubriendo características de nuestra especie pero siempre bajo la faz interpretativa que nos fue asignando el humano, acertada reconozco, muchas veces y otras tantas errada.
El tema pasa por la creencia de que carecemos de la inteligencia necesaria para entender el mundo circundante y por sobre todo por la incapacidad de expresarnos mediante palabras, por la sencilla razón de que la naturaleza no nos proveyó de un aparato fonador capaz de emitir sonidos que se interpreten como fonemas; en cambio sí emitimos sonidos que para nosotros tienen claro significado pero que el hombre traduce a su manera.
Lo que la mayoría de los humanos ignora es que podemos entender una cierta cantidad de palabras con el mismo significado que le dan los humanos. Se ha demostrado que nuestro hermano conocido como Border Collie puede captar hasta 250 palabras, lo que le ha permitido realizar con precisión su tarea principal cuál es el manejo de rebaños de ovejas.
Nacimos como carnívoros obligados, a similitud de nuestros antecesores los lobos de ahí que los nombres técnicos sean respectivamente Canis Lupus Familiaris (perro) y Canis Lupus (lobo)
Es que nuestra variante genética demostró precozmente la tendencia a vincularse afectivamente con el hombre de tal suerte que muchos de nosotros vivimos en familia con humanos
Esto como suele ocurrir, nos trajo ventajas y perjuicios; las ventajas fueron fundamentalmente la protección ante las inclemencias climáticas y la seguridad de la comida sin necesidad de la caza, y en cuanto a los perjuicios el más importante ha sido la pérdida progresiva de nuestra personalidad natural y más aún la necesidad de obedecer, actitud a la que no estábamos acostumbrados y que incluso desconocíamos como le sucede a la mayoría de los animales salvajes no domesticados, y a propósito de domesticación su significado etimológico es relativo a la casa y en la práctica significa "trabajar" en una casa.
A medida que el hombre fue descubriendo nuestras potencialidades, de inmediato concibió la idea de usarnos en beneficio propio. Y así pues fueron adiestrándonos en muy diferentes tareas que somos perfectamente capaces de realizar, muchas de las cuales eran ignoradas por nosotros mismos.
El olfato de gran sensibilidad que nos permite detectar seres vivos u objetos a distancias muy superiores a las del hombre, eran para nosotros virtudes que usábamos a diario pero sin saber en realidad de qué se trataba.
Para nosotros seguir un rastro era instintivo y tenía que ver con la supervivencia, con la búsqueda de la presa. Advertido el hombre de esta condición nos obligó a oler por ellos y así surgieron los perros rastreadores, severamente entrenados a veces con fines altruistas como es detectar personas atrapadas entre escombros y en el otro extremo detectar drogas o bombas portadas por los peores ejemplares de la especie humana. Incluso hay hermanos rescatistas tanto en tierra como en el agua.
Cuando nos integramos a una familia humana hasta ser uno más de ellos, nos transformamos en celosos guardianas de la casa y de las personas, además advertimos cuando el ambiente es normal, festivo, o conflictivo.
También captamos rápidamente si algún miembro de la familia enferma lo que nos entristece y no nos despegamos del paciente
Recientemente se ha comprobado que podemos advertir a un epiléptico de la proximidad de un ataque o a un diabético de que sufre alteraciones de su nivel de azúcar en sangre.
Los hermanos Husky tienen una tremenda resistencia al frío por lo que el hombre autoritariamente los transformó en animales de tiro, primero en Siberia y luego se difundió al resto de las zonas más frías del planeta con la misma misión. A veces sometidos a esfuerzos brutales látigo mediante, no siendo raro la muerte en plena tarea por falla cardíaca.
La hazaña de Roald Amundsen en 1911 de ser el primer hombre en llegar al Polo Sur, solo fue posible gracias a que se proveyó de 100 perros de Groenlandia, que le sirvieron para tiro, y con los muertos por esfuerzo o enfermedad como alimento para el resto de la manada e incluso para ellos mismos.
No tenía ningún derecho.
Peor aún es cuando nos utilizan como entretenimiento para regodeo patológico de los humanos, como son las peleas entre nosotros mismos, y las actuaciones circenses.
En ambos caso nos mantienen encerrados en jaulas, lo que en el caso de nuestros hermanos de pelea les aumenta la agresividad e incluso son castigados cuando sufren una derrota.
En el triste caso de los circos, hoy afortunadamente prohibido en muchos países, no sólo nos han hecho desempeñar papeles ridículos sino también peligrosos como saltar por el hueco de un aro en llamas.
Por cierto que nos asusta y le tememos, pero peor son las represalias del domador si no lo hacemos.
Los bulldog se denominan así por haberlos entrenado a luchar contra toros, en la creencia de que el ejercicio previo al sacrificio del vacuno, le tiernizaba la carne. Para ello se enfrentaban y siendo el perro de baja estatura, lograba la mayoría de las veces, burlar las cornadas del enfurecido condenado a muerte. ¡Esto ocurría en Inglaterra!
Pero no termina ahí nuestro calvario, por cuanto en el otro extremo de la patología mental de los humanos, también somos víctimas de los ricos, que pagan por nosotros cantidades de dinero que seguramente no merecemos, lo cual no nos importa, sino que nos someten a un sistema de vida ridículo en la suposición, equivocada por cierto, de que eso nos hace felices. Comidas especiales, y hasta restaurantes para nosotros que no somos gregarios cuando nos alimentamos y debemos aprender a comer en público. Cualquiera sabe con el tesón que defendemos nuestro hueso y que no dejamos acercar a nadie incluso al propio dueño, cuando estamos dando cuenta del valioso plato.
Concursos de belleza y de pureza según reglas establecidas por los hombres, así debemos tener tanto de alzada y tanto de hocico a la cola etc.
Otro de los suplicios es hacernos calzar zapatos no siempre aptos para nuestra anatomía u nuestra forma de caminar. Somos digitígrados, es decir caminamos en puntas de pie, apoyando los dedos, no como el hombre que es plantígrado, y ello nos molesta, nos duele y hasta nos pone de mal carácter negándonos a caminar, lo que trae aparejado retos y hasta moderados castigos físicos por rebeldía a usar un objeto que cuesta caro, y que de solo verlos ya los reconocemos y empezamos a temblar.
También el hombre, en una demostración extrema de despotismo, decidió ya hace mucho tiempo, controlar e impedir según los casos nuestra reproducción, apelando para ello diferentes métodos, de los cuales la castración quirúrgica tanto del macho como de la hembra es la más atroz, pero a su vez la más práctica y segura para los humanos. Podrían en cambio obligarnos a la continencia periódica como mucho de ellos lo hacen, pero eso significa una preocupación más que no están decididos a padecer. Total el dolor lo percibimos nosotros.
Por último somos inteligentes, y mucho más de lo que la mayoría de los humanos creen, pero además somos muy sensibles, experimentamos, tristezas y alegrías, extrañamos a nuestros dueños y anticipamos su partida por los preparativos que ya conocemos y somos capaces de olfatear su regreso aun antes de que los veamos.
Tenemos preferencias afectivas y puedo decir por experiencia que hasta nos enamoramos de algunas personas, así como sentimos rechazo o temor ante otras sin que nada nos hubieran hecho, probablemente sea una cuestión del aura de cada uno que nos resulten compatibles o no.
¡Ah! Y no somos enemigos de los gatos, podemos hermanarnos hasta lo inimaginable cuando nos conocemos desde pequeños. No es raro ver perras que amamantan gatitos huérfanos junto con su propia cría.
Somos diferentes pero no necesariamente nos odiamos.
Finalmente les pedimos que si por la razón que sea se adueñan de uno de nosotros, no nos abandonen en un basural o llevándonos lejos de la casa donde vivimos en la esperanza muchas veces frustra de que no sabremos volver.
No permitan que los niños malcriados nos sometan a suplicios al punto de que de solo saber que se levanta de la cama, el verdugo vendrá a dañarnos por el mero placer morboso de hacerlo y ante la indiferencia y aún reprimendas de los mayores hacia nosotros cuando le gruñimos al malhechor en cuestión.
Sí, los perros junto con el caballo, el buey, la mula, el burro, los animales de corral etc. compartimos la desgracia de serles útiles a los hombres, que sin pensarlo dos veces se valió despiadadamente de nuestras condiciones naturales, otorgadas por la madre natura para ayudarnos a subsistir en un mundo también naturalmente inhóspito. Somos a la vez víctimas y victimarios como prácticamente todos los animales debido a la crueldad de la cadena alimenticia que no inventamos nosotros, sino que fuimos obligados a participar de ella para sobrevivir; es por ello que ocasionalmente nos asoma el ancestro violento y atacamos a los humanos por maltrato de su parte o porque equivocadamente los consideramos peligrosos, que en realidad lo son pero no siempre.
Los animales que no les son útiles a los humanos pueden todavía sobrevivir como siempre lo hicieron, tal el caso de los pingüinos que, a pesar de vivir en las zonas más heladas del planeta, conservan su población en un maravilloso equilibrio con sus depredadores naturales.
Cuando nos abandonan, no podemos controlar nuestra población, guiados solo por el instinto, y así, miles de hermanos deambulan por las calles hambrientos, enfermos y para colmo mal tratados y castigados injustamente, mirando azorados como se desplaza muy oronda una atildada señora acompañada, traílla mediante, de un pobre hermano afgano recién salido de la peluquería
Aun así hemos aprendido a quererlos, humanos, a tal punto que somos dependientes, por ello les rogamos que no nos condenen a ser juguete de niños con trastornos de conducta y no nos dejen librados a nuestra suerte callejera cuando se cansen de nosotros; recuerden que no solicitamos nuestra adquisición, sino que fue decisión de ustedes adueñarse de nosotros, y eso los hace RESPONSABLES, mal que les pese.