Abolir la guerra: única esperanza de la humanidad

Discurso pronunciado por Gino Strada, cirujano y fundador de Emergency, durante la ceremonia de entrega del "Right Livelihood Award 2015", el 2Premio Nobel alternativo". Transcripción y Traducción de José Jorge Chade.

No que obstante este discurso data de casi 10 años atrás seguramente es muy oportuno para reflexionar sobre la naturaleza humana en días y situaciones como la que el mundo continúa viviendo actualmente solamente tratando de mantener la esperanza de que un día la fatalidad de la guerra quede abolida por la voluntad de todos a hacerla desaparecer.

Discurso pronunciado por Gino Strada, cirujano y fundador de Emergency, durante la ceremonia de entrega del "Right Livelihood Award 2015", el 2Premio Nobel alternativo":

Honorables miembros del Parlamento, honorables miembros del Gobierno sueco, miembros de la Fundación RLA, compañeros galardonados, Excelencias, amigos, damas y caballeros.

Es para mí un gran honor recibir este prestigioso premio, que considero una muestra de reconocimiento por la extraordinaria labor realizada por la organización humanitaria EMERGENCY durante los últimos 21 años, en favor de las víctimas de la guerra y la pobreza.

Soy cirujano. He visto a los heridos (y a los muertos) de diversos conflictos en Asia, África, Oriente Medio, América Latina y Europa. He operado a miles de personas, heridas por balas, fragmentos de bombas o misiles.

En Quetta, ciudad paquistaní cercana a la frontera afgana, conocí por primera vez a víctimas de minas terrestres. Operé a muchos niños heridos por las llamadas «minas de juguete», pequeños loros de plástico verde del tamaño de un paquete de cigarrillos. Esparcidas por los campos, estas armas esperan a que un niño curioso las tome y juegue con ellas un rato, hasta que explotan: una o dos manos perdidas, quemaduras en el pecho, la cara y los ojos. Niños sin brazos y ciegos. Aún guardo un vivo recuerdo de aquellas víctimas y ver semejantes atrocidades me cambió la vida.

Tardé algún tiempo en aceptar la idea de que una «estrategia de guerra» podía incluir prácticas como atacar a niños y mutilar a los niños del «país enemigo». Armas diseñadas no para matar, sino para infligir horribles sufrimientos a niños inocentes, imponiendo una terrible carga a las familias y a la sociedad. Aún hoy, esos niños son para mí el símbolo vivo de las guerras contemporáneas, una forma constante de terrorismo contra civiles.

Hace unos años, en Kabul, examiné los historiales médicos de unos 1.200 pacientes para descubrir que menos del 10% eran presumiblemente militares.

El 90% de las víctimas eran civiles, un tercio de ellos niños. ¿Se trata entonces del «enemigo»? ¿Quién paga el precio de la guerra?

En el siglo pasado, el porcentaje de muertos civiles había aumentado bruscamente, pasando de alrededor del 15% en la Primera Guerra Mundial a más del 60% en la Segunda. Y en los más de 160 «grandes conflictos» que ha vivido el planeta desde el final de la Segunda Guerra Mundial, con un costo de más de 25 millones de vidas, el porcentaje de víctimas civiles ha rondado sistemáticamente el 90% del total, un nivel bastante similar al encontrado en el conflicto afgano.

Trabajando en regiones asoladas por la guerra desde hace más de 25 años, he podido experimentar de primera mano esta cruel y triste realidad, y he palpado la magnitud de esta tragedia social, de esta carnicería de civiles, que en la mayoría de los casos tiene lugar en zonas donde las instalaciones sanitarias son prácticamente inexistentes.

A lo largo de los años, EMERGENCY ha construido y gestionado hospitales con centros quirúrgicos para víctimas de guerra en Ruanda, Camboya, Irak, Afganistán, Sierra Leona y muchos otros países, ampliando posteriormente sus actividades en el campo médico para incluir centros pediátricos y salas de maternidad, centros de rehabilitación, ambulatorios y servicios de primeros auxilios.

El origen y la fundación de EMERGENCY en 1994 no partieron de un conjunto de principios y declaraciones. Más bien se concibió en las mesas de operaciones y en las salas de los hospitales.

Atender a los heridos no es generoso ni piadoso, es simplemente lo correcto.

Hay que hacerlo.

Fuente:
EMERGENCY Ong Onlus - via Santa Croce 19 - 20122 Milano

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