¿Ya mediste tu nivel de gaslighting, mansplaining y/o bropriating?
La Dra. María Paula Vetrugno da cuenta de algunos aspectos que son actos de violencia de género y que probablemente los no involucrados directamente en el tema desconozcan.
"Cada 10 minutos, una mujer murió a manos de su pareja o de un familiar en 2023 La crisis de la violencia de género es urgente. #NoHayExcusa para la violencia contra las mujeres y las niñas" leemos en la página de ONU Mujeres, instando a los 16 días de activismo contra la violencia sexista.
Según esta fuente, una de cada tres mujeres a nivel mundial -736 millones- sufre o ha sufrido violencia física o sexual por parte de su pareja; de violencia sexual fuera de la pareja o de ambas al menos una vez en su vida (el 30 por ciento de las mujeres de 15 años o más). Estos datos no incluyen el acoso sexual. Las tasas de depresión, trastornos de ansiedad, embarazos no deseados, infecciones de transmisión sexual y VIH son más elevadas entre las mujeres que han experimentado violencia que entre las que no la han sufrido, al igual que ocurre con muchos otros problemas de salud que pueden perdurar una vez que ha cesado la violencia.
Llegando a la fecha instaurada por la ONU en el año 1999, como faro para iluminar y visibilizar el flagelo que sufrimos las mujeres a nivel mundial, instando a los estados para que todos los 25 de noviembre concienticen y rindan cuentas de las acciones que realizan en pos de terminar con este flagelo.
Lo que nos lleva a reflexionar, que a pesar de contar con leyes e instrumentos internacionales para la prevención, sanción y erradicación la violencia hacia la mitad de la población de corporalidad femenina, debemos continuar en la concientización de los daños que causa la violencia sufrida. Cuando hablamos de mujeres, lo hacemos en la franja etaria que comprende a las niñas, desde su nacimiento, hasta las mujeres adultas.
En la actualidad, donde a nivel nacional han cambiado las acciones tendientes a la eliminación de la violencia sexista, es cuando más debemos tener presente que no solo el golpe es violencia, también lo son los agravios sufridos a nivel psicológico; la discriminación en las relaciones laborales por el solo hecho de ser mujer; la imposibilidad de acceder a cargos políticos, o de ascender a las esferas de la toma de decisión o de poder, tanto en los ámbitos públicos como privados, entre otras formas sutiles por las que se cuela la discriminación hacia nosotras.
La discriminación por el hecho de ser mujer es violencia. "La desigualdad es siempre injusta. Pero si hay desigualdad de género: hay violencia", dice Soledad Deza, en el mismo sentido. Este es el germen de la violencia de género.
La desigualdad en las relaciones de poder, por el solo hecho de no ser hombres.
Pero también revisten esta calidad, conductas que se han normalizado y las hemos consentido, que fueron graficadas como "micromachismos" y que debemos reflexionar, para no seguir replicándolos, ya que crean discriminación y desigualdad. Tales micromachismos fueron definidos en el año 1991 por Luis Bonino Méndez -psicólogo argentino- como: "Los micromachismos son prácticas y mecanismos de dominación que se manifiestan en pequeños gestos, actitudes, comentarios y prejuicios. Se trata de una forma de machismo que se naturaliza, legitima e invisibiliza, y que se realiza de manera consciente o no".
Existen diversos tipos de micromachismos, más comunes de los que nos imaginamos, y que han sido nombrados como utilitarios, encubiertos, de crisis, coercitivos como, por ejemplo, el denominado "mansplaining" donde el hombre cuestiona o pretende explicar, sobre todo en situaciones públicas, lo que está diciendo una mujer, aunque ella sea experta en ese tema. El origen del término mansplaining se atribuye a Rebecca Solnit (2014), quien lo utilizó por primera vez en su libro "Los hombres me explican cosas", es decir, ellos deben manifestar que saben mas que nosotras principalmente cuando están en público.
Otro micromachismo es el denominado Bropriating del inglés "brother" (hermano o colega) y "appropriating" (apropiarse), es la práctica a través de la cual los hombres se apropian de inventos, ideas o propuestas de mujeres y se llevan el rédito. De este tipo existen diversos ejemplos, como la historia real que reproduce la película Ojos grandes, de Tim Burton, en la cual un varón se adjudicaba la autoría de los cuadros con personas de ojos grandes que pintaba su esposa Margaret Keane, por lo que su esposo era quien se llevaba los laureles -y las ganancias-.
Otro caso reconocido es el de la Teoría de la Relatividad, que podría estar fundada en principios matemáticos de la serbia Mileva Maric, pero es mundialmente conocida como de Albert Einstein, su esposo, por citar otro ejemplo.
El "Manterrupting" proviene de los vocablos "man" e "interrupt" (interrumpir), y nombra a la práctica machista que consiste en interrumpir a las mujeres cuando están hablando, con la creencia de que el aporte que vayan a hacer ellas no es tan interesante o tan profundo como el que puede hacer el varón que impone la palabra.
Como forma sutil y cotidiana que silencia a tantas mujeres, quitándoles su opinión, incluso llegando a afectar su educación o su situación laboral. En diversos países hay campañas estatales que tienden a visibilizar este tipo de machismo explícito.
Otro micromachismo es el denominado gaslighting -denominado así por un film de los años 40 que llevaba ese nombre- para hacer referencia a la práctica a la que recurren varones que pretenden que una mujer piense que está loca o errada respecto de algún tema (aunque ella tenga razón).Tambien ha sido denominado como tortura psicológica, ya que este escenario creado por varones está orientado a provocar en una mujer la falta de seguridad y de confianza en sí misma al cuestionarse su memoria, sus sentidos, su razonamiento y hasta su cordura. Muchas mujeres que denuncian hechos de violencia sufridos, hacen referencia en muchos casos que las han tratado como locas por parte de sus agresores.
También tenemos el Manspreading, nombre que fusiona "man" con "spread" (expandir) y describe la situación en que los varones se sientan con las piernas muy abiertas, lo que provoca la invasión del espacio de las mujeres, particularmente en el transporte público. Este comportamiento ha sido motivo de la difusión de campañas dirigidas a procurar que los hombres ocuparan solo su lugar y elijan opciones más respetuosas al ocupar un asiento.
Así, podríamos seguir en una extensa lista de nombres nuevos, pero que describen situaciones o actitudes muy antiguas, normalizadas, repetidas cotidianamente, pero que son violencias invisibilizadas hacia las mujeres, ya que los micromachismos son actitudes, hábitos, prácticas que forman parte de la rutina y reproducen la desigualdad entre varones y mujeres.
Su fuerza radica en la dificultad de identificarlos. Estos comportamientos reproducen estereotipos asignados a los géneros y, en general, se realizan de manera inconsciente.
¿Han vivido alguna situación similar?