Gargarella y su analogía: "De la 'sinarquía' al "lawfare'"

El prestigioso abogado comparó aquel "enemigo" del pasado con la teoría que el Vaticano y el chavismo sostienen hoy.

Roberto Gargarella es sociólogo, abogado y Doctor en Derecho por la Universidad de Buenos Aires, L.L.M. por la University of Chicago Law School, Master en Ciencia Política por la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, J.S.D. por la University of Chicago, y Post-Doctorado en la Balliol Collage, Oxford. Es profesor invitado de la Escuela de Derecho de la UTDT, y profesor titular de la Facultad de Derecho de la UBA. Ha sido profesor e investigador visitante en varias universidades extranjeras, como Columbia University, Universitat Pompeu Fabra, New York University, University of Bergen y University of Chicago. El profesor Gargarella se hizo acreedor de prestigiosas becas de investigación, entre ellas Fullbright, John Simon Guggenheim Memorial Foundation, Fundación Antorchas, etc. Es autor de numerosos libros y artículos, publicados tanto en el país como en el exterior. Entre sus publicaciones más recientes se encuentran: The Legal Foundations of Inequality, (Cambridge, Cambridge University Press, 2009), The Accountability and Democratic Judiciaries in Latin America, Africa, and East Europe (en co-autoría con S. Gloppen et al, Palgrave, Nueva York, 2009). 

En su blog Seminario de Teoría Constitucional y Filosofía Política abunda en análisis de gran importancia para el sostenimiento de los equilibros republicanos en democracia.

Aquí, nos permitimos reproducir el que formulo a raíz del endiosamiento de una teoría que crea un nuevo enemigo para justificar acciones por encima de las normas, sostenido tanto desde el Vaticano como desde el chavismo: el "lawfare":

A mediados del siglo xx, la peor versión de nuestras "fuerzas nacionales" abrazaron la idea de una conspiración internacional -la existencia de una "sinarquía" o gobierno de una sociedad secreta- con centro en el poder financiero, y con sujeto principal en la comunidad judía (un ejemplo, acá). La sinarquía, y de su mano, el sionismo, la masonería o el comunismo -dependiendo del viento- eran responsables de los males y ataques que podía sufrir el gobierno popular de turno. Cuando algo iba mal, de inmediato se señalaba a la sinarquía, y todos los partidarios contentos: lo que parecía difícil de explicar resultaba entonces sencillísimo de comprender. Blanco sobre negro. Libros como "Los Protocolos de los Sabios de Sión" terminaban de dar estatus científico al absurdo.


La idea de sinarquía era, en efecto, un delirio, que como siempre partía de algunos hechos ciertos, que le daban verosimilitud: la existencia de grupos de poder nacionales e internacionales; o el hecho de que cualquiera de esos grupos (incluyendo a sindicatos, la Iglesia, las Fuerzas Armadas), presionaban por sus propios intereses. A partir de ahí, se diseñaba una estrategia ideal para encubrir los errores y horrores propios; dividiendo al mundo entre buenos y malos, de modo tal de licuar los propios fallos bajo la idea de que se estaba "del lado del bien"; y presentándose ante el resto como víctima de una conspiración que era finalmente mundial.


La actual idea de "lawfare" tiene exacto el mismo status que décadas atrás la idea de "sinarquía": un delirio, que parte de hechos trivialmente ciertos -en este caso, la existencia de vinculaciones entre política y justicia (vinculaciones que, por cierto, el kirchnerismo tanto como el macrismo supieron siempre explotar)- para concluir en que los males padecidos se deben a que la parte "mala" del mundo conspira contra los propios (los que se mueven por el "amor"...), por razones aviesas y finalmente anti-nacionales.


El status académico de la idea de "lawfare" es nulo -se trata de una idea que no existe, salvo a partir de la promoción que recibiera en su momento, de parte de la ultra-derecha ansiosa de criticar a los organismos internacionales de derechos humanos (en defensa de Kissinger, Guantánamo o Pinochet, según el tiempo). Por esos antecedentes horrendos (por ser una herramienta de la ultra-derecha, contra los organismos de derechos humanos), pero sobre todo porque ya estamos grandes y no podemos seguir jugando a la conspiración sionista, es que da vergüenza ajena ver que algunos colegas se sumen al uso de la idea de "lawfare", o que la misma patraña aparezca, como ayer, en un decreto ejecutivo. En fin.

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