Ganadores y perdedores del Segundo Debate Presidencial

El Segundo Debate Presidencial tuvo más espesor que el primero, los candidatos llegaron sabiendo las fortalezas y debilidades del resto y, como si se tratara de un espectáculo de boxeo, se movieron sobre el cuadrilátero conociendo al adversario, eligiendo bien a quién y en dónde "pegarle", aunque no ejercitaron demasiados ademanes distractivos y sí buscaron en toda ocasión de réplica la oportunidad para asestar el golpe que les diera un definitivo knock out.

Estos fueron los momentos más picantes del Debate Presidencial

En tal sentido, y tomando todo el debate, a lo largo y ancho -atento a que el comportamiento fue constante, solo con algunas variantes de acuerdo al tema abordado- un resultado posible es el que se describe a continuación:

Bullrich reactivada

La candidata de Juntos por el Cambio se fortalece cuando no se siente presionada a decir las frases de sus spots televisivos, como sucedió en la primera oportunidad en Santiago del Estero, en donde se la notó poco natural y, por lo tanto incómoda, ya que gana en la espontaneidad. Ya sin la gripe de aquella oportunidad, mejoró su desempeño notablemente y volvió a ser aquella que le arrebató desde el llano total el liderazgo a Horacio Rodríguez Larreta: solo con garra y datos. Fue directa y dura al embestir contra Milei pero también contra Massa. A uno de ellos dos debe arrebatarle un lugar en los primeros dos puestos de las encuestas para poder pasar al balotaje, desde donde se la mostraban hasta antes del Debate cayéndose.

Massa reinventado

El candidato del Gobierno, el peronismo y sus aliados -que pertenecen a partidos de izquierda, en general, y a sindicatos pragmático derechistas en general- hizo equilibrio sobre todo ello y se olvidó de su actualidad para construir la imagen de un candidato que llega inmediatamente después de haber sido intendente de Tigre. El salto temporal lo capitalizó en su beneficio, con amplio dominio de la escena, sabiendo que llega a gente que no lee ni comenta lo que dicen sobre él y el Gobierno "los especialistas", sino que llegan directamente a la TV a ver el debate: un público tan pero tan amplio (lo indica el rating de los debates presidenciales), que hasta hay una franja de gente ocupada en otros temas que pudo llegar a verlo como "nuevo". Hay que agregarle a esto que no se dieron situaciones de polarización con Milei, situación que lo beneficiaría.

Milei slow motion

Milei no fue tan Milei. En modo académico citó a gente que el gran público no conoce y que hasta muchos de los ya citados "especialistas" tuvieron que guglear para saber de qué hablaba. La propia Bregman le dijo que "no entendí nada; para mí que lo sacó de Yahoo Respuestas", en una de sus muchas citas. Eso hizo circular por un canal meandroso a sus argumentos y respuestas. Entró en contradicciones, se demoró en dar explicaciones y su modo "zen" desacomodó a quienes querían ver al "león" que en otros momentos de su breve historia política hubiera defendido temas que hoy se le vuelven en contra, como la "venta de órganos", "liberación de armas" o "dolarización". Todos estos temas los enfrió, con lo cual perdió chispa. 

Schiaretti con envión

El gobernador de Córdoba esta vez ya no solo habló de su provincia, sino que se animó a confrontar más con Sergio massa y el gobierno nacional actual, y también con el gobierno de "Cambiemos" y lo que hoy dice Juntos por el Cambio, fuerza a la que antes de las elecciones quería unirse en apoyo de Larreta. Si bien en el primer debate quedó bien parado, porque era prácticamente desconocido, y se proyectó por los memes debido a su cordobesismo exacerbado, esta vez se dio un impulso extra por confrontar y aportar ideas concretas en torno a temas como producción y seguridad.

Bergman tiempista

Igual que en el Primer Debate, la candidata de la izquierda se desenvolvió como si se dedicara a eso, a debatir. Lo hizo conociendo cuándo y dónde meter sus cuñas y cuándo y en qué temas aportar otros ejes: los dogmáticos que le dan combustible al motor de su sector político. Puede plantear una forma de gobernar radicalmente a todo, ya que el trotskismo no puede exhibir haber gobernado nunca en ningún lado, ya que no parece ser su objetivo. Pero el gran público no tiene por qué saberlo exactamente así y pudo ver a una persona que con energía, convicción y dinamismo quedó plantada como más anticasta que el mismísimo inquilino de la frase, Milei.