Veto: cuestiones filosóficas

La opinión de Eduardo Rivas sobre la votación de la Movilidad Jubilatoria y el veto presidencial.

Eduardo Rivas

La última sesión desarrollada en la Cámara de Diputados expuso, quizás como pocas veces, el funcionamiento del Estado nacional, lo que se debe hacer y lo que no se debe hacer, todo exhibido por ‘cadena nacional' para que los ciudadanos puedan ver y analizar el comportamiento de sus gobernantes.

En primer lugar, la generación de consensos, a partir de un proyecto presentado por los legisladores de la Unión Cívica Radical para gestar una ínfima recomposición de ingresos para los jubilados, que según indican todos los análisis de la gestión de gobierno actual, fueron los grandes perdedores.

Con votos de casi todo el arco político, se aprobó un módico aumento en los ingresos que expuso como se pueden construir consensos que, por encima de las divisiones partidarias, encuentren puntos de contacto.

El segundo aprendizaje fue el del funcionamiento de las instituciones, puesto que el Presidente de la Nación, en uso de atribuciones constitucionales anticuadas pero vigentes, decidió imponer su veto a la ley, por lo que la Cámara de Diputados para insistir con la norma debía acompañar el proyecto con el voto de dos tercios de los legisladores presentes.

Lo que estaba en discusión, además de la ley en cuestión, es si el Presidente goza de la legitimidad para avanzar en este plan de reformas. Quienes las apoyan están convencidos que el 56% obtenido en la segunda vuelta de las elecciones, luego de haber finalizado en segundo lugar en la primera vuelta, basta para avanzar en ese sentido y que el resto de las fuerzas políticas y legisladores tienen que saber leer la nueva realidad social y obrar en consecuencia. Sin embargo, en la elección en la que se dirimieron los 127 diputados que ingresarían este año a la Cámara, La Libertad Avanza, partido del Presidente, obtuvo apenas 34 diputados, por lo que el discurso se reduce a ‘exigir' el acompañamiento al obrar del Presidente.

Pero los diferentes legisladores cuentan con igual legalidad pero diferentes legitimidades, puesto que representan a diferentes porciones de la sociedad, varias de ellas enfrentadas al pensamiento del Presidente, y su función es ser la voz de sus representados en el Parlamento. Los legisladores de la oposición, incluso de aquellos que se describieron opositores y hoy se autoperciben pseudo oficialistas, deben representar a los electores de la oposición, no deben ser furgón de cola de un proyecto ajeno que no representa a sus representados.

Esto, tan claro y tan sencillo de entender en la Ciencia Política, pretende ser anulada por la prepotencia de los hechos.

De cómo se resuelva esta disyuntiva dependerá mucho el futuro de la Argentina.

Y en esta oportunidad se resolvió de la forma menos transparente, lo cual encierra en sí mismo el tercer aprendizaje, que las voluntades son muchos más permeable que lo que se anuncia en los discursos y mucho menos sólidas de lo que uno cree y le gustaría, porque salvo los legisladores de los bloques de Unión por la Patria, Encuentro Federal y Por Santa Cruz, La Libertad Avanza, el MID y algunos partidos provinciales, en los restantes bloques hubo cambio en el sentido del voto.

¿Qué cambió en medio de la votación original y la del pasado miércoles? Solo se hizo público el caso del diputado de la UCR entrerriana Pedro Galimberti quien fue tentado para ser parte del Directorio de la Comisión Mixta de Administración de la Represa de Salto Grande y renunció a su banca, por lo que un voto en favor de los jubilados se convirtió en un voto en contra ya que su reemplazante no opinaba igual que él. En este punto hay que ver como integrantes de una misma fuerza electoral pueden pensar una cosa... y lo contrario, demostrando qué lejos se está de representar un electorado en apoyo de una propuesta sino tan solo en rechazo de lo que propone otra fuerza.

¿Quiénes hicieron naufragar la propuesta? Parte del bloque de la UCR, ya que al caso de Galimberti se debe agregar que hubo 5 diputados que se abstuvieron, y si bien no fueron los únicos, fueron los más visibles.

También modificaron su voto los 8 legisladores del bloque de Innovación Federal que responden a gobernadores provinciales, que luego de haber votado en favor de los jubilados, en esta oportunidad votaron en favor del veto del gobierno. ¿Qué habrán acordado Javier Milei y los caciques provinciales?

Los propios aliados macristas del gobierno también cambiaron su postura, mientras que en junio hubo 9 diputados del PRO que se habían ausentado, en esta oportunidad fueron solo 3 quienes no votaron, los 6 restantes como los miembros del bloque tucumano Independencia, que también habían estado ausentes meses atrás, apoyaron el veto presidencial.

El Frente de Izquierda hizo el camino inverso, pasó de la abstención al apoyo a la ley, y Lourdes Arrieta, diputada mileísta que originariamente había votado en contra, en esta oportunidad y después de haberse ido del bloque se abstuvo.

Quizás este sea el mayor aprendizaje. La volatilidad de las posturas políticas.

El sociólogo y filósofo polaco Zygmunt Bauman introdujo la noción de modernidad líquida, en la que plantea que la sociedad actual se caracteriza por un estado fluido y volátil, sin valores sólidos, en el que la incertidumbre por la vertiginosa rapidez de los cambios debilitó los vínculos humanos, donde las relaciones humanas que se caracterizaban por nexos potentes se convirtieron en lazos provisionales y precarios. Esto es lo que se vio en la última sesión de la Cámara de Diputados, ningún consenso es sólido, todo está en constante negociación siempre...

Si esto de por sí es preocupante mucho más si al pensamiento de Bauman sumamos el del filósofo alfonsinista trasandino contemporáneo Jacobo Luis Winograd Messing, billetera mata galán...