Feminismo por las calles mendocinas
Por Luciana Ibañez, politóloga feminista.
El día posterior a una marcha feminista siempre es distinto. Quienes salimos a las calles a marchar por nuestros derechos sabemos que queda en el ambiente una energía renovada, esperanzadora. Energía liberada por miles de mujeres, que ayer ocuparon más de 10 cuadras en el centro mendocino.
Mujeres que lo dejan todo para poder sumarse a un grito colectivo, que tiene el poder de cambiarlo todo. Mujeres que están ahí porque sienten al patriarcado en carne propia. Porque a las injusticias y desigualdades las llevamos en nuestra historia.
Es que el género femenino nunca la tuvo fácil, cada año transitado fue una lucha por lograr más libertad, más igualdad. Y así llegamos hasta acá, acostumbradas a pelear por lo nuestro, sin bajar los brazos, poniendo cada vez más el cuerpo.
Nuestro cuerpo, que sabe de injusticias y de violencias, que sabe cómo "debería ser" e intenta no ser, desafiando los discursos hegemónicos que durante décadas pretendieron amoldarnos a gusto y placer ajeno. Nuestro cuerpo, que siempre ha sido territorio de conquista, pero que bien sabemos nos pertenece. Con él salimos a gritar, salimos a plantar bandera: el feminismo está acá y es la respuesta.
Es la respuesta a la incomodidad, a la quietud, a la indiferencia, a la rabia acumulada ante tantos años donde hemos sido borradas de nuestra propia historia, de nuestro propio destino. El feminismo como respuesta nos abraza e impulsa a seguir, convencidas de que éste es el camino.
Porque ya no podemos aceptar más esta realidad, en la que se comete un femicidio cada 26 horas, en donde el 22% de las mujeres víctimas de femicidio habían denunciado a su agresor, en donde más de 200 niñas y niños perdieron a su madre.
Entonces, como ya no podemos aceptar este destino, seguiremos saliendo a las calles mendocinas para exigir la verdadera aplicación de la educación sexual en las escuelas y la implementación de la Ley Micaela en el Estado. Hasta que los gobiernos sean verdaderos garantes de nuestro derecho a vivir una vida libre de violencias, seguiremos resistiendo.