La familia, ¿una mochila liviana o pesada?

La opinión del Prof. José Jorge Chade.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza

A menudo nos preguntamos de dónde vienen nuestros miedos, nuestras inseguridades pero también nuestros principios y nuestros recursos. De fundamental importancia, a lo largo del camino de la vida, es la influencia que las relaciones familiares significativas tienen en cada uno de estos aspectos.

Todos somos el resultado de relaciones y conexiones entre nosotros: a partir de nuestra familia nos estructuramos, enriqueciéndonos para afrontar el camino de la vida, intentamos traer con nosotros los recursos adquiridos y aligerarnos de los obstáculos que se nos presentan. A veces no es fácil deshacerse de ellos o vivir con ellos, sino que nos encontramos luchando o sintiéndonos bloqueados para poder continuar nuestro camino.

Existen fases vitales a lo largo de este camino, que nos estructuran.

Cada uno de nosotros es portador de una historia que nos ha moldeado a lo largo del tiempo, formada por vínculos emocionales, relacionales y culturales diferentes a los demás, que han guiado nuestros comportamientos y elecciones. Durante las diferentes fases de nuestra vida intentamos definirnos como personas únicas y auténticas, intentamos perfilar los rasgos que nos distinguen, los valores y principios en los que nos reconocemos.

Según el psicólogo E. Erikson y posteriormente el psicoterapeuta J. Haley, el desarrollo de un individuo sigue diferentes fases, cada una de ellas caracterizada por una tarea evolutiva particular y por crisis o acontecimientos críticos que hay que afrontar como sistema familiar.

Es un proceso continuo en el tiempo, en el que cada fase es fundamental para conseguir la siguiente. Cada fase del ciclo de vida involucra al menos tres generaciones:

• abuelos;

•padres;

•niños

cada uno de los cuales, con el tiempo, tendrá que cambiar su forma de relacionarse, adaptándose y recurriendo a diferentes estrategias de resolución de problemas según la fase. Lograr hacer frente a la crisis permitirá la transición a la siguiente fase.

Por otro lado, cuando una familia tiene dificultades para afrontar los acontecimientos críticos y las consiguientes tareas de desarrollo, pueden ocurrir diversas evoluciones, como un bloqueo o un arrastre de cuestiones críticas que será posible trabajar a través de un camino terapéutico.

Que pasa si nos miramos al espejo?

Puede suceder que, en un momento determinado, cuando nos miramos al espejo nos cueste reconocernos y lo que veamos sea una imagen muy confusa de nosotros mismos. Esto sucede porque tendemos a usar las etiquetas descriptivas que otros nos ponen, hasta el punto de que ya no somos capaces de vernos a nosotros mismos a través de lentes diferentes y, por lo tanto, desde una perspectiva diferente. Es a veces esto, la representación social impuesta del externo y autoimpuesta a veces las que no nos permite la autenticidad.

En este caso es importante detenerse a reflexionar sobre:

• cuáles son nuestros recursos;

• lo que nos gusta de nosotros mismos;

• qué aspectos positivos reconocemos en nosotros mismos;

• cuáles son las cosas que nos gustaría dejar ir o que no sentimos que sean nuestras.

Nuestra historia comienza en generaciones anteriores. No se trata sólo de ADN y genética, sino de algo más profundo:

• reglas y rituales;

• mitos y duelo;

• traumas, alianzas y secretos;

• acontecimientos que llevamos dentro de nosotros, pero de los que en su mayoría no somos conscientes.

El legado que cada uno de nosotros lleva consigo viene del pasado y, si pudiéramos representarlo con un objeto, probablemente pensaríamos en una mochila. (Cuantas veces mencionamos"...es el peso que cargo sobre mi espalda" o también "...es el peso que lleva encima...") La mochila es la metáfora del contenedor que llevamos sobre los hombros, lleno de herramientas útiles, pero a veces al mismo tiempo también pesado y voluminoso, auténticos escombros.

Las herramientas que encontramos en nuestra mochila no siempre son las que hubiéramos querido, pero son parte de nuestra historia, son las que nuestra familia nos dejó como regalo.

¿Qué pongo en mi mochila?

Nosotros somos conscientes cuando preparamos nuestra mochila para una excursión. Bueno, la preparación para la vida es muy similar. Las piedras a transportar deben elegirse con cuidado, de lo contrario pronto llegaremos a un punto en el que ya no podremos dar un paso más. A la larga nos sentiremos aplastados por el peso de todo lo que hemos cargado sobre nuestros hombros.

Nunca nos olvidemos de poner dentro:

• las personas que nos hacen sentir bien, que son nuestros cómplices y con quienes podemos compartir nuestras emociones;

• pasiones y sueños, que hacen soportables incluso las condiciones extremas por el solo hecho de que sirven para alcanzar los propios deseos.

• el tiempo para dedicarlo a las personas que amamos y a nosotros mismos;

• paciencia hacia nosotros mismos y hacia los demás.

Por último, no tenemos que olvidarnos dejar un espacio vacío para cualquier "recuerdo" que encontremos en el camino: siempre debemos dejar espacio para un encuentro inesperado que pueda traer un cambio, un nuevo estado de bienestar.

Esto es solamente una pequeña reflexión para evitar sobre cargarnos y disfrutar de nuestras familias sin llevar sobrepeso. Buena preparación de vuestras mochilas.

Referencia bibliográfica: Paper de Roberta Cernuto. Psicoterapeuta con orientación Sistémico-Relacional

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