Ludopatía social: cooptados por espejismos ante la desesperación económica
Mendoza se encuentra acosada por una nube oscura, que opera como una secta de varias ramas, que convence a la gente de dejar sus recursos en estafas piramidales: un Paraíso cercano, pero que se esfumará. Un espejismo. La dirigencia tiene su cuota de culpa al no trazar horizontes.
Un signo de degradación de la Argentina está representado por el hecho de que tanta gente se niegue a aceptar que, al apostar sus escasos recursos a una organización de supuesta "ganancia piramidal", está siendo cooptada, hipnotizado o engañado (estafado, sería el término preciso).
En un mecanismo de secta, envuelve a las personas que están desesperadas y les promete las llaves de acceso a un Paraíso cercano. Con esto, el mecanismo de engaño es mucho más efectivo que una religión, que dice garantizar una mejor vida si sufre ahora, pero que se paga después de morir: incomprobable.
Y es más atractivo que la política, actividad que debería regir las esperanzas de los pueblos y que, sin embargo, en tiempos difíciles, en lugar de dibujar horizontes los tapa con telones gruesos y oscuros.
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En la Argentina se nos pretende corregir la historia paso a paso, día a día, diciendo de dónde (y hasta en qué vinimos y desde dónde, según cómo se levante y con quién se reúna el Presidente), pero no hay quien nos señale hacia dónde vamos.
Este pesimismo nos degrada. Las defensas morales caen. Los ánimos son arrastrados ya no solamente en los sectores más desfavorecidos que, al revés de las clases medias, todos los días desafían la realidad para servir un plato de comida. Hoy quienes están hundidos en las garras de las estafas piramidales son personas de todos los niveles socioeconómicos y esa transversalidad de la hipnosis social, esta ludopatía en la que se rifa lo poco o mucho que tienen, es lo que da cuenta de que es necesario que los liderazgos humanos honestos marquen esperanzas y no fomenten falsas ilusiones.
En Mendoza está pasando. Hay sectores completos de municipios a los que no se les puede ni siquiera explicar cómo funcionan estos métodos porque no quieren escuchar. No quieren creer lo que la experiencia mundial indica. No toleran ser considerados como "engañados". Y muchos, prefieren ser reconocidos como nuevos jugadores de la timba financiera, cuando en realidad pronto pasen a engrosar el largo listado de anónimas víctimas que lo perdieron todo.
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Por eso, el accionar de la Justicia en estas investigaciones no alcanza si la sociedad que está todavía más despabilada no ayuda a afrontar la situación. Tal vez no se consiga que los políticos tracen horizontes alcanzables, devuelvan la idea de utopía para poder seguir avanzando sin estancarnos en nuestra porfía desesperada por el quietismo y la ausencia aparente de futuro.
Pero sí, como integrantes activos y despiertos de la ciudadanía, podemos aportar a correr el velo de quienes solo leen noticias que confirman sus convicciones, para que puedan ver más allá y salgan de la nube que los envuelve.
Y por supuesto, a la vez, exigir planes y proyectos de parte de la dirigencia que nos permitan volver a mirar a lo lejos y entender que tenemos un camino que transitar, paso a paso y sin atajos mentirosos.