Una razón para seguir remándola en un país inviable

Las fórmulas que durante décadas han mantenido a la Argentina bajo una situación de constante angustia y crisis se están agotando. Las nuevas generaciones son la razón para seguir apostando por un país que es inviable, pero que quizás en 20 o 30 años pueda ser fiel reflejo de su potencial.

Hoy, lamentablemente, la Argentina es un país técnicamente inviable. Cualquier especialista entiende que en un mundo como el actual los modelos que se aplican en el país están destinados al fracaso, tanto desde el punto de vista político como económico. La pregunta es, cuánto más resistirá la situación actual y cómo terminará de darse el golpe de timón para enderezar el rumbo, porque -desde mi punto de vista- la Argentina empezó a recorrer el final de un ciclo que lleva décadas, pero que en el mundo pospandemia no tiene espacio.

La razón para seguir apostando al país, aún con todos sus vicios (que en un porcentaje superior al 90% nacen desde la política), son las nuevas generaciones. Ellos nacen con más oportunidades, con más herramientas, en un mundo distinto y con un acceso a la información superior al que tuvimos los que hoy sufrimos el abuso de los gobernantes y sus ambiciones de poder.

Supongo que no hay de dar muchas explicaciones a la hora de decir que es un país inviable en sus condiciones actuales, con pobreza por encima del 40% (la mayor parte estructural), con desempleo sobre dos dígitos, con empleo informal sobre el 40%, con una inflación del 50% anual, con restricciones y congelamientos en el mercado, con cepo cambiario, con emisión y con un gasto público sin control. Esa mezcla espanta a cualquiera, pero al argentino de hoy parece no importarle y nos sometemos una y otra vez a las decisiones políticas que no han llevado a esto.

Sin embargo, hay señales que no están mostrando que las generaciones que vienen buscarán nuevos caminos.

Por ejemplo, el fenómeno Milei, más allá de sus ideas que a muchos nos parecen muy extremas, llaman la atención porque debajo de la imagen de ese hombre de pelos revueltos -guste más o menos- hay un contenido técnico sólido que invita y genera curiosidad. No significa que eso implique que sigan al verborrágico economista, pero si que muchas personas piensen y digan, "mirá lo que dice, veamos si es verdad". Eso, sumado a que el acceso a la información nunca fue más expedito y amplio que ahora, hace que esa curiosidad se transforme en una visión muy diferente del mundo, quizás no siguiendo lo que propone el economista y candidato, pero generando la necesidad de explorar nuevas opciones.

Las nuevas generaciones no esperan que les den soluciones, las buscan y las aplican sin esperar que accione alguna autoridad o les den permiso. Mire usted el ejemplo de Santiago Maratea y su labor solidaria, capaz de recaudar y reunir a millones de personas detrás de una causa aprovechando las herramientas que hoy tiene disponibles. Mire hoy, por ejemplo, el mundo de los streamers y los youtubers, chicos que buscaron su camino y que se dieron cuenta que con ingenio, trabajo y herramientas pueden llegar con sus mensajes al mundo entero. Incluso, mucho más allá de lo que pueden llegar los medios tradicionales que tiemblan ante el avance de las plataformas.

El futuro de las generaciones que comienzan a formarse no será A o B, porque entienden que en un mundo como el actual no tienen límites a la hora de pensar en opciones, incluyendo en eso los modelos de administración política y de votación, que avanzarán necesariamente al fin de las boletas en las que el ciudadano no decide, sino que la política instala sus nombres.

Todo indica, y espero que sea así, que en 20 o 30 años (porque lamentablemente los cambios reales son lentos) la conducción política no va a poder recurrir a "platita en el bolsillo" para ganar o dar vuelta un resultado electoral, porque no caerán en la trampa como hemos caído y seguimos cayendo nosotros. Y ojo, el plan "platita en el bolsillo" es ahora y también fue en el 2019, cuando Macri perdió las PASO. Es cosa de revisar y analizar los datos.

Entonces, nosotros vamos a tener que seguir sufriendo la argentina inviable, pero -por lo menos- pensando que nuestros hijos o nietos tendrán un país diferente. Hoy aparecen las primeras señales, señales que incomodan a los que han vivido durante décadas del caos, porque ven que no podrán mantener el poder a base de discursos vacíos y falta de gestión. Ante todo lo malo, por lo menos tenemos una razón para seguir remándola en un país inviable.



Esta nota habla de: