Argentina, un país habitado por clientes cautivos

El Dr. Eduardo Da Viá y otro escrito que sirve para despabilarnos.

Eduardo Da Viá

Lamentablemente y como si fuese resultado de un plan siniestro ex profeso diseñado, hemos ido quedando poco a poco como clientes involuntarios cautivos de la virtualidad.

Efectivamente, casi sin darnos cuenta, nos embretaron sagazmente en una especie de tobogán que desemboca no más en las computadoras tradicionales, sino en el celular.

Tomado de BBC News:

"Cada dos segundos se compra un artículo en eBay a través de su aplicación (app) celular mediante.

Una app es un programa que se instala en un dispositivo móvil ya sea teléfono o tableta- y que se puede integrar a las características del dispositivo, como su cámara o sistema de posicionamiento global (GPS).

Además se puede actualizar para añadirle nuevas características con el paso del tiempo.

Las aplicaciones proveen acceso instantáneo a un contenido sin tener que buscarlo en internet y, una vez instaladas, generalmente se puede acceder a ellas sin necesidad de una conexión a la red.

Cada vez más empresas están lanzando programas de este tipo para ayudar a sus clientes a encontrar restaurantes cercanos, por ejemplo.

Pero ¿permanecerán las apps por mucho tiempo?

Estamos viendo grandes avances en páginas para celulares y muchas de las características que se encuentran en una aplicación de pago, como animación, son cada vez más comunes en la web móvil", le comenta a la BBC Colin McCaffrey, de la empresa de tecnología móvil 2ergo."Es difícil afirmar que las aplicaciones se convertirán en una decepción cuando Apple ha tenido miles de millones de descargas en tres años".

"Apple está impulsando fuertemente las apps, pero al mismo tiempo Google está promoviendo la web móvil.

Lo que sí parece claro es que atraer a nuevos clientes a través de un dispositivo móvil se está volviendo cada vez más importante."

Sin entrar a discutir las bondades de las aplicaciones en cuanto a la velocidad de acceso a páginas por otra parte inaccesibles mediante la PC, es que han traído dos consecuencias dañinas; la primera es el indispensable requisito de poseer un celular inteligente capaz de admitir la instalación de la app y de procesar la información que provee, sin tener para nada en cuenta que muchas personas carecen de la posibilidad económica para adquirirlo y/ o carecen de la formación previa para entenderlo y utilizarlo; la segunda es que ha ido retaceando la comunicación telefónica persona a persona, vínculo muchas veces indispensable, sobre todo cuando de respuestas automáticas mediante opciones se trata, y que ninguna de ellas le permite al usuario expresar cuál es su problema personal y único y no previsto entre las posibilidades de solución que le ofrece el sistema, agotadas las cuales simplemente se interrumpe la comunicación.

Ambas consecuencias ocultan un submundo mucho más cruel que suele pasar desapercibido o infravalorado por el expectante cliente.

En primer término, el intercalado de propagandas en el período de espera para el progreso de la gestión, repetitivo y monotemático, busca sin dudarlo que se grave en nuestra memoria para luego transformarse en indispensable y promover así la adquisición de un bien la mayor parte de las veces innecesario.

En segundo término, la oferta de ayuda especializada por técnicos de sonriente efigie pero que cobran por el servicio, que consiste en proveer soluciones para problemas aviesamente excluidas en el programa en cuestión, precisamente para obligarnos a aceptar la oferta de los técnicos.

Las llamas telefónicas a los 0-800 o 0-810 indefectiblemente son respondidas por grabaciones automatizadas que ofrecen las famosas opciones numeradas y que a veces, y sólo a veces, ofrecen como última instancia, la conexión con uno de los agentes que, casualmente, están sempiternamente ocupados, con lo que automáticamente aparece la indeseada y antipática musiquita que pretende sumirnos en una especie de duermevela para aminorar la molesta espera, cosa que en mi caso al menos no solo no ocurre sino que va incrementando mi desagrado y mi rechazo, al sentirme claramente cosificado.

También me molesta el habitual tuteo que utiliza la grabación, como si fuésemos amigos, parientes o menores de edad, siendo que hemos sido educados en tiempos de usted y de tú o vos según el interlocutor con quien HABLÁBAMOS.

La intrusión de la propaganda emergente en todas las plataformas virtuales, es otro abuso y falta de respeto ineludible, pero que lejos de haberme acostumbrado a esas interrupciones, cada vez me molestan más porque las considero una violación de mi intimidad, sin faltar por cierto el desagradable componente erótico como es el caso de Alibabá y sus falsas señoritas groseramente exageradas en su anatomía mediante foto shop o simplemente producto del manejo de las posibilidades de crear imágenes que ofrecen los programas adecuados a tal fin.

Los bancos, esas temibles entidades supuestamente destinadas a guarecer nuestros ahorros, premiarnos con intereses mezquinos infinitamente menores que el producido que nuestros depósitos les rinden a ellos, fueron los primeros en irnos privando del contacto persona a persona con los empleados, para obligarnos al uso de los cajeros automáticos, muy útiles lo admito, en la época en que fueron opción, pero no cuando se transformaron en obligatorios.

Aquí aparece de nuevo la misma discriminación que implica operar solo y exclusivamente desde el celular o como en este caso, desde los cajeros.

E insisto en que se trata de discriminación dado que muchas personas no logran entenderlos, o como sucede con muchos ancianos que temen ver desaparecer sus dineros por las fauces de la máquina que los engulle sin garantía de recuperación, al menos entendible para ellos.

Para continuar, proporciono datos de una realidad paradojal que luce Argentina en el tema telefonía celular:

Según los resultados finales del informe de Industrias TIC Argentina 2022, el país cuenta con 59 millones de líneas de teléfonos móviles activas, de las cuales un 89% son prepagas y el 11% restante, con factura mensual. ¿Cuáles son, en definitiva, los sitios en los cuales hay más teléfonos móviles per cápita?

Según datos del Banco Mundial, los dos primeros lugares en la lista están ocupados por dos regiones administrativas especiales de China. Se trata de Macao (304 celulares cada 100 personas) y Hong Kong (239 celulares cada 100 ciudadanos).

En lo que concierne a América Latina, Panamá aparece en primer lugar, con 163 celulares por cada 100 personas. Luego figura la Argentina (159 por cada 100 ciudadanos) y Uruguay (155 cada 100).

Más arriba expresé lo de realidad paradojal, y lo reitero, por cuanto un país empobrecido, con la mitad de la población hambreada, con estudiantes secundarios que no entienden lo que leen, se permite el lujo de lucir las cifras precedentes, propias de países más ricos.

Es necesario aclarar esto porque muchos argumentarán que es un fenómeno mundial, yo diría mejor generalizado, de tal manera que podría no ser obligatorio como prácticamente lo es en nuestro país.

Lo que ocurre es que muchos argentinos son propensos a adquirir ropas y equipos caros para terciar en los niveles más altos de la sociedad.

Sabedores de este defecto, las grandes corporaciones movilizan su impresionante mercadeo para que todos compren un celular y no solo, sino que en lo posible se hagan dependientes y aún mejor: adictos.

Argentina, un país habitado por clientes cautivos

Por si fuera cada año aparece un modelo nuevo, que en sí no mejora sustancialmente las prestaciones habituales, sino que proporciona opciones superfluas o de pago.

Otra de las consecuencias de la automatización y del virtualismo, es la pérdida de puestos de trabajo.

En un informe de la UOC, Universitat Oberta de Catalunya titulado:

"NUEVAS TECNOLOGÍAS INCIDEN EN EL DESPIDO DEL EMPLEADO BANCARIO",

destaca que para el año 2017, había en España 25759 entidades financieras, con un total de 187.450 empleados, habiendo perdido entre 2008 y 2017, 83.450 puestos de trabajo como consecuencia de la introducción de las nuevas tecnologías.

Vale decir que la falta de la presencia humana detrás de la ventanilla de caja o del mostrador de "Atención al cliente" por una parte, y la solicitud por parte de la máquina de clicar nuestro DNI para continuar con el programa de respuestas, lo que nos transforma en un mero número, nos ha llevado al accionar en solitario y cuando de cajeros se trata, en especial los callejeros, siempre con el temor de la duplicación del número de la tarjeta, tecnología delictiva mediante, o del ataque directo de delincuentes que se introducen en la casilla y arma en mano nos obligan a realizar acciones para extraer y adueñarse de nuestros dineros.

He operado durante toda mi vida laboral con el Banco Nación sucursal Círculo Médico. Ahí me eran depositados mis haberes correspondientes a sendos empleos como médico en hospitales públicos y como docente en la Facultad de Medicina y luego la cuenta sueldo donde Anses deposita mi haber jubilatorio.

Éramos amigos con los empleados por el frecuente contacto; ellos fueron yéndose, despedidos o jubilados y yo me fui digitalizando obligado por los cambios de la metodología de trabajo del Banco por lo que hoy muy de vez en cuando ingreso al que fuera MI banco y los pocos empleados están detrás de rejas defensivas y la conversación es mediante aparatos transmisores de sonido, y limitado a escuetos, ¿Cuánto retira? o ¿cuánto deposita?

No más saber de nuestras vidas personales como en las épocas de ¿Se mejoró tu señora? o de ¿cómo andan los pibes?

Otro de los grandes daños producido por los celulares manejados por niños y adolescentes, es la no adquisición de un vocabulario rico, remplazado por abreviaturas, emoticones y avatares.

Este escrito tiene más de 1600 palabras que, fuera de las conjunciones y preposiciones de rigor, cuenta con verbos y sustantivos con pleno conocimiento de su etimología y uso correcto.

Hoy los adolescentes, manejan en promedio 300 palabras, cuando el idioma español cuenta con más de 93.000, según el Diccionario de la Real Academia Española.

Se estima que el léxico de una lengua es un 30% más que las palabras que aparecen en el diccionario.

Los hablantes nativos de un idioma suelen conocer entre 15.000 y 20.000 familias o raíces de palabras.

Por eso los adolescentes no entienden lo que leen, porque carecen del vocabulario indispensable para hacerlo

Sin palabras.

Nos guste o no somos un número, una cosa o un objeto viviente que sólo mira la pantalla de su celular.

¿Viviente?


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