Escena del crimen contaminada: el patrón de impunidad en los casos que marcaron la historia Argentina
El criminólogo Eduardo Muñoz analiza para Memo las dificultades detectades en la escena de muerte del fiscal Alberto Nisman.
Las recientes imputaciones de Román Di Santo, exjefe de la Policía Federal, y Luis Heiler, exjefe de la Prefectura Naval, reavivan una de las principales interrogantes en torno a la muerte del fiscal Alberto Nisman: ¿Qué ocurrió realmente en el lugar donde fue hallado? sin vida el 18 de enero de 2015?
Estas imputaciones, solicitadas por el fiscal Eduardo Taiano y delegadas al juez Julián Ercolini, apuntan a posibles irregularidades en la preservación de la escena del crimen.
A casi una década del hecho, estas deficiencias siguen siendo una barrera para alcanzar la verdad.
La manipulación de la escena del crimen no es una anomalía, sino un patrón recurrente en casos de alto perfil en Argentina.
Ejemplos como el caso María Soledad Morales y la desaparición de Loan Danilo Peña demuestran que estas prácticas pueden desviar investigaciones, sembrar incertidumbre y, en última instancia, consolidar la impunidad.
La escena del crimen: el pilar de toda investigación
El lugar donde ocurre un delito es un espacio único e irrepetible que contiene las claves para reconstruir los hechos.
Cada objeto, huella y elemento presente puede aportar información vital. Sin embargo, cuando la escena es contaminada -ya sea por negligencia o intención- se rompe la cadena de evidencia, se pierden pruebas esenciales y se distorsiona la narrativa del caso.
En el caso Nisman, la falta de preservación adecuada, el ingreso descontrolado de personas al lugar y la manipulación de objetos críticos comprometieron de manera significativa la investigación.
Estas acciones dejaron un vacío probatorio que, hasta hoy, alimenta teorías enfrentadas sobre suicidio, homicidio y encubrimiento.
Contaminación intencional: una herramienta de impunidad
En muchos casos, la manipulación del lugar del hecho no es fruto de errores, sino de una estrategia deliberada para proteger a los responsables o desviar la atención de los verdaderos culpables.
En el caso de María Soledad Morales, el encubrimiento tuvo como fin proteger a personas vinculadas al poder político de Catamarca. La escena fue alterada de tal forma que se perdió la oportunidad de recoger pruebas contundentes que vinculaban directamente a los autores del crimen.
Algo similar se observa en la desaparición de Loan Danilo Peña, donde la precariedad en la preservación del lugar y la falta de una investigación inicial robusta comprometen seriamente el desarrollo de la causa.
En ambos casos, la contaminación del lugar del hecho fue clave para sembrar incertidumbre y prolongar la ausencia de justicia.
Un rompecabezas irreparable
La contaminación de una escena del crimen permite construir un escenario lleno de contradicciones, donde las pruebas pierden su credibilidad. Este "caos probatorio" genera múltiples versiones que dificultan la resolución del caso.
En el caso de Nisman, las irregularidades iniciales en el manejo de la escena del crimen han sido el detonante de años de debate público y judicial sin un desenlace claro.
La verdad comienza en el lugar del hecho
El lugar del hecho es la base sobre la que se construye cualquier investigación criminal. Su manipulación, ya sea por negligencia o con intención, equivale a borrar pistas esenciales y abrir la puerta a la impunidad.
La pregunta que debemos hacernos es: ¿Qué se necesita para revertir esta realidad? La respuesta comienza con la voluntad política, la profesionalización de las fuerzas de seguridad y un compromiso social con la verdad y la justicia.
La escena del crimen es más que un espacio físico: es el punto de partida para reconstruir la verdad, honrar a las víctimas y restaurar la confianza en las instituciones. Sin un manejo adecuado, la justicia queda en manos del azar, y con ello, todos perdemos.