Es imperioso replantear integralmente el sistema logístico que compone el paso Cristo Redentor
Producto de la pandemia, la logística internacional está atravesando una crisis sin precedentes.
Las exportaciones mendocinas tienen como factor determinante un costo logístico asociado que indudablemente impacta directamente en su competitividad en el mercado internacional.
Llegar a los puertos de despacho para enviar la producción a destinos de ultramar, ya sea por el Océano Pacífico (puertos de Chile) o por el Atlántico (Buenos Aires, Montevideo), lleva asociado un gasto de transporte terrestre que no se puede evitar y que sin dudas, es un componente del costo que puede dejarnos fuera de competencia.
Dentro de esta dinámica, existen situaciones puntuales que requieren un análisis particular: el puerto más cercano en la costa chilena, a través de su principal paso, el Cristo Redentor, que cuenta en la localidad de Uspallata con un área de control integral de despacho de mercaderías.
Allí confluyen organismos de ambos países que son los encargados del registro documental y control de las cargas, tratando de convivir en forma no integrada, situación que históricamente ha generado demoras y burocracia, pérdidas sustanciales de tiempo y por sobre todo, incremento en el costo.
Autoridades competentes de Argentina y de Chile no han llegado a ningún consenso que permita dinamizar y eficientizar el trámite de registro de mercancías que circula de un país a otro, trayendo perjuicios de diversa índole a la dinámica del Comercio Internacional. Este es un problema que los empresarios intentan visibilizar desde hace muchos años y que ni desde Argentina ni desde Chile, existen intenciones de solucionar.
A todo esto, se suma el factor climático que paraliza el transporte internacional en forma arbitraria, con criterios de interrupción que no utilizan los sistemas de medición meteorológica modernos que permiten con un precisión admirable predecir los fenómenos climáticos y así, no provocar una parálisis total por prolongado periodos de tiempo.
Esto no hace más que sumar días de inactividad del paso sin sentido, trayendo pérdidas de consideración al comercio internacional en general. A esto, se agrega la carencia de infraestructura, servicios y comodidades básicas para camioneros en situaciones de espera.
Lo enunciado condena sistemáticamente a los conductores a pasar peripecias propias del siglo pasado, permaneciendo durante días, muchas veces expuestos al frío o al calor, sin servicios y con la permanente presión de cumplir con su tarea, ante burocracia de dos países a la que poco le importa su situación y por consiguiente, alentar el comercio internacional.
Una evaluación humanitaria de lo que deben pasar los choferes, no resiste análisis, ni defensa alguna. Están abandonados a su suerte y deben ayudarse entre ellos para superar las penurias a las que son sometidos. Decirlo a través de estas líneas es sencillo y fácil, sufrirlo es otra cosa.
Todo lo expuesto hace que el tránsito de mercaderías por el paso Cristo Redentor esté marcado por una incertidumbre difícil de medir y que se ve reflejada en costos económicos mayores. Los empresarios, sobre todo los pyme, pagan estas demoras y arbitrariedades con pérdidas y en muchísimos casos, con la imposibilidad de concretar negocios.
La pandemia por COVID-19 vino a agravar la situación: el cumplimiento de protocolos establecidos, no hizo más que complejizar los trámites e incrementar las demoras, costos y la incertidumbre asociada al momento de tratar de cumplir con los requisitos legales establecidos.
Producto de la pandemia, la logística internacional está atravesando una crisis sin precedentes, que se ha agudizado de cara a la vuelta a la normalidad a nivel mundial y que pone nuevamente sobre el tapete las deficiencias estructurales de la logística asociada al comercio internacional en la región.
Para agravar esta situación, a nivel internacional, el Comercio está padeciendo un incremento global de los costos de transporte marítimo, lo que tiene múltiples causas y en la región, ha determinado un crecimiento exponencial de la demanda de los servicios de registro y control de la mercadería en el paso Cristo Redentor. Esto es debido a la circulación adicional a gran escala, de camiones provenientes de distintos lugares, que generan un cuello de botella.
Estas situaciones han llevado a que el precio del flete marítimo se incremente notablemente y lleva a las empresas a aumentar sus costos asociados, situación que se puede observar en una suba en la mayor parte de los precios de productos importados, principalmente los que llegan de ultramar. Este contexto ha influido en mayor o menor medida en que el flujo de camiones por el Paso Internacional Cristo Redentor colapsando la prestación de Servicios de la zona de Control integral de Cargas en Uspallata.
Independientemente de esta situación de coyuntura internacional, es imperioso volver a poner de manifiesto la urgencia de replantear integralmente todo el sistema logístico que compone el Paso Cristo Redentor. De acuerdo a opiniones de operadores logísticos vinculados a la actividad del transporte terrestre, la solución de los crónicos problemas que existen, reviste una complejidad tal que es necesario hacer un replanteo integral, con la intervención e involucramiento activo de autoridades nacionales de ambos países.
Ello permitirá consensuar y promover los cambios necesarios para dotar al lugar de las inversiones e innovaciones operativas sustanciales, otorgando mayor eficiencia a las actividades de control que se desarrollan en la zona. Indudablemente, la opinión y las propuestas de los agentes intervinientes en las actividades de Comercio Exterior, tanto a nivel funcionarios de Control, como operadores logísticos son la génesis de donde partir para lograr un servicio eficiente y a la altura que la actividad de Comercio Internacional y nuestra economía necesitan.
Daniel Ariosto
Presidente de UCIM