Día de la Madre con cada vez menos hijos: causas y consecuencias
La fecundidad en Argentina cayó 36% entre 2014 y 2022, alcanzando un promedio de 1,4 hijos por mujer en edad fértil según el censo de 2022
En Argentina las mujeres tienen cada vez menos hijos/as: la fecundidad cayó 36% entre 2014 y 2022. Según el último censo (de 2022), cada mujer en edad fértil tiene en promedio 1,4 hijos, mientras que en el censo del año 2000 eran 1,7, y en 2010 ya había caído a 1,5. Buena parte de esta caída en la fecundidad se debe a una gran noticia: viene cayendo el número de embarazos adolescentes. El porcentaje de mujeres madres de 15 a 19 años bajó de 13,1% en 2010 a 6,4% en 2022. Estos pueden parecer cambios menores, pero para las tendencias demográficas son muy significativos.
Estos números implican que Argentina está envejeciendo y lo está haciendo más aceleradamente de lo que habíamos esperado. Esta caída en la fecundidad se conjuga con la mayor longevidad para enmarcar lo que se conoce en la literatura especializada como "bono demográfico". Este bono ocurre cuando un país experimenta un aumento relativo de la población en edad de trabajar (entre 15 y 64 años) en relación con la población dependiente (niñas, niños, adolescentes y personas mayores que ya no trabajan).
Para comprender sus implicancias es útil imaginar esto a nivel familiar. Pensemos en una familia que hoy tiene una pareja en edad activa de 37 y 41 años, una hija de 10 años y vive con una de sus abuelas que se acaba de jubilar, de 61 años. Son dos personas en edad activa y dos personas dependientes. Proyectemos la conformación de esa familia en el año 2049. La pareja tendrá 62 y 66 años, la niña ya será adulta y tendrá 35 años y la abuela puede muy probablemente seguir con vida a los 86 años. Dentro de 25 años, esa niña ya adulta tendrá que mantener a 3 personas dependientes. Sería deseable que esa familia realice inversiones mientras tiene más personas activas que le permitan tener retornos una vez que haya más personas dependientes que personas activas (en 2049).
Esto que sucede en esta familia pasará también a nivel país. Urge que aprovechemos el "bono demográfico" para realizar las inversiones que nos puedan dar retornos en el futuro. ¿Cuáles son? Esencialmente aquellas que nos hagan más productivos. Esto incluye invertir en infraestructura, en innovaciones tecnológicas, en capital físico, y también supone mejorar nuestra calidad institucional y el clima de negocios. Pero todo esto será inocuo sin un factor clave: el capital humano.
Necesitamos que las personas que estén trabajando cuando termine el bono demográfico sean mucho más productivas de lo que nosotros somos actualmente. ¿Cómo se logra eso? Invirtiendo en educación y, especialmente, en la primera infancia. Al menos, hace una década que Argentina concentra sus peores indicadores en las familias con niños y niñas. Esto sucede porque, ante la llegada de un hijo, cada familia tiene que decidir si sacrifica ingresos (dejando de trabajar o pagando servicios de cuidados) o sacrifica cuidados. Esta disyuntiva se da porque tenemos un sistema muy débil de cuidados. Solamente el 32% de los niños/as de menos de 5 años accede a un establecimiento de crianza, enseñanza o cuidados (que incluye tanto a los jardines maternales, como a centros comunitarios, públicos, privados, entre otros). El dato más triste es que esa cobertura pasó del 32% en 2011 al 33% en 2021, cuando la cantidad de niños en esa edad decreció (lo que probablemente explique casi la totalidad del aumento).
En este contexto, este Día de la Madre nos invita a reflexionar sobre los desafíos estructurales que enfrentamos las mujeres al formar familias en Argentina. La caída de la fecundidad y el envejecimiento acelerado de nuestra población no solo implican cambios demográficos, sino también retos económicos y sociales que tenemos que abordar urgentemente. Para garantizar un futuro próspero y sostenible, es esencial que aprovechemos el "bono demográfico" invirtiendo en políticas públicas que fortalezcan el capital humano y los sistemas de cuidado. Mejorar el acceso a la educación y los servicios de cuidado desde la primera infancia no es solo una cuestión de equidad sino una prioridad estratégica para el desarrollo del país.