El cuento del pastorcito mentiroso
Los "apuntes para mantener fresca la memoria" de la periodista y docente de Periodismo Norma Abdo.
Los argentinos no nos podemos curar de espanto. Vivimos como en el cuento del pastor que cuidaba ovejas y un buen día, de tan aburrido que estaba, empezó a gritar "lobo"..."lobo"... y los habitantes de la aldea acudían en su ayuda, pero simplemente era una broma. Tantas veces hizo la misma broma, que cuando apareció realmente el temido animal, nadie respondió y el pastorcito perdió sus ovejas en las garras del lobo.
Y esta historia viene a cuento de las mentiras que escuchamos de los políticos cuando necesitan el voto pero que al llegar al poder hacen y deshacen a expensas del sufrimiento del pueblo, pidiendo esa palabra que resuena en nuestros oídos casi como una burla: paciencia. Paciencia tenemos los argentinos desde hace décadas, mientras aumenta la pobreza, la indigencia, la desocupación, los índices de inseguridad, nivelando todo hacia abajo, pero con una sola excepción. No otra que los aumentos de los servicios esenciales, que no se incluyen cuando se mide la inflación. A diario leemos, vemos o escuchamos el bombardeo de noticias, en el que una va tapando a la siguiente, siempre sin poder perder la capacidad de asombro.
Pero más allá de las penurias económicas, de los juegos de poder, del nombramiento diario de funcionarios (aunque digan que disminuyeron los ministerios), de los juegos del gato y el ratón entre los políticos, de los excesos en la verba, de las incongruencias entre el decir y el hacer, vemos a diario sectarismo y violencia, culto al líder, negacionismo de los errores, autoritarismo disfrazado de libertad, mentiras que se disfrazan de democráticas. El gatopardismo (cambiar todo para que nada cambie), un síndrome que se profundiza en la Argentina, al igual que la hipocresía con la que muchas veces actúan dirigentes políticos o sindicales.
Pastorcito 1
Pero volviendo al cuento del pastorcito mentiroso, me gustaría citar dos situaciones recientes que son a mi criterio representativas de lo que nos pasa y que han golpeado fuerte a nuestra sociedad y que ciertamente nos llaman a la reflexión. Una, que nos remite a los tiempos más negros de nuestra historia, como fueron los años de dictadura militar que significaron desaparición, tortura y muerte entre 1976 y 1983 (sin olvidar los tiempos de Onganía). Me estoy refiriendo en primer lugar a los "representantes" del pueblo (diputados) de la Libertad Avanza (¿qué entenderán por libertad?) que tuvieron la falta de ética política, el desprecio por lo que significa el resultado de un juicio histórico como el realizado en el retorno a la democracia y la cobardía de ir a visitar a genocidas que hoy piden la clemencia que ellos no tuvieron.
Y lo que es peor, una diputada nacional por Mendoza perteneciente a esa misma fuerza, Lourdes Arrieta, que dice ser comunicadora social, y que fue al penal de Ezeiza, estuvo con el "ángel rubio" o "ángel de la muerte" Alfredo Astiz y con otros genocidas, y finge desconocimiento de la historia reciente debido a que apenas tiene 30 años. Lo primero que habría que analizar entonces cómo siendo comunicadora social (¿???) puede alegar desconocimiento de nuestra historia y lo que es peor, siendo una diputada nacional. Tan infantil fue su argumento (porque no lo vivió debido a sus 30 años)- que resultaría risible si no fuera tan indignante su visita como su excusa. No fueron a ver a unos viejitos enfermos que agonizaban en la cárcel, sino a genocidas que buscan la domiciliaria (con proyecto mediante) cuando las penas por delitos de lesa humanidad son imprescriptibles. Los diputados de la Nación deberían saberlo.
Mientras, el presidente Javier Milei apuntaba los dardos contra Nicolás Maduro tras las elecciones en Venezuela, definiéndolo claramente como dictador (como lo que es), criticando las detenciones y desapariciones de opositores al régimen, los diputados libertarios visitaban a genocidas en Ezeiza. ¿Contradicciones de la política? ¿O doble vara? Hoy, los que la pusieron en una banca fingen enojo, pero nada hacen.
Pastorcito 2
El expresidente Alberto Fernández también parece haberse contagiado del pastorcito del cuento. Mintió tantas veces que finalmente nadie le creyó. Años antes de ser ungido como candidato a la Presidencia por Cristina Fernández de Kirchner para el período 2019/2023, decía entre tantas cosas, que "Cristina tiene una enorme distorsión de la realidad", que (2008 al 2015) "la presidenta tiene que saber que no me voy a callar" y que "el mal manejo de la economía ha llevado a la Argentina de vuelta a tener déficit fiscal", que "no acumuló reservas, sino que se está gastando las reservas del Central".
Claro, en 2019 (ya presidente electo) fingió amnesia y cuestionó las causas judiciales contra CFK, cuando antes hablaba de corrupción", criticando a la Justicia (aunque antes había dicho que su compañera del binomio presidencial interfería en la justicia).
Más allá de sus promesas de campaña por todos conocidas, de su pésima gestión, o mejor dicho su no gestión, nos venimos a enterar, además, que el defensor número uno (en lo discursivo) de la mujer, terminó siendo acusado de violencia de género contra su pareja Fabiola Yáñez durante su mandato (y antes también). Y lo que es peor, el negacionista y desmemoriado expresidente, fue descubierto a través de otra causa, la de los seguros del Nación, algo que nunca imaginaría. Este señor nos "gobernó" durante cuatro años, nos mintió, nos quiso hacer creer que nos cuidaba y mientras en Olivos todo era un descontrol, muchos se hacían los distraídos sobre sus tropelías personales e institucionales. ¿El poder corrompe o cuando lo detentan les ataca el síndrome de la impunidad?
"Miente, miente, miente, que algo quedará y mientras más grande sea una mentira, más gente lo creerá", decía Joseph Goebbels, mano derecha de Adolf Hitler. Pueda ser que los argentinos no naturalicemos las mentiras que nos vienen tirando a través de tantos años y aprendamos a que esas nefastas palabras no deben contaminar a nuestra república. No permitamos que, para evitar la enseñanza del cuento del pastor mentiroso, lleguen a la aldea otros pastorcitos usando otros ardides para entretenerse, perdiendo finalmente a todas las ovejas.
Memoria, memoria, memoria.