Derecho a la educación: breve reseña de un proyecto inmenso
La experta en educación Isabel Bohorquez reconstruye la historia del sistema educativo argentino, con Sarmiento como protagonista, ante el olvido de cierta dirigencia oportunista.
Escribo estas líneas pensando en cuántas personas quizá, hayan olvidado o desconozcan los orígenes de un proyecto colosal como fue el de establecer un sistema educativo que llegara a todos los rincones de un país que recién estaba armando sus piezas al modo de un complejo y cruento rompecabezas.
Durante estas últimas décadas hemos escuchado de boca de políticos, arengadores y militantes de diversa especie que la educación es un derecho y que por lo tanto la educación pública, gratuita y obligatoria es un logro incuestionable.
Coincido con ello por supuesto. Pero quiero hacer un poco de historia para darle algo de perspectiva a la educación que tanto debemos defender.
Corría el siglo XIX y en toda la región de lo que después se denominó América Latina se iban sucediendo las revoluciones independentistas del dominio español o portugués.
La nuestra, la revolución de Mayo de 1810 sería el comienzo de un doloroso y difícil proceso de hacernos patria en una región aún habitada por pueblos originarios en guerra hasta donde pudieron, grupos de inmigrantes que venían escapando al hambre y la miseria de Europa u otros territorios lejanos, pobladores criollos, mestizos, gauchos, españoles, ingleses y de orígenes variopinto.
Nuestra patria aún en formación, mostraba ya las marcas de una lucha interna entre el centralismo porteño y el federalismo de las provincias fuertes (proceso que todavía no hemos resuelto).
En 1853, sólo 13 provincias firmaron la Constitución Nacional que fundó la Confederación Argentina: Jujuy, Salta, Tucumán, Catamarca, La Rioja, San Juan, Mendoza, San Luis, Santiago del Estero, Córdoba, Santa Fe, Corrientes y Entre Ríos.[1]
Buenos Aires se mantuvo separada de la Confederación Argentina. Aunque considerado un aislamiento provisorio, en 1856 las tensiones entre ambos Estados aumentaron por el fracaso de la política del statu quo, la sanción de los derechos diferenciales y la disputa diplomática por el reconocimiento exterior. En este contexto, Bartolomé Mitre propuso la nacionalización del Estado de Buenos Aires y su transformación en "La República del Río de la Plata"[2].
Qué diferente sería nuestra historia si Buenos Aires hubiera sido república del mismo modo que Uruguay...países hermanos, pero independientes...
En efecto, la Constitución nacional sancionada en 1853 definió una federación que se consolidaría por la delegación en el poder nacional de ciertas facultades por parte de los gobiernos provinciales. Como la provincia de Buenos Aires se negó a encolumnarse tras las demás en este sistema político, convivieron hasta 1862 dos Estados en el territorio de las ex Provincias Unidas del Río de la Plata: el de Buenos Aires y el de la "Confederación" de las provincias liderado por Justo José Urquiza (hasta entonces gobernador de Entre Ríos). Ambos Estados lucharon durante una década por consolidar sus estructuras económicas y político-institucionales y por obtener la unidad y supremacía nacional.[3]
Con el antecedente de la ley de 1862 de asignación de las tierras nacionales y la dictada en 1872 para incorporar el territorio del Chaco -luego extendida a la Gobernación de la Patagonia y Misiones-, en 1884 el Congreso sanciona la ley 1532 por la cual se crean nueve Territorios Nacionales: Misiones, Formosa, Chaco, La Pampa, Neuquén, Río Negro, Chubut, Santa Cruz y Tierra del Fuego. En 1899 se establece el territorio de los Andes y por decreto de 1943 es disuelto e incorporado a las provincias limítrofes.[4]
Basten estos párrafos para reflejar una pequeña parte de lo que sucedía en ese entonces.
Sarmiento durante la presidencia de Roca fue el impulsor y autor de la Ley 1420, primera ley de educación en esta naciente Argentina.
Ley sancionada en base a un proyecto de nación que concibió la educación como eje vertebrador e igualador.
A la escuela concebida por Sarmiento fueron varones y mujeres sin distinción de género. Toda una revolución paradigmática para la sociedad colonial de entonces que no incluía a las mujeres del mismo modo que a los hombres.
A la escuela concebida por Sarmiento fueron los hijos de los criollos, de los inmigrantes, de los españoles y de los indios (me permito la expresión).
A la escuela concebida por Sarmiento fueron a aprender a leer y a escribir, cálculo y ciencias, escuela laica y precursora de la formación técnica, para el desarrollo y el progreso.
La historia que se narró después no fue justa con Sarmiento y fue esa misma narrativa histórica quizá, la que se atribuyó el gran logro del derecho a la educación.
Como si hubieran inventado la pólvora, fueron diferentes momentos y sectores políticos a lo largo de estos dos siglos, los que se envolvieron en la bandera de la educación para decir de si mismos que eran los adalides de los derechos y particularmente, de los derechos a la educación pública.
Tal vez por eso mismo, se olvidaron a propósito de Sarmiento, así como de tantos hombres y mujeres que fundaron la patria chica, Argentina y la patria grande, América Latina.
La ley 1420 aconteció en 1884, en medio de nuestras peleas internas por definir qué quería decir patria.
En Uruguay la ley primera de educación pública, gratuita y obligatoria se sancionó en 1876 de la mano de Varela, amigo de Sarmiento.[5]
En Chile, ocurrió algo después, en 1920.[6]
Sin pretender dilatar más las referencias, me atrevo a opinar que, en toda la región, la educación se consideró central para la consolidación de los países nacientes, su progreso y su desarrollo. Intercambiaban ideas, teorías, métodos, no tenían nada, muchas veces solo pobreza, hambruna y conflictos armados.
Fuimos, junto con Uruguay, países de vanguardia en la consolidación jurídica e institucional en la región. Y las ideas de igualdad educativa, igualdad de género e igualdad de oportunidades tuvieron como cuna y abrazo a los hombres y mujeres de ese tiempo histórico.
Voluntades férreas e inclaudicables que alcanzaron, para los desafíos epocales y los escasos recursos con los que contaban, armar, extender y consolidar el sistema educativo que conocemos.
¿Qué nos pasó?
"Nuestras dificultades comparadas con las que vivió el país en tiempos de Sarmiento, son absolutamente menores" dice Julio Crespo en su obra Las maestras de Sarmiento.[7]
Por mi parte, conservo el anhelo de que logremos estar a la altura de nuestras propias circunstancias históricas.
Cierro con una cita a la que ya he acudido en otra oportunidad, pero me parece tan esclarecedora que vuelvo a ella una vez más:
"Una anécdota reciente del gran maestro de América -reciente, pero suya- renueva esas esperanzas. Era necesario cambiar su deteriorado féretro. Se hizo, y cuando un familiar quiso retribuir la tarea de los operarios de la Recoleta con una propina, el capataz la rechazó diciendo: ´No, por este no cobramos, Éste nos enseñó a leer´"[8]
[1] https://continuemosestudiando.abc.gob.ar/contenido/la-construccion-historica-del-territorio-de-la-republica-argentina-2/
La construcción histórica del territorio de la República Argentina
[2] http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0524-97672018000200002#:~:text=Desde%201852%2C%20Buenos%20Aires%20se,diplom%C3%A1tica%20por%20el%20reconocimiento%20exterior. "La República del Río de la Plata": El Estado de Buenos Aires y la nación en 1856
[3] https://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0186-03482013000300004
Acerca del aprendizaje y la conformación político-institucional nacional. Una relectura de la "Confederación" argentina (1852-1862)
[4] file:///C:/Users/Admin/Downloads/Dialnet-LaHistoriografiaDeLosTerritoriosNacionales-3740444.pdf
La historiografía de los Territorios Nacionales: un campo en construcción
[5] https://www.anep.edu.uy/destacada-1/el-visionario-que-transform-educaci-n-en-un-derecho-igualitario-y-accesible-para-todos
[6] https://www.revistadeeducacion.cl/hitos-la-historia-del-mineduc/#:~:text=26%20de%20agosto%20de%201920,La%20educaci%C3%B3n%20primaria%20es%20obligatoria.
[7] Julio Crespo, Las maestras de Sarmiento, Ed Grupo Abierto, Buenos Aires, 2007, pp. 21
[8] Ob.Cit. pp.21