Edesur: el Gobierno parece dispuesto a tropezar con la misma piedra

"Siendo presidente Néstor Kirchner, se decidió frenar los ajustes tarifarios, y nació la montaña de subsidios que terminaron con el superávit fiscal que era una de las bases de la estabilidad económica de esa época".

Marcelo Cantón

El kirchnerismo parece dispuesto a tropezar con la misma piedra con la que chocó duro en la década pasada: la energía. Internas feroces, falta de inversiones, amenazas a concesionarios privados, subsidios crecientes son el recorrido que vuelven a encarar y que dejan en suspenso al que debería ser uno de los puntales de la recuperación del país. El caso Edesur, esta semana, resumió todo eso.

La puja había arrancado a mediados de mes, cuando los intendentes del conurbano sur más ligados al kirchnerismo reclamaron al ente regulador de la electricidad, el ENRE, por los cortes de luz de Edesur. Pero esta semana el tema se puso sobre la mesa con fuerza, transformado en el reclamo de quitar la concesión a la distribuidora de electricidad. Entre los accionistas de la dueña de Edesur, la compañía ENEL, están el Estado italiano, cuyo apoyo fue clave para el acuerdo con el FMI, y el fondo BlackRock, el mismo con el que el Gobierno está pujando estos días para hacer un acuerdo por la deuda. Impacto negativo en las relaciones internacionales asegurado.

"Esta vez van de abajo para arriba, para que no pase lo mismo que con Vicentín", dice un hombre del gobierno, pero no K. El planteo sería que si el kirchnerismo entendió que fracasó con la estatización de la empresa granera porque la intentó imponer desde la cúpula del Gobierno sin haberlo explicado lo suficiente, ahora busca un avance más sólido en el caso de la distribuidora de energía: este sería un reclamo que arranque "desde las bases". Algo más seguro, que signifique una definición ideológica del rumbo de gobierno, al menos para los que lo impulsan. Pero los caminos de las internas oficialisas son complejos.

El miércoles, el secretario de Energía Sergio Lanziani se reunió por la mañana con los intendentes del conurbano sur que empujan el quite de concesión de Edesur. Estaban Fernando Gray (Esteban Echeverría), Mariano Cascallares (Almirante Brown), Jorge Ferraresi (Avellaneda), Juan José Mussi (Berazategui), Andrés Watson (Florencio Varela), Martín Insaurralde (Lomas de Zamora) y Mayra Mendoza (Quilmes), entre otros. Pero el ministro de Desarrollo Productivo, Matías Kulfas, no estaba al tanto del encuentro, porque no se habla con su secretario. Entonces citó esta misma tarde a una reunión con la misma agenda y los mismos participantes. Sin Lanziani, claro. Las internas están que arden en Energía, valga la redundancia. Difícil coordinar una política en ese contexto.

¿Cuál sería la razón del quite de concesión? Los intendentes se quejan de los cortes de servicio. Pero estos estarían concentrados en los barrios carenciados, según la compañía, y desde la gestión anterior del kirchnerismo las distribuidoras de electricidad sólo ponen una conexión en la entrada de esos barrios, y dentro de los mismos el servicio es responsabilidad del Estado. Fue de la provincia, y ahora de los municipios. En su momento, Julio De Vido montó el plan "Mas cerca", para que los municipios hicieran las conexiones de esos clientes. "Con suerte se concretaron el 10%", dicen en el sector. El resto del dinero no llegó a destino.

Si de dinero se trata, también los municipios deben pagar por esa energía que las distribuidoras le entregan para los barrios carenciados. En Edesur dicen que las intendencias del conurbano les adeudan $ 3.000 millones en ese concepto. Los distritos de los intendentes que más reclaman son, casualmente, los que más incrementaron la demanda de energía para barrios carenciados, que no pagan: en dos años, 105% en Florencio Varela 40% en Lomas de Zamora, 20% en Quilmes. Otra buena razón para la pelea.

"Pero en el fondo hay una cuestión ideológica, gran parte del kirchnerismo cree que todos los servicios públicos deben ser estatales, y quieren seguir avanzando en esa línea", dicen desde el sector privado, poniendo en la lista a Aguas Argentinas, YPF, Correo Argentino, los trenes de pasajeros, ARSAT, Aerolíneas Argentinas, entre otras. Alberto Fernández y su gobierno no se expidieron aún sobre el tema Edesur, lo que algunos toman como una diferencia con esos sectores estatistas. Otra interna pendiente de resolución.

En tanto, las tarifas están congeladas, poniendo presión sobre los subsidios que debe pagar el Estado. O quebrando más aún el equilibrio de las empresas. Por caso, esta semana el kirchnerismo avanzó con la derogación de un decreto de Mauricio Macri por el cual el Estado se hacía cargo de compensar a las empresas gasíferas por la devaluación de 2018. ¿Quién paga el costo de la energía? Es una pregunta sin una respuesta clara aún. Pero la propia YPF estaría preocupada por esa iniciativa, que la deja al borde de tener que devolver dinero. ¿Nadie consultó a la principal empresa petrolera del país, casualmente estatal?

Así, el recorrido del caso Edesur esta semana es un resumen de lo que pasa en todo el sector Energía. Internas, falta de un plan definido, amenazas a los privados, falta de inversiones, subsidios crecientes. Razones que llevaron a que lo que iba a ser una locomotora de la recuperación del país, a que Vaca Muerta sería el puntapié inicial del país, hoy sea un nuevo lastre. Los técnicos ya señalan que el año próximo habrá que volver a importar gas, ni más ni menos.

Y, así, el kirchnerismo vuelve a tropezar con esta piedra. Siendo presidente Néstor Kirchner, se decidió frenar los ajustes tarifarios, y nació la montaña de subsidios que terminaron con el superávit fiscal que era una de las bases de la estabilidad económica de esa época. Esos congelamientos, además, terminaron afectando también las inversiones en la producción de energía, y así el país pasó de ser exportador a ser importador de gas, golpeando al otro superávit, el externo. Esa combinación puso presión sobre el dólar y la inflación, que terminaron afectando las chances electorales del kirchnerismo. La piedra sigue allí, y algunos parecen decididos a tropezar otra vez con ella.

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