Expectativas deterioradas

La confianza del mercado en Milei ya no es la misma. Lo que empezó bien, hoy genera dudas. Errores no forzados por doquier. ¿Se dará cuenta el presidente de los cambios necesarios? Escribe Sebastián Laza.

Sebastián Laza

La gestión económica del presidente Milei empezó con señales claras y contundentes, muy valoradas por el mercado en su momento: equilibrio fiscal, no financiamiento del BCRA al Tesoro, y mejora del tipo de cambio oficial, entre las principales. De esta forma, los primeros meses se redujo fuertemente la brecha cambiaria y el riesgo país, junto a una importante valorización de activos financieros nacionales, y en general, buen humor inversor. Confianza que le llaman.

Sin embargo, hay que reconocer, el crédito del mercado nunca fue al ciento por ciento. Hay, al menos, dos cuestiones que siempre hicieron ruido: el ritmo de devaluación mensual del 2% (versus una inflación superior) y el excesivo ajuste fiscal (equilibrio financiero es más severo que el primario), que podían llevar la economía real a un desplome severo, del que le costara recuperarse. Y eso es lo que está pasando hoy, a casi 7 meses transcurridos, se eligió atrasar demasiado el tipo de cambio real y profundizar la recesión para que la inflación bajara más rápido (lo están logrando), pero con un costo en actividad, empleo y recaudación fiscal cada vez más importante, lo que le empieza a quitar sustentabilidad al ajuste.  

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Sumemos a esto los errores no forzados: en el afán por licuar pasivos monetarios más de prisa, el gobierno decidió bajar tasas de interés de referencia a niveles que distorsionaron el equilibrio entre instrumentos en pesos y en dólares, lo que empezó a generar turbulencias con los dólares paralelos (brecha cambiaria actual del 50%). Y la frutilla de la torta, el traspaso de deuda remunerada del BCRA al Tesoro (anunciado la semana pasada), que, en su afán de evitar la monetización del déficit cuasi-fiscal (canilla de emisión), solo ha empeorado las expectativas, porque mete cierta incertidumbre sobre el balance de los bancos privados, entre otras cuestiones técnicas que no convencen.

Como si todo esto fuera poco, sumemos las dudas que el plan genera en el FMI, que en su último reporte cuestiona la consistencia cambiaria de lo que se está haciendo, y sugiere claramente acelerar la salida del cepo cambiario, entre otras advertencias.

Pero el ruido no es solo económico, también está el político. La Administración Milei no logra amalgamar señales de confiabilidad: le cuesta mucho construir gobernabilidad, con alianzas que aún no se ven sustentables. Así y todo, obtuvo su primera ley (Ley Bases), con algunos elementos interesantes para la economía, como el RIGI, pero igual luce insuficiente para todo lo que el país necesita. De hecho, cuando se compara, por ejemplo, con los cambios que pudieron hacer Menem-Cavallo en los '90, la cohesión política fue fundamental en aquel momento, mientras que hoy se está lejos de esa fortaleza.

En síntesis, pareciera estar gestándose, tras un semestre de gestión, una especie de tormenta perfecta entre a) errores no forzados en política macroeconómica, b) debilidad política y escasas habilidades de gobernanza del presidente, y c) economía real demasiado estancada, que han puesto en zona de riesgo la política económica de LLA, generando incertidumbre, interna y por sobre todo en Wall Street. ¿Podrá la Gestión Milei enderezar el barco? Creemos que todavía está a tiempo. Con nuevas medidas (y quizás nuevo ministro), el presidente debería poder convencer al mercado y al FMI, que la salida del cepo es posible más rápido (no en una indefinida "etapa 3"), lo que probablemente le implique abandonar su meta de inflación mensual del 2% para fin de año (objetivo no sustentable con dólar pisado y tarifas pisadas), diseñando un nuevo mecanismo monetario-cambiario, más consistente, que le permita achicar la brecha cambiaria, y con ello generar más dólares (reservas) que permitan unificar el mercado cambiario sin grandes sofocones. Veremos si el presidente logra estructurar estos cambios que pide el poder financiero (y una buena cantidad de economistas locales), de lo contrario probablemente veremos una economía cada vez más recesiva, con menos empleo, y más penuria social, lo que sería complicado, porque iría menguando el apoyo electoral. El tercer trimestre del año será clave, allí se verá si hay correcciones en el sentido adecuado, o si todo empeora.

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