Inflación: la espiral que no se detiene
"Familias enteras son expulsadas a países limítrofes o de otros continentes, ante la desesperanza y desaliento existentes y más y más profesionales, formados y de probada excelencia se van del país en busca de una vida digna para ellos y sus familias", escribe el presidente de la UCIM, Daniel Ariosto en esta columna.
Esta semana, como siempre, y acentuado en los últimos meses, el país ve como la inflación impacta de manera directa en la economía. Fuera de ser frenada parece seguir acelerándose. Se prevé que en octubre el índice será aún más alto de lo que fue en septiembre.
Fuera de todos los incrementos permanentes, este mes se trató un ítem muy sensible y es el tema de los sueldos, a través de las paritarias de sectores clave. Los camioneros cerraron con un incremento de 107 % más un bono de 120.000 pesos. Los bancarios también cerraron con un 100%.
Estos incrementos preocupan a los empresarios. No porque no los consideren justos. Es evidente que, si los sueldos no le ganan a la inflación, más y más gente caerá bajo la línea de la pobreza o indigencia. Pero por experiencia y una larga historia, sabemos que estos aumentos provocarán un efecto dominó no solo por lo que reclamen otros gremios, sino que, el transporte influye fuertemente en el precio final de los productos. Es porque los empresarios del transporte no tienen otra salida que trasladar los aumentos a los costos y estos, se trasladarán a los productos y es así es que la espiral no se detiene.
Entre la falta de dólares y la abundancia de deudas, el Presupuesto parece de otro país
Pero a los empresarios de otros rubros y actividades comerciales, industriales o de servicio, nos preocupa no solo el presente, sino también que en marzo vamos a tener que sentarnos nuevamente a negociar los números, que a un 7 por ciento por mes, llegarán a un 21 por ciento, para el primer trimestre de 2023.
Es justo, insistimos, los trabajadores no pueden ni deben perder su poder adquisitivo pero los empresarios, a causa del consumo que no para de bajar, en general, difícilmente podremos hacerle frente.
Los bancarios, ya sabemos, no tendrán problema de enfrentar estas y futuras negociaciones. Los camioneros debido al poder de negociación, basado en la amenaza de parar el país, pueden negociar con gran fortaleza. Pero los empleadores de los choferes enfrentan también la realidad de una oferta grande y una demanda cada vez más restringida, por la situación general del país. Esto hará que cada vez, puedan ofrecer menos aumento salarial.
Mientras tanto los argentinos, compramos menos, aún los productos más básicos para la existencia. Nuestro poder adquisitivo disminuye más y más. Familias enteras son expulsadas a países limítrofes o de otros continentes, ante la desesperanza y desaliento existentes y más y más profesionales, formados y de probada excelencia se van del país en busca de una vida digna para ellos y sus familias.
Siempre decimos lo mismo: lo que necesitamos es un programa económico que dinamice a las actividades productivas y fundamentalmente a las pymes, para que puedan generar empleo y seguir hacia adelante.
Un plan que pare y contenga la inflación y que oriente al país en todos los sentidos, al desarrollo económico interno y externo, ya que el comercio exterior también está sufriendo los cepos y cada vez mayores restricciones.
Un programa austero, que ajuste los gastos desmesurados de la política para que el déficit fiscal disminuya y los fondos se utilicen de manera eficiente.
Las densas nubes del ajuste monetario
Nada de esto se ha hecho, ni desde las últimas elecciones, ni desde que asumieron las últimas autoridades económicas.
Y ahora, nos encontramos en una situación sin salida: empresarios acorralados, trabajadores precarizados, muchos expulsados a la informalidad, despidos y exilio.
Ya esperamos demasiado. Es hora de tomar el toro por las astas y dar fin a este terrible flagelo para que todos, empresarios y trabajadores podamos encontrar el camino de progreso y desarrollo.