CEAS: otro fracaso en el intento de pensar la Mendoza del futuro

Se siguen registrando instancias en las que intentamos proyectar, pero apenas podemos llevar adelante el presente. El Consejo Económico Social y Ambiental pasó de las portadas a comunicados menores sin sustento ni proyectos que sean reales oportunidades de cambio.

Como he señalado en otras ocasiones, desde que estoy en Mendoza me llama mucho la atención los continuos seminarios o encuentros que se dedican a pensar la Mendoza de los próximos 20, 25 o 30 años. Es como un ejercicio de la función pública y del mundo privado realizar cada cierto tiempo estos encuentros mirando al futuro.

Sin embargo, aunque se piensa mucho, en la mayoría de las ocasiones no se logran cosas concretas. Si sacamos la cuenta, a los que se juntaron para pensar la provincia al inicio del siglo, les quedan pocos años para ver si se puede cambiar la estancada realidad mendocina.

La cuestión de fondo es que -principalmente- la política (porque es la que tiene que dar los golpes de timón) apenas puede manejar el "aquí y ahora" y lo más lejos que proyectan es a dos años, porque viven pensando en las elecciones.

El último intento de pensar la Mendoza del futuro y darle una nueva mirada a una provincia dormida, fue el Consejo Económica Ambiental y Social, el famoso CEAS. En su arranque reunió a exgobernadores y representantes de toda la sociedad en sus distintos ámbitos, mostrando una fuerza que entusiasmó a más de algunos que pensó que -quizás- esta vez si se iba a hacer algo diferente.

Pintaba bien, pero al final terminó siendo un fracaso. Hay que decirlo así porque lo que salió del proceso fueron ideas, que en el Gobierno llaman proyectos, que no pasan de manifestar un deseo sobre generalidades, pero que igualmente fueron derivadas a los ministerios para su implementación.

Un proyecto real tiene que considerar cuestiones concretas, con plazos, costos, beneficios y dificultades, todo lo que se sabe que implica el paso para que una idea se pueda llegar a concretar. Lo que se envió, carece de todo eso o no se informa.

A diferencia del lanzamiento, el envío de los proyectos no tuvo bombos ni platillos, sino que más bien parece algo para cumplir. Leyendo lo que está en la lista, ninguno significa un cambio para Mendoza. Ninguno de los "proyectos" mueve el PBG, ni tampoco es una idea que permita pensar en una provincia con menos pobres y sustentable de acá al 2050.

Para que los analicen, los titulos de las ideas enviadas son Sistema de evaluación de inversiones públicas; Congreso Provincial de Educación; Simplificación de trámites; Sendero de Gran Recorrido de los Andes; Plan de Gestión Integral del Recurso Hídrico Agua y Saneamiento; Programa de Sostenibilidad de Municipios; Sello y certificado "Mujer rural Mendoza" y Transparencia que alimenta.

Al repasar ninguno marca una diferencia y al consultar a los que participaron del CEAS, tampoco se sabe muy bien cómo se implementarán estas ideas. O sea, tenemos un grupo de generalidades que buscan que alguien las convierta en un proyecto real.

Pero a la hora de analizar por qué fracaso el CEAS, gran parte del problema está de nuevo en la mano de la política. En constantes conversaciones con distintos participantes de las comisiones, especialmente las que tenían que ver con la cuestión económica, muchas de las propuestas para la Mendoza de los próximos 30 años se encontraron con los cuestionamientos de los participantes que eran parte del arco político.

"No, eso no se puede hacer", "no, porque tenemos el problema ideológico" y otras frases de ese tipo eran comunes en los encuentros de las 7 comisiones que tuvo el CEAS. De entrada, la posición de "jefes de curso" que tomaron muchos actores de la política, desmotivó -principalmente- a muchas personas del mundo productivo privado que se dieron cuenta que era más de lo mismo. Sin mencionar, los encontrones entre oficialismo y oposición que se dieron dentro del mismo consejo.

Un punto de inflexión fue cuando desde el Ejecutivo se les pidió que se manifestaran a favor o en contra de que se iniciara la discusión de la reforma constitucional en la Legislatura. Una gran parte de los consejeros se sintieron engañados y cuestionaron el accionar, principalmente de Víctor Ibañez, quien en su condición del titular del organismo les pidió un "sí" o un "no", sin mayores diálogos o debates. Es decir, los metieron a la pelea política, pero ni siquiera los hicieron parte de la discusión de fondo.

El resultado fue que de los 86 integrantes que tiene el CEAS, 17 no respondieron la consulta. De los restantes 69, el 70% dijo que quiere que la reforma constitucional tiene que debatirse en la Legislatura, el 10% rechazó esta posibilidad y el 20% se abstuvo. Es decir, de los 86, menos de 50 votaron a favor y 30 no les intereso (se abstuvieron o no contestaron).

Antes ya tenían dudas, pero en ese momento muchos de los 86 participantes del CEAS dejaron de tener expectativas en los resultados y así fue como las comisiones no pasaron de debatir las generalidades e ideas al viento que, para no decir que no se hizo nada, terminaron por bautizar como "proyectos".

Lo que parecía una buena idea terminó siendo otro intento fracasado para pensar la Mendoza de las próximas décadas. Se desperdició una oportunidad importante, porque la respuesta inicial fue buena y tuvo un carácter transversal, un factor clave para que cualquier proyecto a largo plazo tenga sustento. Es una factor fundamental para lo que resulte sea realmente un motor para una provincia que no sólo se estanca, sino que va para atrás y que sostiene el discurso en los logros de una buena administración. 

Pero que no es suficiente administrar bien para hablar de éxitosa gestión, es lo mínimo que debería hacer la política. No se puede ser exitoso con la cantidad de pobreza que tiene Mendoza y con el freno productivo que no permite proyectar.

Quizás en algún momento volveremos a hablar del CEAS, o quizás no, pero lo cierto es que la política firmó otro fracaso en su intento de mirar más allá de los procesos electorales.

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