Cambia Mendoza y la revolución algorítmica de la política

Andrés Vavrik explica en nuevos términos, lejos del rosario de palabras desgastadas por el abuso de su utilización, qué cree que representa el espacio Cambia Mendoza en la política mendocina.

Andrés Vavrik

Como definición amplia, un algoritmo es un conjunto de operaciones que busca resolver un problema determinado a través de secuencias lógicas, o, en otras palabras, como una secuencia de pasos finitos bien definidos que resuelven un problema determinado.

Con el crecimiento de las redes sociales, esta palabra cobró un nuevo significado y se volvió mucho más popular, de tal manera que la usamos muchísimo a la hora de hablar de internet y la interacción humana en las redes, sin terminar de entender lo que realmente es.

En palabras simples, los algoritmos en las redes sociales son el conjunto de normas de programación que hará que una publicación se muestre mucho o poco en una red social, así como también, las decisiones de a quién y cuándo se mostrarán dichos posteos. La cualidad principal de estos es la capacidad de aprender a la medida de las interacciones, son capaces de segmentar y clasificar las publicaciones para que los usuarios de la red tengan una mejor experiencia. Para decirlo en criollo los algoritmos optimizan el contenido para que los usuarios permanezcan más tiempo dentro de las redes sociales.

Con la llegada del e-comerce y la digitalización de las relaciones entre compradores y vendedores, los algoritmos se convirtieron en una poderosa arma del marketing, volviéndose fundamentales para aumentar las ventas.

¿Qué tendrá que ver esto con la política?

En el año 2015 nació el frente electoral Cambia Mendoza, de la mano del por entonces candidato a gobernador, Alfredo Cornejo.

Hace nueve años, cuando los algoritmos no estaban de moda, este licenciado en Ciencias Políticas pudo adelantarse al fracaso de las estructuras vetustas y obsoletas de los partidos políticos tradicionales y entendió a este novedoso armado con la lógica algorítmica.

Un aparato de administración compuesto por elementos variados, pero ordenados de tal manera que pueda devolver resultados de gestión consecuentes al éxito electoral. Una herramienta dinámica que encuentra en la pluralidad una salida a la trampa de los dogmas y la estampa de ídolos de otras décadas que vistos desde la óptica actual ayudan poco a solucionar problemas que quizás ellos mismos crearon.

Con tres elecciones ganadas, con el liderazgo indiscutido y con ideas adelantadas varios años a las que hoy a nivel nacional reinan, si nos despojamos de preferencias podemos observar cómo en dosis posibles se aplicaron recetas que hoy tienen mucho más apoyo y son más fáciles de llevar a cabo.

Para traerlo a tierra podemos ver como actualmente coexisten actores de corte socialista, que tienen a cargo carteras de contención social (hoy sabemos que la izquierda, teniéndola bien controlada, solo sirve para esas funciones y algunas relacionadas con la cultura o cuidado del medio ambiente) con referentes liberales (que son menos sensibles) que manejan las áreas productivas y de las relaciones internacionales.

Otra característica de este frente "algorítmico" es la capacidad de aprender, amoldarse y adaptarse de manera tal que los ciudadanos obtengan resultados satisfactorios. Un gobierno que no se pone colorado a la hora de tomar decisiones cuando algo está fallando, y a la hora de optimizar recursos llegar al punto de demoler y reconstruir áreas que este mismo creó en un momento determinado.

Volviendo a las medidas que hoy serían aplaudidas a destajo, pero cuando Mendoza las hizo, fueron contra la corriente podemos enumerar el ítem aula, la reforma de la justicia laboral y la prohibición de cortar la vía pública en manifestaciones, entre muchas otras y más recientes, como la eliminación de organismos que se volvieron ineficientes o tenían tareas solapadas con otras áreas.

En la definición del primer párrafo tenemos la respuesta de por qué Cambia Mendoza pudo sobrevivir al fracaso nacional de Cambiemos. El sistema entendió como diferenciarse y adaptar sus normas cuando al presidente Mauricio Macri le inclinan la balanza y le tuercen el brazo los progresistas que pensaban cambiar algo haciendo siempre lo mismo.

Luego, en la etapa negra de la pandemia y post cuarentena, con elementos renovados se repuso a cuatro años de asedio kirchnerista capitaneado por el impresentable Alberto Fernández.

Este algoritmo político de Cambia Mendoza fue capaz de interpretar el "input" de demandas ciudadanas devolviendo gestión y resaltando holgadamente sobre la media nacional, sin perder de vista todo lo que falta y despojado de conformismo. Sobrevivió a la alternancia cuando el liderazgo se corrió de eje interno por cuestiones lógicas de nuestra constitución, y supo levantarse y sacudirse después de arrancar el segundo gobierno con un fracaso estrepitoso a la hora de ampliar aún más la rica matriz productiva de la provincia.

Obviamente, los detractores del frente estarán imposibilitados de reconocer el éxito de este modelo único en Argentina, que es muy reconocido y valorado por cada visitante que llega a Mendoza y siente que está en otro país. Lo importante es que se dirige a los 12 años de liderazgo, donde las elecciones siempre terminaron como marcaban las encuestas. Los índices de aceptación están intactos y lo más importante es que resalta en el discurso del único Mendocino en ser elegido dos veces gobernador todo lo que falta por mejorar, siempre mirando a la condición determinante de una macro sana y que el país no sea deficitario, sino superavitario como lo es desde el 2015 Mendoza, después que el kirchnerismo de Paco Pérez dejara tierra arrasada.

Los desafíos que se avecinan para seguir poniendo el algoritmo a prueba son principalmente los relacionados con el empleo privado de calidad, que debe crecer. La demanda docente por mejores ingresos, que deberá llegar de la mano de un salto cualitativo en la prestación de este servicio esencial, la rentabilidad de las economías regionales y la colocación de sus productos, más el eterno calvario de la lucha contra el desierto, con certezas de que habrá cada vez menos agua y tenemos que ser capaces de satisfacer todas las demandas.

Ojalá el presidente Javier Milei pueda continuar las reformas estructurales que harán a la Argentina próspera nuevamente, y ahorre tiempo, dinero y disgustos observando cambios que Mendoza viene haciendo con éxito desde que a él ni siquiera lo conocíamos por la tierra del Sol y del buen vino.

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