Repartir salvavidas en lugar de poner a flote el barco

Nadie trajo soluciones de fondo a los problemas de Mendoza ni del país. La discusión solo se centró, en el poblado de visitas fin de semana de Vendimia, en repartir ayudas y subsidios por problemas que van a seguir siéndolo.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Este fin de semana de Vendimia fue tal el desfile de presencias gubernamentales nacionales en Mendoza, que a esta altura es necesario pasar por un tamiz a qué vinieron.

1- Se lanzó la campaña electoral, como ha sido toda la vida. no está mal ni bien: sucede. Es un escenario apropiado para exhibirse. La discusión es cómo y haciendo uso de qué recursos. Hubo en Mendoza una buena cantidad de aspirantes presidenciales y a otros puestos: Sergio Massa y Wado de Pedro por el peronismo, que sumó también a una siempre en campaña Victoria Tolosa Paz y paseó a la efímera ministra y presidenta del Banco Nación Silvina Batakis;  Patricia Bullrich, Facundo Manes, Gerardo Morales y días atrás Horacio Rodríguez Larreta por Juntos por el Cambio; Jesús Escobar por Libres del Sur y Gabriel Solano por el PO. 

2- Un dato que emergió de una conocida cuenta de Twitter que monitorea el despilfarro de gobernantes con los aviones cuyo costo paga el Estado, halló que los ministros Wado de Pedro y Sergio Massa usaron una aeronave de la Fuerza Aérea que no está destinada a transporte VIP de funcionarios. Pero probablemente no fueron los únicos. El aporte de un lector de Memo a Twitter fue una foto del aeropuerto de El Plumerillo plagado de aeronaves, algunas privadas y otras, de uso para emergencias sanitarias de las provincias que transportaron a sus gobernadores en campaña:

3- Los candidatos que son parte del gobierno nacional fueron a eventos públicos y privados, partidarios, institucionales y, si se quiere, "de marca".  En pro de sumar respaldos en un año en que se les puede renovar el contrato para que sigan en sus lugares o bien, ser desalojados por mandato de las urnas, llegaron ministros, viceministros, directivos de áreas estatales, asesores y asesoretes en cantidades industriales. Hicieron todo lo que pudieron: se sacaron fotos con la gente y con los intendentes a los que apoyan, aunque también alinearon a varios que no son "del palo", pero que están en aprietos y requieren del salvataje nacional. 


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Se puede decir que repartieron cosas tangibles e intangibles: subsidios y promesas. Los que quieren ser gobierno, distribuyeron broncas y aprietes en privado en dosis similares a las sonrisas que exhibieron en público.

Y es aquí en donde, al zarandear los hechos, queda en superficie un signo de este tiempo que puede graficarse mejor con una metáfora: se dedican a repartir salvavidas en lugar de poner a flote el barco. Y se muestran orgullosos de ello, además de reclamar agradecimiento eterno. En algunos casos, ni siquiera los entregan a los que se ven a punto de naufragar: se los prometen a futuro, cuando posiblemente el agua sobrepase sus cuellos.

Se sostiene un sistema de gestión que prefiere apostar al parche y no a la solución de los problemas y queda absolutamente claro cuando se toma distancia y se los ve actuando: atropellados y desorganizados, sin programa común, desde las instancias de gobierno se hacen propuestas, como si no estuvieran ya en los lugares suficientes para tomar decisiones y se promete, como si fueran los dueños del futuro.

Como respuesta sucede lo que ha pasado siempre con los que requieren que la pobreza se perpetúe: los que están a punto de ahogarse, reciben con agrado el salvavidas, sin saber si viene fallado o si les podrá garantizar realmente la subsistencia, y lo hacen agradecidos. No tienen tiempo de elucubrar justo en ese momento sobre si puede o no ponerse a flote el barco.

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Por eso, si las elecciones son el momento en se zarpa a la navegación de un nuevo porvenir, mejor permanecer con los pies en la tierra y exigir que nadie nos empuje a subirnos a sus propuestas sin tomar las suficientes precauciones previas al desastre.

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