Ausencias electorales: los que cambiaron el DNI por el pasaporte

Es más fácil "guitarrear" sobre el descontento con la política que aceptar que son muchísimos los que se han ido del país, los que cambiaron DNI por pasaporte.

Periodista y escritor, autor de una docena de libros de ensayo y literatura. En Twitter: @ConteGabriel

Hay una tarea pendiente después de las elecciones Primarias (PASO) del domingo pasado en Mendoza: poder descular cuántos de los que no fueron a votar son personas que se han ido del país. Cuántos guardaron el DNI con el que podrían haberse presentado a la escuela de su barrio por el pasaporte en mano para presentar en algún aeropuerto.


Votar es la solución, jamás el problema

Bastó con echarle un ojo al padrón pegado en la pared de acceso a la escuela para descubrir un listado de personas, en su mayoría lo que pondríamos bajo la categoría de "pibes/as" que se fueron del país.

El golpe inmediato fue contundente: son muchos.

Mientras tanto, en los fast análisis mediáticos se habló de "apatía", "consecuencia del frío", "desinterés con la política".

Pero podría ser peor si se lo chequeara con datos de migraciones.


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Hay que mirar alrededor de cada familia para tener un primer indicio no científico, pero sí presencial, "ausencial", sensorial de tantos faltantes en las filas de las escuelas a la hora de votar.

Fue peor que la tan mentada (y oportuno recurso a mano de "hablar de la apatía con la política"), ya que el dato podría indicar que muchísima gente se fue. Está en el padrón pero no está en la Argentina. Ellos podrían decidir sobre quiénes deben gobernar pero la oferta no les resultó lo suficientemente tentadora como para quedarse, y están atentos a otras realidades, aunque extrañen a los afectos que se quedaron aquí.

La inédita sensación de vivir la vida sin sobresaltos

Eso ya pasó en muchos países y hablamos de ello solo porque sucedió con más frenesí y de a millones de personas a la vez, como es el caso de Venezuela, de donde se fueron muchos de los que votaban por la oposición, por ejemplo, y por eso gana el chavismo, siempre.

Pero hay que empezar a tener en cuenta el exilio económico y moral de muchos argentinos, en cuentagotas, ya que supera -según algunos datos que se conocen- con mucha más fuerza que en el 2001, aquel momento dramático del país que parece tener peor prensa que la horrible realidad actual argentina, dependiendo siempre de quién escriba la historia y se lleve, así, el triunfo cultural.

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