Amigos (políticos y demás yerbas) líquidos
Podría estar hablando de lo que habló Zygmunt Bauman en sus "Amores líquidos". Pero no. La escritora Marcela Muñoz Pan se refiere en su "columna líquida" de este domingo a sus amigos.
No me voy a referir al libro Amor líquido, de Zygmunt Bauman, que lo leí hace mucho tiempo y recomiendo que lo lean, más bien pretendo buscar en mi memoria esas situaciones, amores, amigos, sociedad, trabajo, que terminaron siendo colados por mi inconsciente y espero no vuelvan a molestar.
Los amigos líquidos son aquellos que te dejan esperando a la mitad de un desierto que creíste conquistar, o el que te dijo que no podías llegar a ninguna parte porque tenías errores de ortografía, o el que te mira a ver qué tenés puesto para calificarte y después ver si te dirige la palabra o no, que te deja caminando solo en la mitad de un aguacero y que se vive justificando por qué no pudo llegar a tu cumpleaños o a tu casamiento, pero de seguro estará en tu divorcio regocijándose de tu desgracia o suerte capaz.
También existen y mucho los amigos políticos muy líquidos que te prometen el oro y el moro y después se olvidan de esos pactos políticamente acuosos, o aquellos a los que uno admiraba de pronto te dejan con un frío mendocino de esos inolvidables con frases como; ¿sabés por qué no te subimos el sueldo? ¡Porque estás muy gorda! Epa! muy fuerte sus palabras largadas como si nada, o como aguas turbias que bajan a miles de kilómetros por Potrerillos, o el Iguazú; ¡Acá ninguna de los pañuelos verdes salió en defensa, ni se enojaron, ni protestaron! Puedo darles otros ejemplos tan terroríficos como el anterior; un día mi hermana me obligó prácticamente a que la acompañara a un acto de la "innombrable y oscura CFK, la única ilusión es que podía llevarle mis libros ya que íbamos a estar muy cerca, ¿saben lo que pasó?, me hacen dárselo a la asistente, y cuando la oscura empieza a bajar del escenario la asistente le da muchas cosas, entre ellas, mis libros. Textuales palabras: "Ah esos libritos de m.. dejalos por ahí". "Guauuu, Q.H.D.P", le dije sin que me pudiera lamentablemente escuchar.
Y qué les puedo decir de esos amores líquidos que viene y se van, esos conocen todas las salidas que tienen los brazos del mar, para escabullirse cuando saben literalmente que no son capaces de sostener nada, no pueden construir ese plexo que une las vidas de dos personas, pero no porque no puedan por imposibilidades varias, sino porque de antemano saben que sólo quieren pasar, tocar el timbre para después escapar, no está premeditado, es parte de su naturaleza colarse, licuarse dejando en muchos casos un gran dolor, porque en definitiva no le importa la vida del otro, supongo que tampoco la de él o ella;
Estas grotescas deformidades humanas hacen que esta sociedad sea cada vez más líquida, la fidelidad a lo armonioso del amor que nos hace omnipresentes en nuestros actos, a los amigos que te preparan un mate cuando crees que ya nada tiene sentido, a los que tocan a tu puerta un domingo para desayunar en un patio que sabe a fresco y jazmín, a los que te llaman para ver cómo fue tu día, a los que te preparan una sopita caliente cuando murió tu padre, a estos amigos bien condensados son los que elijo en mi vida y creo que me eligen también, a estos amigos ni pienso dejar que se escurran entre mis dedos.
A los volátiles políticos que todo lo pasan por lo eventual, tal vez, quizás, castigan fatalmente a nuestra sociedad, ensucian las esperanzas, juegan con el porvenir de los hijos de los hijos, arrogantes que ni te saludan, ni contestan, no merecen nuestros votos, a esos que lo que escuchan lo pasan por el colador una vez que están en sus bancas, mientras los bancamos con nuestros sueldos que cada vez se licuan más. Ellos no dejan que se les licue su poder, pero el nuestro sí.
En los sitios licuados, con políticos que se diluyen, con amores que se van, yo no quiero estar.