Divertidas aventuras del Barón de Alberthausen
El Dr. Eduardo Da Viá compara a Alberto Fernández con "Las divertidas historias de un barón, el Barón de Müchhausen". Mitomanía a toda máquina.
Deliberadamente he optado por este llamativo título, basado en uno de los libros más divertidos e ingeniosos que leyera durante mi niñez y cuyo título original era:
DIVERTIDAS AVENTURAS DE UN MENTIROSO BARÓN
BARÓN DE MUNCHHAUSEN
Como el lector podrá comprender el título no está equivocado, sino que exprofeso he cambiado un par de letras del apellido del famoso individuo, por las primeras del nombre de nuestro inefable expresidente Alberto Fernández, paradigma, tal como el mítico barón de la más pura mitomanía.
Karl Friedrich Hieronymus, barón de Münchhausen (Bodenwerder, 11 de mayo de 1720-ibíd., 22 de febrero de 1797), fue un barón alemán que en su juventud fue paje de Antonio Ulrico II, duque de Brunswick-Luxemburgo, y más tarde se alistó en el Ejército ruso. Sirvió en él hasta 1750 y participó en dos campañas militares contra los turcos. Al volver a casa probablemente narró varias historias increíbles sobre sus aventuras.
A partir de estas asombrosas y ficticias hazañas que incluían cabalgar sobre una bala de cañón, viajar a la Luna y salir de una ciénaga al tirarse de su propia coleta, Rudolf Erich Raspe, bibliotecario, científico y escritor alemán, creó un personaje literario entre extraordinario y antihéroe, cómico y bufón en algunas ocasiones y que inspiraba cierta pena en otras: el barón Munchausen (ortografía común del nombre del personaje literario en español, por influencia de la transliteración inglesa).
Las historias sobre Münchhausen fueron recopiladas y publicadas por primera vez por un autor anónimo en 1781. Una versión inglesa salió a luz en Londres en 1785 por Rudolf Erich Raspe.
Yo personalmente leí la versión de la editorial Peuser de 1946, probablemente la más leída y aún sabedor que se trataba de fantasías, la calidad de la escritura y el ingenio de las aventuras me cautivaron para toda la vida.
Tan fue de mi agrado que hoy, más de setenta años después de haberlo leído, retornó a mi memoria dado el inesperado parangón que, con este libro fantástico, tiene la vida privada de nuestro expresidente Alberto Fernández claro ejemplo de una clara patología psiquiátrica la mitomanía.
A fuer de sincero debo reconocer que en sus primeras manifestaciones me resultó relativamente convincente, aunque siempre con el Sambenito y la Coroza inquisitoria, presentes, aunque invisibles e impuestos por la versión femenina del Maligno, Doña Cristina Fernández.
Todo fue bien a mi parecer hasta que cometió el error de la primera gran mentira, cuando a poco de instalada la Pandemia, aseguró en una conferencia de prensa, que la Argentina fabricaría en breve su propia vacuna contra el Covid, mediante una acción conjunta del Conicet y el Instituto Malbrán.
Como médico que soy, sabía muy bien que nuestro país en ese momento no contaba ni con la infraestructura ni con personal entrenado en la fabricación de este tipo de vacunas, por lo que lo dicho por el Presidente era simple y llanamente mentira.
Por cierto, la vacuna nunca se produjo.
De ahí para adelante mintió muchas veces, quizás a diario, pero no nos enterábamos, aunque por ejemplo la saga primero negada y luego aceptada con un falso mea culpa de la fiesta de cumpleaños de la por entonces su compañera Fabiola, constituyó el primero de tantos papelones que cobraran repercusión internacional.
El presidente de los argentinos había transgredido las reglas sanitarias por él mismo impuestas y para peor lo había negado.
El "Vacunatorio VIP" fue encabezado por el otro delincuente procesado Ginés González García y le dictaron un embargo por 130 millones de pesos · Ocurrió a más de dos años del escándalo y defendido a rajatablas por el Presidente.
Volviendo a la mitomanía, podemos definirla como pseudología fantástica o mentira patológica. Como su nombre lo detalla, se trata de un trastorno psicológico que consiste en la conducta repetitiva del acto de mentir. La mitomanía es una conducta adictiva que se adquiere por repetición ya que es constantemente reforzada por los beneficios que logra.
Según el diccionario de American Psychiatric Association (Asociación Americana de Psiquiatría), la mitomanía es "una tendencia a elaborar, exagerar y decir mentiras, incluidos informes de experiencias imaginadas, que a menudo implican autoengaño". Por lo que se puede decir que un mitómano es esto, tiende a mentir constantemente:
Una persona mitómana tiene varias características:
Miente de manera habitual y llega a creerse su realidad alternativa
Busca atención y admiración a partir de las mentiras que cuenta
Busca compensar inseguridades a través de la mentira
Presenta baja autoestima
Busca que no se descubran sus mentiras
Todos hemos dicho mentiras, pero existen personas que mienten mucho, y probablemente por las razones que listamos a continuación. Pero, en el caso de un mitómano, estas se vuelven necesidades que se deben satisfacer continuamente:
Recibir atención y admiración de los demás
Crear una nueva realidad con historias distinguidas
Presentarse como una persona importante
Reducir la ansiedad frente a aspectos desagradables de su vida.
Además, el mitómano tiene la capacidad de convencer al interlocutor de la verdad de lo que dice, por lo que éste, rápidamente lo transmite en los mismos términos y la mentira va enganchando ilusos hasta generalizarse como verdad, de la misma forma que utilizó el Barón para cazar patos y que más adelante relataré.
Es tal la similitud con el libro original del Barón de Munchausen, que, en una de las ediciones, la editorial eligió como ilustración de tapa, una de las aventuras más ingeniosas de este mentiroso de alcurnia.
Se tata de la cacería de patos; decidido a cazarlos a todos, pero sin usar armas de ningún tipo y, sabedor de la particular característica de estos animalitos de tragar sin masticar y por lo tanto sin percibir el sabor, y además dada la velocidad de su tracto digestivo, a los pocos minutos elimina con las heces parte o en este caso toda la ingesta.
Tenida cuenta de estas particularidades de las aves, preparó un largo cordel en una de cuyas puntas ató un sebo, atractivo pero no digerible por el animal, de tal suerte que al salir permanece unido al cordel, quedando el ánade enhebrado por el mismo, pero el congénere más cercano realiza la misma tarea a continuación, lo que lleva a que en pocas horas la totalidad de la bandada está enhebraba y a merced del hábil cazador a quien le basta tirar de ambos extremos del cordel para arrear con todas las víctimas.
Reproduzco copia de la imagen en cuestión:
Para colmo de similitudes entre nuestro impresentable expresidente y el barón en cuestión, Munchausen fue un hombre muy distinguido, culto, buen militar y muy sociable además de bien parecido.
En 1744 contrajo matrimonio con Jacobine von Dunten en Perniel, cerca de Duntes Muiža, en Livonia. Después de retirarse vivió con su esposa en Bodenwerder hasta la muerte de esta en 1790. Allí adquirió una curiosa reputación por las exageradas historias que contaba sobre las aventuras que había vivido en sus campañas militares, pero fue considerado al mismo tiempo un honesto hombre de negocios.
Münchhausen volvió a casarse en 1794, matrimonio que terminó en un ruinoso y discutido divorcio. Murió sin descendencia en 1797.
Se dice que este divorcio lo dejó casi en la ruina, y me temo que la víctima de Alberto, Fabiola, va a intentar lo mismo.
Las acciones delictivas del expresidente nos afectan a todos los argentinos y además lo inhabilitan a él para ejercer su profesión como soldado defensor de la justicia, es decir como abogado.
Cuando de mentiras se trata debiera practicar aquello de que la verdad es la base de la justicia. Están interrelacionados, ya que no hay justicia sin verdad.
Debiera exonerarlo el Colegio de Abogados de Buenos Aires.
Sin saberlo los argentinos hemos estado cuatro años gobernados por la nobleza y la monarquía: La Reina Cristina de Kirchner y el Barón de Alberthausen.
Hoy lo somos por un mero economista y para peor al parecer honesto, lo que da por tierra con toda una larga y laboriosa tradición política de malandras mentirosos y ladrones que se encaramaron en el poder desde Menem en adelante, con la sola excepción de Macri.
El dúo de delincuentes anteriores tenía su candidato de la misma catadura: Sergio Massa, pero apareció el maldito honesto Milei y les aguó la fiesta.
Veremos que les depara el destino judicial.