Adolescencia: signos de dificultad y presencia de genitorialidad

Los adultos no entienden a los adolescentes. Lo piensa el 54% de los adolescentes y el 45% de los padres así lo creen.

José Jorge Chade
Presidente de la Fundación Bologna Mendoza

En familia los adolescentes en general sienten, quieren y desean cosas diferentes a sus padres, y puede suceder que no se entiendan.

La posición correcta corresponde a una escucha adecuada y a una presencia constante en la vida de los niños, quienes así pueden confiar y apoyarse en el padre, considerado como una referencia autoritaria y no autoritaria, sintiéndose así libres de cometer errores y dándose tiempo para reflexionar. hacer pero también no hacer.

Si pensamos en el tiempo como un río que fluye, debemos imaginar que el niño tiene la libertad de explorar todas las formas en que se puede cruzar el río, sumergiendo lentamente sus pies en el agua helada, mientras el padre le toma la mano. Allí podrás darte un agradable baño, chapotear con amigos y ocasionalmente descansar en la orilla mientras contemplas el río. La tarea de los padres es ser un buen guardián de ese río que fluye, donde no se puede detener el agua pero sí se pueden observar juntos los peligros y tesoros de ese paso.

Por eso, tarde o temprano todos los padres encuentran dificultades con sus hijos: hay veces que consiguen superarlas con sus propias fuerzas, y otras, sin embargo, sienten que no pueden.

Los sentimientos de malestar se intensifican, al igual que los comportamientos incomprensibles de sus hijos, y los padres a veces no saben cómo afrontarlos.

En esta fase, los padres miran a su alrededor: blogs, páginas de Facebook, amigos, abuelos, pediatras y profesores son generalmente los primeros en ser consultados.

A veces los consejos ayudan, pero a veces no, la incomodidad crece y los padres se dan cuenta de que lo que funcionó para un amigo no tiene nada que ver con su experiencia familiar.

OBSERVAR SIN MIEDO LAS DIFICULTADES

Centrarse en una dificultad y reconocerla como tal es un momento delicado, en el que los padres perciben la falta de armonía que se ha creado en el seno de la familia.

Puede existir un desequilibrio en las relaciones entre los miembros de la familia, o entre la familia y el mundo exterior. Los padres pueden percibir que:

• Hay algún comportamiento "incomprensible" que se repite;

• Una petición del adolescente se está convirtiendo en una exigencia, es más, en una imposición;

• La dinámica entre dependencia e independencia se ha vuelto rígida;

• Hay áreas de conflicto que no se pueden gobernar;

• Reaccionaron impulsivamente y sus respuestas no fueron las que querían decir o hacer;

• La descripción de los muchachos dada por la escuela es demasiado distante de la de ellos;

• No están de acuerdo entre sí sobre cómo interpretar una solicitud y cómo responder.

Cualquiera que sea el impulso, los padres llegan a un punto de inflexión: pueden intentar restablecer la condición perdida o aceptar el estado de crisis y reconocer y metabolizar las innovaciones que esto trae consigo.

Stone y Church en su libro Niñez y Adolescencia (1995, Décima Edición), dicen: "El adolescente habla de contradicciones, siendo él mismo una permanente contradicción".

BUSCARLE LA VUELTA A LAS DIFICULTADES Y A LAS CRISIS

Cuando una dificultad lleva a un estado de crisis, los padres experimentan tensión, confusión y sufrimiento.

La línea del horizonte en la que vislumbraron metas futuras se vuelve borrosa, y a veces completamente oscura.

Reconocer la difícil situación y buscar ayuda profesional es el primer paso para empezar a darle forma a la situación que estás viviendo: hay padres que empiezan a sentirse mejor tras el primer contacto telefónico.

Un profesional especializado es una guía que, gracias a su formación y experiencia, representa también el punto de vista de los jóvenes: se configura, entonces, un escenario diferente que ayuda a los padres a reconstruir y comprender sus intenciones, necesidades y sentimientos.

Apoya a los padres a encontrar una representación diferente de sus hijos. Se crean puentes entre diferentes miembros de la familia.

Los padres practican y aprenden poco a poco la disponibilidad a escuchar, mirar, observar, hacer preguntas auténticas, interactuar y comprender. A veces quedarse en silencio.

En el contexto familiar, observado desde diferentes puntos de vista, los padres pueden idear, formular y poner en práctica respuestas que tengan en cuenta las necesidades, los derechos y las responsabilidades de todos.

Crear respuestas de bienestar en el presente introduce luego el tema de su sostenibilidad en el corto y largo plazo, cuáles son los objetivos de la familia y cuáles son sus valores inspiradores.

PADRES DE HOY, PADRES DE AYER

Al fomentar la escucha y avivar la relación con sus hijos, los padres también entran en contacto con la experiencia de haber sido niños y adolescentes.

Esto sucede porque todos los padres fueron formados en las relaciones familiares durante su niñez y adolescencia. Empezar a cuestionar las relaciones actuales crea un efecto de reverberación en las del pasado.

Los padres pueden sentir que las dificultades de sus hijos reflejan las mismas que ellos experimentaron cuando eran adolescentes; o que están usando las mismas palabras, a veces incluso las mismas entonaciones, que sus padres usaron con ellos.

Cuando el pasado de uno puede ser reconocido, contado y comprendido, ya no afecta al presente. Cualquier sufrimiento experimentado en la relación anterior entre padres e hijos no se repite en la actual.

A partir de ese momento puede comenzar una investigación original, libre de repeticiones y de oposiciones forzadas. Los padres experimentan que no es necesario repetir modelos internalizados, ni implementar exactamente lo contrario.

Los padres empiezan a descubrir que lo que importa es ponerse delante de sus hijos en busca de un diálogo verdadero, en el que se pueda partir de uno mismo con honestidad y apertura.

Este proceso de crecimiento de los padres se refleja positivamente en sus hijos. Dentro de una relación dinámica, en la que todos sienten que pueden expresar su voz y encontrar su propio espacio, y así todos prosperan.

La posición correcta corresponde a una escucha adecuada y a una presencia constante en la vida de los jóvenes, quienes así pueden confiar y apoyarse en el padre, considerado como una referencia autoritaria y no autoritaria, sintiéndose así libres de cometer errores y dándose tiempo para reflexionar y hacer... pero también no hacer.

Si pensamos en el tiempo como un río que fluye, debemos imaginar que el joven tiene la libertad de explorar todas las formas en que se puede cruzar el río, sumergiendo lentamente sus pies en el agua helada, mientras el padre le toma la mano. Allí podrás darte un agradable baño, chapotear con amigos y ocasionalmente descansar en la orilla mientras contemplas el río. La tarea de los padres es ser un buen guardián de ese río que fluye, donde no se puede detener el agua pero sí se pueden observar juntos los peligros y tesoros de ese paso.


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