Enfrente están los monstruos de siempre
Milei fue un cimbronazo inesperado para el círculo rojo y algunos periodistas. La situación económica sigue siendo difícil para mucha gente pero la otra opción es la de siempre: CFK, Kicillof, Máximo y toda esa banda delictiva.
Se acerca el fin de año y las conversaciones se llenan de balances. En política, el triunfo de Milei fue un cimbronazo inesperado para el círculo rojo. Milei ganó, claramente, por el apoyo del PRO en la segunda vuelta, ya que en la primera había terminado primero Massa. El momento de lucidez de Macri y Bullrich al apoyar a Milei debe destacarse. Si hubiese ganado Massa, hubiera sido una catástrofe, y el país, sin dudas, estaría mucho peor. La inflación va cediendo, pero ahora viene la parte más difícil: lograr que la estabilización y la reforma del Estado impliquen un crecimiento del consumo. La situación económica sigue siendo difícil para mucha gente y, enfrente, están los monstruos de siempre (CFK, Kicillof, Máximo y toda esa banda delictiva). El año que viene será electoral, por lo que es imprescindible que ningún kirchnerista quede bien parado. Ese es el desafío del gobierno y del PRO.
Milei debería abandonar la palabra "casta", porque su gobierno está lleno de "casta" y algunas de sus propuestas, como Lijo, representan lo más rancio de la misma. Cuando las palabras se usan demasiado y la realidad cambia, es mejor modificar los ejes discursivos.
Milei tiene, como muchos líderes, un tema con cierto sector de la prensa. Trump hace lo mismo. Es cierto que a muchos nos gustaría que insultara menos, pero Argentina es un país donde tantos años de peronismo han embrutecido a muchos políticos, sindicalistas, gente del espectáculo, y vastos sectores de la prensa están atravesando una crisis mundial que, en el caso de Argentina, está agravada. Hay periodistas serios y hay otros que no lo son; pasa lo mismo en el mundo. Lo que no es aceptable es decir que nunca hubo agresiones a la prensa. Durante el kirchnerismo se armó un aparato de medios con dinero de la corrupción, desde el cual se señalaba a opositores y se fomentaba la violencia. Se bloqueaban las salidas de los periódicos y se buscaba encarcelar a directivos de medios usando inventos como el caso de Papel Prensa. La ley de medios se creó para terminar con la prensa libre, y a los opositores les mandaban la AFIP. Eso era persecución organizada del Estado contra la prensa. No es lo mismo llamar "tintureli" a un periodista que lo que hacía el kirchnerismo.
Lo curioso es el tono lagrimoso de algunos periodistas que no se adaptan al cambio de los tiempos. Marcelo Longobardi hace meses que no habla de otra cosa que no sea lo que le dijo Milei o algún tuitero, lo cual lo ha convertido en un periodista insustancial. Esa insustancialidad le ha hecho perder oyentes, y los medios viven de tener oyentes. Si te agreden, puedes hacer silencio o contestar. Lo que no se puede es creer que el tema es tan importante que hay que hacer un acto de desagravio. No son buenas las agresiones presidenciales pero hablar todo el día de eso solo favorece a Milei. Hay periodistas que se formaron en la época en la que tenían la última palabra. Son un poco pavos reales. Hoy, la última palabra la tienen las redes. La comunicación, afortunadamente, es más transversal. Los periodistas deben ocuparse de la realidad, no de ellos mismos.
Hace años que escribo todas las semanas y las cosas que me han dicho los K han sido inenarrables: desde insultos hasta amenazas de muerte, o incluso decirme que me iban a romper la cara. Nunca se me ocurrió hacer una noticia de eso. El mundo de las redes tiene complejidades que hay que saber manejar, y no son todos trolls. Son personas normales que no perdonan algunas cosas, como la indulgencia con Alberto Fernández y el odio hacia Macri, que llevó al kirchnerismo al poder. No son solo las fuerzas del cielo. Hay quienes creen que muchos periodistas jugaron abiertamente a favor de Fernández y CFK, y con su ayuda, Argentina tuvo el peor gobierno de la historia.
Ernesto Tenenbaum dijo esta semana que Macri era peor que Insfrán. Los Longobardi, Tenenbaum y tantos otros no entienden que el mundo cambió y siguen portándose como si fueran el centro del universo. Y creen que, victimizándose, lograrán empatía del público, cuando es justamente lo contrario. En la Argentina hay buenos periodistas, otros que pertenecen a sistemas mafiosos peronistas, y otro grupo que siempre fue funcional a la estúpida idea de la gobernabilidad peronista. A los dos últimos grupos es legítimo que la gente no los quiera. Entienden eso o serán cada vez más irrelevantes.
Hablando de periodistas, se reabrió la causa sobre el atentado al Departamento Central de Policía y citarán al delincuente Firmenich y a Verbitsky, entre otros. El ex terrorista Verbitsky era el número dos de Rodolfo Walsh, quien fue el autor intelectual del atentado. Sería bueno que la Legislatura de la Ciudad arregle el error que cometió y retire el nombre de Rodolfo Walsh de la estación Entre Ríos. No es propio de ciudades civilizadas homenajear a terroristas asesinos.