¡Reapropiarnos del dato porque habla de nosotras!

El 25N conmemora el asesinato de las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa, conocidas como "Las Mariposas", quienes fueron asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo. Escribe Verónica Piñol.

Verónica Piñol

Se nos acerca una vez más un 25N, y esas mariposas siguen en proceso de nacimiento y transformación constante, insistente. La fecha conmemora el asesinato de las hermanas Mirabal, Patria, Minerva y María Teresa, conocidas como "Las Mariposas", quienes fueron asesinadas en 1960 por orden del gobernante dominicano Rafael Trujillo. La Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el 25 de noviembre como el Día Internacional de la Eliminación de la Violencia contra la Mujer en 1999.

Este año ha sido un año de despojo de políticas que reafirmaban derechos de las mujeres, institucionalidad que daba potencia a nuestras voces, nuestras razones, nuestras necesidades, nuestras luchas. Además de particularmente ser uno en donde las violencias institucionales han atravesado la realidad cotidiana.

Desde qué lugar realizar un aporte a este día, en un momento en donde la literatura escrita por algunas mujeres es censurada por "degenerada", donde las mujeres debemos dar cuenta de nuestra identidad sexual cuando somos juzgadas, de criar a nuestros hijos/ as con los recursos contados, de cuidarnos porque si dependemos del monstruo del Estado somos perseguidas declarándonos "emprendedoras" por naturaleza, o si hay una mujer que exige los derechos por un legado familiar injusto le generan una campaña mediática para invalidarla y después la IA le dicta informes sesgados al juez para que pueda emitir su opinión.

Podría seguir pero me detengo aquí, no porque me paralice sino porque sería interminable las incoherencias que se sostienen para abordar las violencias por razones de género, sólo con la única observación de que las verdaderas ausentes son las mujeres que las transitaron.

Quise buscar datos de femicidios para dar cuenta de que 1 de cada 3 mujeres muere en Argentina en manos de un varón, y me preguntaba desde qué lugar los datos construidos desde diferentes instituciones pueden dar cuenta hoy de lo que pasa con esas mujeres muertas, porque esos datos son insumos para la generación de políticas públicas que hoy no están en la Argentina.

Pensé en que los datos no son patrimonio de los y las profesionales o técnicos, los datos son nuestros, los datos hablan de nosotras, de nuestra intimidad, y lo sabemos muy bien cuando todos los días a toda hora "regalamos" casi sin importarnos a las redes sociales un montón de ellos, o al Estado cuando hacemos un trámite. Les dejo la tarea a ustedes para que piensen dónde los depositan.

Pero retomando, los datos valen oro porque la IA se alimenta de ellos en forma permanente y los algoritmos toman decisiones si nosotros/as les damos los criterios necesarios para que nos den lo que les solicitamos. Yendo un poco más la gobernanza de datos se ocupa de todas las decisiones que se toman alrededor del ciclo de vida del dato, desde su diseño, su recolección, uso, su almacenamiento, las cuestiones de seguridad vinculadas al mismo, a los metadatos, su validación, entre otras cuestiones. Crean espacios inclusivos y democráticos para que todos/as estén representadas en la toma de decisión del dato.

Y entonces pregunto a los datos que nos explican las violencias ¿Alguna vez las mujeres hemos sido consultadas sobre la elaboración de esa información? ¿Alguna vez hemos sido invitadas a poner nuestras voces en el diseño de toma de esos datos? ¿Alguna vez las mujeres hemos sabido como leer esos datos, que se suponen nos representan? ¿Están representadas en esos datos sus historias, sus contextos?

Detrás de los datos hay personas, hay mujeres, que tienen que ser incluidas en estos procesos para generar herramientas que puedan dar cuenta de lo que nos pasa en la vida cotidiana con las violencias diarias.

En este 25N una de las disputas y una posible política de la incomodidad es justamente desde que lugares damos cuenta de lo que nos pasa para traducirlo en verdaderos diálogos entre sociedad civil, academia, organizaciones y Estado que refleje y dé cuenta que las violencias no se explican por marcos generales ni estadísticas estandarizadas por normativas de otros países, sino que los datos son construcciones comunitarias, ciudadanas y de cada territorio en particular.

Para hablar de femicidios como instancia final de las violencias que afectan a las mujeres no sólo necesitamos estadísticas desagregados de género o interseccionalizadas sino también reflexionar sobre como pensamos y para qué queremos ese dato. Un dato construido desde todas las voces debe incomodar para que se actualicen las políticas públicas y que éstas sean integrales con verdadera voluntad política de traducción.

Hay un esfuerzo valioso en lo trabajado por los organismos y las organizaciones para dar cuenta de los femicidios en la Argentina. Sólo que la disputa por lo que ese dato cuenta no se traduce en la realidad que en nuestro país estamos transitando. Por ello ese dato tiene que ser abierto a la vida real de las mujeres en Latinoamérica.

Dicen que con los datos hoy debemos crear la narrativa de lo político, propongo que con los datos nos apropiemos de nuestras vidas, nuestros relatos, y de verdaderos diálogos que puedan reflejar políticas coherentes que reflejen lo que nos pasa a las mujeres desde que salimos de lo privado para vivenciar lo público.

En este 25 N las mariposas resisten, es necesaria su potencia. Cometierra es un personaje de la novela de Dolores Reyes que acercaba la tierra a su boca y daba cuenta de lo que había sucedido con el cuerpo desaparecido de las mujeres, quizás debamos pensar que en la tierra están las respuestas, en lo más legítimo de nuestras raíces, en la vida despreciada, no contada, no narrada de las inexistentes. ¡Nadie sabe lo que puede un dato! ¡Y pocos saben de su construcción! El dato es un terreno de disputa. ¡Y la manera en que las mujeres generamos datos también!


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