#8M: los espacios exclusivos de mujeres
"Nos proponemos un nuevo escenario humano, una revolución cultural que atraviese todas las instituciones creadas por y para los varones hace alrededor de 300 años", escribe Emiliana Lilloy.
Se acerca el 8 de marzo y reviven los debates sobre si las mujeres debiéramos tener espacios propios, lugares de militancia y lucha de los cuales los varones no debieran participar.
Como en muchos otros temas dentro del feminismo las aguas están divididas. Los argumentos en contra de esta postura sostienen que los varones también tienen derecho a participar del feminismo y la lucha por la igualdad, y que, excluirlos sería pagar con la misma moneda con la que nos pagaron ellos históricamente. Además, se sostiene que los varones serían unos grandes aliados y que, sin ellos el cambio cultural no será posible.
Para despejar las posturas o visiones extremistas, es importante destacar que a ninguna mujer se le cruza por su mente excluir a los varones de los espacios sociales de manera absoluta y definitiva, y mucho menos existe el deseo de que los hombres desaparezcan de la tierra. Está claro que quien utiliza estos argumentos sofistas, no busca comprender las razones de ser de estos espacios y las necesidades de algunas mujeres, sino difamar y confundir a cualquier oyente desprevenida/o.
Por ello, para comprender mejor el debate, es interesante distinguir que, una cuestión es la necesidad o utilidad de los espacios propios para las mujeres y otra, es el rol o participación que debieran o pudieran tener los varones dentro de la lucha feminista.
Es importante también decir, que la reunión de las mujeres en la construcción de nuestras sociedades no es un fenómeno nuevo. Las más de 6000 parisinas que marcharon a Versalles, se reunieron en alrededor de 50 clubes republicanos femeninos que, ante la sorpresiva negación de derechos por la aristocracia masculina durante la Revolución, elaboraron peticiones reclamando la abolición de los privilegios masculinos, el otorgamiento de la igualdad legal y participación pública de las mujeres.
Estos clubes fueron cerrados por la fuerza, muchas mujeres encarceladas, y la legislación de la época prohibió la reunión de más de 5 mujeres en la vía pública. No fue hasta entrado 1840 que las mujeres lograron volver a organizarse luego de la separación legal y cultural a la que habían sido sometidas a través de las prohibiciones y la organización de la familia, que las condenaba al ostracismo de la domesticidad obligatoria.
Pero no es hasta 1960 que el feminismo radical reivindicó de manera expresa los lugares de lucha y construcción femenina excluyendo a los varones. Estas mujeres, ante el silencio y complicidad del Estado, organizaron centros de ayuda a mujeres maltratados, cursos de defensa personal, espacios de reflexión personal y política, y hasta desarrollaron una salud y ginecología propias, por fuera de los sistemas convencionales que privaban a la mujer del conocimiento y control de su cuerpo. Ellas fueron combatidas, pero no por excluir a los varones, sino por el peligro que implicaba el exceso de libertad de las mujeres para reunirse y hablar de temas propios sin la supervisión de sus padres, hermanos o esposos.
En estos espacios exclusivos de mujeres ellas sembraron todas las semillas. Propiciaron redes de mujeres, la construcción de lazos de amistad y cooperación y no de competencia. Construyeron en esos espacios lo que hoy conocemos como la teoría feminista. A ellas les debemos los conceptos de patriarcado, genero y tantos otros que nos ayudan a comprender las desigualdades y con ello a intentar desarmarlas.
Vistas estas experiencias y ya entrado el 2021 nos aparecen nuevamente las dos preguntas: ¿Existe la necesidad de preservar espacios femeninos? ¿Pueden los varones sentirse excluidos?
Las mujeres fuimos separadas y privadas de generar lazos y estrategias entre nosotras. Alejadas de la política, de la ciencia y del espacio público en donde se idea y construyen nuestras sociedades. Por eso las mujeres hoy reivindicamos la necesidad de pisar estos lugares sintiéndonos seguras y acompañadas por nuestras pares. Necesitamos aún escucharnos, generar nuevas ideas que diseñen un mundo que nos incluya, y no este que nos propone una igualdad con el varón cuando en realidad no somos iguales.
Nos proponemos un nuevo escenario humano, una revolución cultural que atraviese todas las instituciones creadas por y para los varones hace alrededor de 300 años. Para ello, necesitamos repensar todo, nuestras prácticas, la forma de habitar nuestros espacios públicos y privados, y las estrategias que llevaremos a cabo para lograrlo. Esta es nuestra revolución feminista, y para llevarla a cabo necesitamos espacios que piensen y recreen ideas nuevas, producto de una visión distinta que aún estamos encontrando juntas.
Entonces, ¿significa esto que los varones no pueden participar o están excluidos?
Los varones son parte necesaria y fundamental de este cambio porque son ellos los que ostentan los privilegios visibles e invisibles que les proporciona este sistema. Acostumbrados a ejercer la jefatura de nuestras familias y el gobierno, que en algún momento fue un mandato legal y que hoy se sostiene en lo cultural, quizás una de las funciones más importantes en esta revolución es aprender a escuchar y respetar las necesidades de las mujeres sin objetarlas o querer imponerles su opinión. Lejos de sentirse excluidos de los espacios de mujeres, tomar una actitud propositiva y reunirse con otros hombres para generar estrategias, conciencia mutua y cambiar las prácticas que les fueron enseñadas desde la infancia.
Los varones pueden y tienen que encontrar su propio espacio de acción. Desde utilizar sus posiciones de poder para generar igualdad y diversidad, hasta retroceder y callar cuando sea necesario para dar lugar a las mujeres. Esto es, ceder, acompañar, ofrecer colaboración y preguntar qué se necesita antes de actuar. En esta línea de ideas, este 8 de marzo de 2021, a los varones les toca reflexionar sobre sus prácticas, preguntar, y escuchar las necesidades que puedan tener sus madres, hermanas, hijas, amigas y compañeras en este día, para poder reivindicar y conmemorar ellas, la lucha de todas las grandes mujeres que nos antecedieron y que nos trajeron hasta acá.