Caos en la ruta: cómo quitarte las ganas de hacer turismo en la montaña
Las vacaciones de invierno y una alta concentración de camiones por el horario de invierno en el paso generan inconvenientes que se profundizan ante la falta de gestión.
Subir a la montaña debería ser un placer y Mendoza debería cuidar esa experiencia porque es uno de las fortalezas que ofrece en materia turística. Sin embargo, este invierno subir a la montaña es sinónimo de riesgo y malos ratos, porque se dan situaciones que incluso a los mendocinos les quitan las ganas de ir a disfrutar de la nieve.
Este fin de semana volvía de Chile pensando en que el regreso de ninguna manera podía ser peor que la idea, donde a la demora habitual del complejo Los Libertadores, se sumó la interminable fila para bajar hacia Los Andes por la alta concentración de camiones y vehículos al borde del camino para disfrutar de la nieve a bajo costo.
Sin embargo, el camino nos tenía un par de sorpresas desagradables que empezaron llegaron al complejo Roque Carranza en Horcones. Como si fuera el lado chileno, la atención se volvió lenta, principalmente por que había sólo dos funcionarias de Afip para un alto flujo vehicular.
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Casi dos horas de espera, soportando colados y malas formas para tratar de un efectivo de Gendarmería (al que se reclamó por ese hecho y se coronó de "machirulo"), ya generaban malestar. Sin embargo, y comparando con la ida, bajamos con optimismo pensando que ya había pasado el mal rato. Sin embargo, se venía lo peor.
Lo primero que llamó la atención es la alta cantidad de vehículos subiendo a la montaña, incluso después de las 15 horas. Eso, sumado a la total ausencia de controles en todo el tramo hasta Uspallata, considerando la afluencia, los turistas que necesitaban información y la posibilidad de cualquier emergencia.
Para ser justos, los únicos que se veían en la zona de Penitentes (y un kilómetro antes de la llegar la Área de Control Integrado (ACI) Uspallata), son los agentes de tránsito de la Municipalidad de Las Heras.
La ley se la selva
Muchos turistas que se aventuraron a la montaña se veían confundidos, incluso algunos llegaban al complejo chileno buscando disfrutar de la nieve y tenían dudas si habían cometido alguna falta o debían hacer algún trámite aduanero. Lo llamativo es que no fueron pocos los casos y llegaron a cruzar la frontera asegurando que no encontraban información en el camino.
Ya bajando desde Horcones, a pesar de la alta concentración de personas en Penitentes y los parques de nieve aledaños, más allá de agentes de tránsito en ese lugar específico, no hay presencia de ningún otro organismo (sólo los controles fijos de Gendarmería).
En el trayecto antes de Punta de Vacas hay muchos autos alrededor del camino y la mala infraestructura vial, y la acumulación de nieve, hacían que queden muy cerca de la ruta. Eso, sin mencionar el pésimo estado del camino, lleno de pozos, y la falta de servicios en todo el trayecto.
Sin embargo, el momento más complejo se vive unos 8 kilómetros antes del control aduanero de Uspallata, donde se forman largas filas de camiones que esperan ingresar al recinto. En los lugares en que tienen espacio naturalmente se instalan en la banquina, pero en otros tramos no tienen lugar y vuelven a la ruta haciendo que la fila avance a paso de hombre.
Ante este panorama, y sin ninguna presencia de policía u otro organismo, rige la "ley de la selva", donde cada uno busca la forma de avanzar más rápido y no chocar en el intento.
A medida que avanzan los vehículos de carga, los camioneros que optaron por ir avanzando por la banquina para liberar para el paso de autos, se encuentran con colegas se están colando y vuelven al carril para no perder su lugar y hacen más lento el tránsito.
Sin control o información, decenas de conductores de vehículos menores deciden avanzar a contramano por el carril izquierdo y lanzarse a la banquina cuando viene algún vehículo de frente. Sin embargo, hay zonas en las que la banquina es alta y complicada, además de otros sectores en los que hay arroyos o estructuras que no permiten avanzar sino es tomando la decisión de ir contra el tránsito.
En ese momento la elección es esperar y avanzar a paso de hombre o, peligrosamente, avanzar en medio de "tierra de nadie".
Este sábado, cuando hicimos el recorrido, pasaron camionetas de la Agencia Nacional de Seguridad Vial (ANSV), móviles policiales, pero ninguno tomó alguna medida y la ANSV apenas llamó la atención de algunos conductores por circular en contramano. Algo que volvían a hacer en cuanto se iba la camioneta. La Policía de Mendoza ni siquiera se detuvo. Gendarmería no se vio por el lugar.
Un tramo que habitualmente se hace en 9 minutos, tomó dos horas realizarlo. La alta concentración de camiones por el tiempo limitado de apertura del túnel hace que se noten más en la ruta en comparación con el verano. Eso, sumando a las vacaciones hace colapsar una ruta que, claramente, no está preparada para el flujo vehicular que tiene en determinados momentos del año.
Otro punto claro, es que desde el punto donde se forma la fila hasta el ACI, el problema no es la geografía, sino la inversión (o la falta de la misma), porque con obras claramente puede haber doble vía, por lo menos para que los vehículos de carga y los particulares se enfrenten en una lucha por avanzar.
El caos es tal que, por momentos, los dos carriles son ocupados por transportes que van hacia el Este, obligando a los que suben a circular por la banquina.
Cuidado del turista
Antes de llegar a la fila veníamos planeando la forma de subir con familias y amigos el próximo fin de semana a la nieva, pero apenas salimos de Uspallata y lo tortuoso e inseguro que resultó el trayecto antes del ACI, descartamos completamente esa posibilidad.
La pregunta es qué piensa un turista cuando le toca vivir esta situación y donde ve que nadie se está ocupando del tema, porque es el primero que toma una decisión (errada o no), el que pasa y llega a destino.
Si bien no se invierte en infraestructura vial o de servicios, lo mínimo que se espera para una provincia turística es que los organismos se ocupen de ordenar una situación que se vuelve caótica. Por lo menos, la presencia de personal de una u otra institución -el que corresponda- genera mayor certidumbre y seguridad, porque de lo contrario pareciera que acá todo se deja a la improvisación.
Lamentablemente, hoy no recomendaría subir a la nieve o cruzar a Chile en invierno, porque los mismos vicios que se encuentran acá, se encuentran del otro lado de la cordillera, donde en los últimos años -y tal como ocurrió en mi viaje de ida- desaparecieron los carabineros de la calle, algo que generaba una sensación mayor de seguridad y orden.