Vargas Llosa terrenal: Daniel Pereyra, su amigo en Mendoza, anécdotas y curiosidades de sus visitas

El referente de la cátedra Alberdi en Mendoza y amigo personal del escritor Daniel Pereyra habló sobre la calidad humana del escritor y cómo le encantaba visitar Mendoza.

Conte, Arguello y Fernández

El referente de la literatura latinoamericana Mario Vargas Llosa falleció en la jornada de ayer a la edad de 89 años y dejó en Mendoza una huella imborrable para quienes tuvieron la suerte de tratarlo. El referente de la cátedra Alberdi en Mendoza y amigo del escritor Daniel Pereyra habló con Gabriel Conte, Evangelina Argüello y Ariel Fernández Lavilla en "Tenés que saberlo", por Radio Post 92.1, y recordó algunas anécdotas de sus andanzas junto al escritor peruano.

"La verdad muy triste porque, además de genial escritor, era una enorme persona, muy buena. Él siempre hablaba sobre el otro, preguntaba a las otras personas, era súper humilde. No olvidemos que estamos hablando quizás con uno de los escritores que ha ganado todos los premios importantes de habla hispana: Príncipe de Asturias en 1986, Cervantes en 1994 y el Premio Nobel en 2010. No le quedó nada. Todos los escritores desean esos premios, él los obtuvo", señaló Pereyra.

Entre las anécdotas que recuerda, Pereyra comentó que una vez necesitó un peluquero y era feriado, así que tuvo que buscar a uno que vaya al hotel: "Él venía de Chile y no había podido cortarse el pelo, me preguntó si podía conseguir algún peluquero. Justo era feriado, así que era imposible ir a alguna peluquería. Un amigo mío contactó con un peluquero, lo llevamos al hotel y ahí cuenta la anécdota el peluquero, que no sabía quién era. Tengo muchas anécdotas que hablan de la humildad de él. Siempre que lo veía me decía ‘¿cuándo voy a ir a Mendoza otra vez?' Tenía una agenda increíble y no podía, pero ya vino tres veces".

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Sobre la primera visita a la provincia, Pereyra comentó que solo lo publicaron en un diario y el Teatro Independencia se llenó para recibirlo: "Fue muy especial porque él habló de educación, creo que fue un adelantado y generó una enorme discusión que duró muchos días después, con cantidad de artículos sobre el punto. Fueron como 15 artículos, luego lo levantó el diario La Nación, que salió un artículo muy grande sobre este tema educativo que Vargas Llosa dijo aquí en Mendoza. Esa vez fuimos a varias bodegas y tomamos tanto vino que le daban a los enólogos que tuvo que irse a dormir antes de la charla", contó.

Además, recordó que en uno de los paseos por el centro mendocino una mujer le pidió que le autografiara un libro: "El libro no era de él, entonces le dice ‘¿cómo le voy a autografiar un libro que no es mío?'. No, pero yo quiero su firma igual, le dijo. Y efectivamente se lo autografió. En todos los lugares donde pude acompañarlo era impresionante la cantidad de libros que firmaba. Yo tengo un libro que se lo mostraba a Mario y le digo ‘este no me lo va a afirmar, porque va a valer más un libro sin tu firma que con tu firma' porque ha afirmado tanto (risas)".

Sobre sus viajes juntos, recordó las visitas a Valparaíso, a Arequipa y a Calafate, además de contar el fanatismo del escritor por la revista Billiken: "Tuve un impacto enorme cuando leí ‘El Pez en el agua', que él contaba cuando era niño, lo que significaba la Argentina, lo que él vislumbraba respecto a la Argentina, porque siempre esperaba todos los meses leer Billiken, que le llegaba a Cochabamba en Bolivia, donde él vivía. En un cumpleaños, en el año 2013, busqué por Mercado Libre esas revistas Billiken de la época de él y se las regalé acá en Mendoza. Se super emocionó, gritó ‘¡Billiken!'".

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Además, destacó la calidad humana del escritor al poner a sus amigos a la altura de grandes personalidades: "Solía, con algunos amigos, presentarnos a nosotros: Fulano de tal, de Rosario, Mengano de Mendoza y hablaba nos hacía una enorme introducción. Esas introducciones se las hacía a Fernando Savater, a Javier Cercas, a Orhan Pamuk. Éramos más importantes que esos ilustres escritores".

A su vez, contó que siempre buscaba entablar diálogo de otra cosa y no sobre él: "Él buscaba conversaciones sobre el otro, nunca sobre él, no tenía costumbre de hablar sobre él. He tenido las conversaciones más inéditas: yo le llamaba la atención porque él tenía tres nombres como mi padre: él es Jorge Mario Pedro y mi padre Manuel Miguel Ángel, entonces hablábamos acerca de los nombres. Salía yo a preguntarle cosas ajenas a la literatura, por ejemplo cuando caminaba por el parque San Martín, hablábamos del Mayo Francés de 1968, que él estuvo allí. Recuerdo en Calafate, cuando había muchos turistas, él le sacaba la foto a los turistas. Él iba a un matrimonio, que no podía sacarse la foto conjuntamente, iba a él y se la sacaba. Una gran persona".

Finalmente, señaló que el libro que más lo impactó fue "La ciudad y los perros": "Fue el que más me impactó y creo que ahí comenzó Mario, pero hay muchos. Él tiene uno muy lindo que me gustó que se llama ‘Él paraíso en la otra esquina'. Otro sobre Palestina e Israel, son muchos. Pero si me tuviera que quedar con uno, La ciudad y los perros".