Manuel Belgrano: inteligencia e intelectualidad, hacedor del bien público desde época colonial

Un semblante de Manuel Belgrano, a 250 años de su nacimiento. El homenaje de la Magíster Fabiana Mastrángelo.

Fabiana Mastrángelo

El creador de la Bandera vivió cincuenta años (1770-1820), de los cuales cuarenta fueron bajo el régimen colonial y diez, en una patria en guerra y convulsionada. Me referiré, brevemente, a las primeras cuatro décadas de su vida. En estas su formación europea y el impacto de las revoluciones liberales fueron determinantes en la configuración de su ideario político y en sus acciones por el bien público.

Hoy se cumplen 250 años del nacimiento del creador de la bandera. Porteño de pura cepa, fue bautizado en Buenos Aires como Manuel José Joaquín del Corazón de Jesús. Era hijo de un italiano (genovés) Domingo Francisco Belgrano Peri. Este hecho unido al natalicio del prócer fue el fundamento de la Ley Nacional que estableció, en 1995, el 3 de junio como día del inmigrante italiano en Argentina.

Nuestro biografiado pertenecía a un núcleo social acomodado de Buenos Aires. Eran dieciséis hermanos (3 mueren en la infancia) que vivieron en la casa ubicada en lo que hoy es la avenida Belgrano 430, de la Ciudad de Buenos Aires. Muy cerca del Convento de Santo Domingo y Basílica de Nuestra Señora del Rosario donde se encuentra el mausoleo con sus restos mortales.

Su madre, María Josefa González Casero e Islas, era porteña y dedicada por tradición familiar a labores caritativas y religiosas.

Su padre estaba autorizado por el rey de España para comerciar en América en el contexto del monopolio español. Esto le permitió amasar una importante fortuna. Así pudo invertir en la educación de sus hijos Francisco y Manuel Belgrano. En 1786 se embarcaron a España y siguiendo la tradición paterna, el propósito era que se formaran en el comercio. Sin embargo, contrariando estas indicaciones el segundo optó por Derecho. En 1790 con veinte años ya era presidente de la academia de derecho romano, política forense y economía política de la Universidad de Salamanca. En ese año solicitó y obtuvo del Papa Pío VI la autorización para leer libros prohibidos. Así profundizó las lecturas de Rousseau, Montesquieu y Filangieri.

En Europa se empapó de las ideas del iluminismo y la ilustración y vivenció el impacto de la Revolución Francesa en el viejo continente. Las nuevas ideas se sintetizaban en soberanía popular, división de poderes, periodicidad de los cargos públicos, difusión de actos de gobierno, libertad e igualdad, entre las más importantes. La Independencia de Estados Unidos (1776) y la Revolución Francesa (1789) enarbolaron estas ideas. Belgrano estuvo muy cerca del acontecimiento europeo y de la ideología que invadió también la Corte de España.

En su etapa de estudiante en Europa se dedicó, también, a profundizar el estudio de las lenguas vivas, la economía política y el derecho público, tal su testimonio autobiográfico. Bebía de las ideas de Campomanes, Jovellanos, Adam Smith y Quesnay cuyas ideas económicas influyeron en su pensamiento. La economía era un medio para el desarrollo de los pueblos y esto unido al cuestionamiento del derecho divino del poder entusiasmaba a Belgrano.

Cuando regresó a América, después de siete años de estudios en el Viejo Continente, fue designado Secretario del recientemente creado Consulado de Buenos Aires (1794). Imbuido por las ideas del librecambismo y convencido de que éste era el camino para el progreso de América, debió enfrentar la resistencia de los beneficiarios del monopolio español: los comerciantes porteños. Su idea de progreso social y búsqueda del bien común se hacía presente aquí con nitidez. Trascendía los intereses de su clase, de su padre y hasta el suyo propio en pos del desarrollo de los ciudadanos. Recordemos que su fortuna familiar y personal tuvo su origen en el antiguo sistema de la metrópolis. El liberalismo económico que proponía Manuel atentaba contra sus propios intereses. Su meta era el bien común.

Otro de los lineamientos iluministas que intentaba introducir en el Virreinato del Río de la Plata desde su función era la educación. Así creó las Escuelas de Comercio, de Dibujo y de Náutica. La experiencia duró tres años y recibieron instrucción jóvenes que luego dirigieron embarcaciones a diferentes puntos de América y Europa. Sin embargo, la Corte de Madrid consideró que era un lujo para la colonia y ordenó cerrar dichas escuelas. También tuvo que desechar otros proyectos de avanzada como escuelas gratuitas, educación de mujeres y niños de ambos sexos, clases de agricultura para los campesinos, entre otros. Su motivación era profunda "inspirar amor al trabajo, pues en un pueblo donde reine la ociosidad, decae el comercio y toma su lugar la miseria". Los valores creadores y la cultura del trabajo eran pilares que Belgrano intentaba transmitir como camino de progreso y bienestar social en esta etapa colonial.

La preparación y la altura intelectual de Belgrano no encontraron terreno fértil para desarrollar sus acciones en la realidad colonial. La metrópoli sufría una evidente decadencia que impactaba en la imposibilidad de permitir cambios y medidas progresistas en las colonias. Se avecinaban tiempos de cambio en el Virreinato del Rio de la Plata y en esta próxima etapa (1810-1820) será fundamental su acción por la creación del primer gobierno patrio y la independencia.

Esta nota habla de:
San Luis prohibió la lucha antigranizo y todo tipo de modificación artificial del clima
Legislatura

San Luis prohibió la lucha antigranizo y todo tipo de modificación artificial del clima

La ley prohíbe el uso de cualquier técnica, actividad, mecanismos, sistemas y tecnología destinada a alterar o modificar artificialmente de forma directa e intencional la fase atmosférica del ciclo hidrológico en las etapas de condensación o precipitación, sumado a provocar cambio artificial del clima, sobre el territorio sanluiseño.

Observatorio económico