Hace 124 años nacía el creador de un objeto argentino indispensable

Ladislao José Biro si bien nació en Hungría, se nacionalizó argentino y gracias a él se celebra el Día del Inventor.

El 29 de septiembre se celebró el Día del Inventor como conmemoración del nacimiento de Lanislao Biró, un húngaro nacionalizado argentino y creador de uno de los inventos más necesarios en la actualidad.

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Biró nació el un 29 de septiembre de 1899 en Budapest, Hungría. Si bien fue un hombre incansable, conocido por haber desarrollado una gran cantidad de inventos, entre los cuales se destaca la famosa birome.

Durante su vida y además de la birome, Biró inventó una máquina automática de lavar ropa, la caja de cambios automática, un perfumero que poseía el mismo principio de la birome y que después se utilizó en los desodorantes a bolilla, una cerradura inviolable e, incluso, desarrolló el principio del sistema electromagnético que se aplicaría en el tren bala japonés medio siglo después.

A este periodista de profesión no le gustaban las lapiceras de fuente o de pluma, tal como se llamaban, porque solían perder tinta o se atascaban sobre el papel. Luego de pensar mucho, junto con su hermano logró desarrollar una tinta que permitía un trazo más fluido. Pero tenía un problema: la tinta no se distribuía correctamente sobre el papel.

Sorpresivamente, la solución apareció ante sus ojos mientras paseaba por un parque. Allí vio a un grupo de niños que jugaba a la pelota sobre un charco de agua y observó que el balón mojado distribuía una fina capa de agua de manera recta y uniforme mientras rodaba. Otra versión indica que Biró se inspiró en el rodillo que se utilizaba para la impresión de los diarios y las revistas, que tiraba tinta sin manchar. De una u otra fuente, tomó la idea y la plasmó en la flamante lapicera. Y esa fue la clave del éxito de la birome: una bolita colocada entre el contenido y el aplicador.

El primer prototipo de bolígrafo ideado por Biró estuvo listo a finales de la década de 1930.

Ladislao y su amigo Juan Jorge Meyne crearon la empresa Birome, cuyo nombre surge de la unión de los dos apellidos. Desde el garage en que se encontraban, lanzaron al mercado el prototipo a un costo bajo. La esferográfica, tal como se la llamó en ese primer momento a la birome, hizo su entrada triunfal y el éxito estuvo asegurado.



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