La práctica informal que vuelve a las fronteras tras la flexibilización
Los costos para viajar a Chile bajaron y se comienza a normalizar el tránsito entre Mendoza y el vecino país. De esta forma, volverá una práctica de comercio informal que aprovechan muchas personas para ganar dinero en base a las brechas entre los precios de acá y de allá.
Antes de la pandemia era habitual que quienes viajaran a Chile se encontraran con muchas personas con grandes bultos de distintos tipos de mercadería. Era imposible no notar su presencia, porque lo llamativo era que cargaban cajas de aceite, yerba, algunos tipos de desinfectantes y porque -además- consultaban a todos los pasajeros si podían pasarle un cartón de cigarrillos.
Se trata de una práctica comercial informal que todos saben que se desarrolla, pero que no puede ser detenida porque no incumplen con las normativas, o por lo menos no lo hace la mayoría de estos vendedores informales. Ahora, con la flexibilización, y principalmente con la baja en los costos para cruzar la frontera, lentamente comienza a volver. Desde el jueves ya no se pide el seguro a los viajeros, lo que abarata costos y permite que muchas personas puedan volver a cruzar sólo pensando en los costos de los pasajes.
El modo de operación consiste, en el verano, en cruzar de noche, llegar temprano y vender lo que llevan de acá (generalmente con compradores ya acordados) y comprar en Santiago de Chile productos para traer de vuelta a Mendoza. En invierno con el cierre nocturno el proceso es más lento, porque deben pagar un alojamiento barato y hacer el mismo procedimiento, pero con una noche en el vecino país.
Estos vendedores informales llevan productos hacia uno y otro lado apuntando a sacar una diferencia por la brecha importante que hay en precios como los cigarrillos o el aceite. De esta forma, viajan de manera constante y se ganan la vida sacándole una diferencia a cada producto que llevan.
Controles y precios
Esta semana se conoció el video de una mujer sanjuanina que denunció que en la Aduana de Horcones la golpeó un funcionario porque se resistió al cobro por exceso de mercaderías que llevaba. Aunque no se informó si se trata de una vendedora informal, es común que en Horcones y Libertadores los funcionarios pongan especial atención a estas personas, a las cuales en muchos casos ya tienen identificadas.
Por eso, y ahora sin costo de seguro, es altamente probable que vuelva esta práctica que se hace especialmente intensa en temporadas de crisis como la que se vive actualmente.
Con el retorno del tránsito entre ambos países los vendedores informales también comienzan a ajustar los productos que comenzarán a cruzar, aunque tres ganancias seguras son el aceite, los cigarrillos y la yerba.
En el caso del primer producto, se puede -por ejemplo- cruzar una caja de botellas de aceite sin problemas en un micro. Si consideramos que la unidad de 1,5 litros en Chile tiene un precio de $5.449 (US$6,2), que traducido a pesos argentinos son unos $1.300, hay una importante diferencia con el valor local que ronda los $300 (según Vea.com.ar). Es decir, en Chile una misma botella de aceite se paga cuatro veces más.
El caso de los cigarrillos es más complejo, porque una persona está autorizada a pasar sólo dos cartones con 10 atados de cigarrillos. Por eso, antes de subir a los micros en muchos casos comienzan a buscar a otros pasajeros que no lleven cigarrillos para pedirles que les crucen un cartón y así poder evadir el límite aduanero.
En Chile un atado de Malboro cuesta $4.300 (US$4,9), lo que traducido a pesos argentinos son unos $1.000. En tanto, en el país el cigarrillo más caro de la misma marca se consigue por $360, tres veces más baratos.
La diferencia que hacen es importante, considerando que no van a lograr conseguir el total de la brecha porque también deben considerar la parte que le toca a quien les compra la mercadería en Chile. Sin embargo, les alcanza para hacerse de pesos chilenos, comprar -principalmente- ropa en el vecino país y traerla a Mendoza para venderla. Entre idas y vueltas, compras y ventas, sacan una ganancia que los lleva a repetir una y otra vez el viaje entre ambos países.
Ahora, y sólo pasando por los andenes internacionales de la Terminal de Mendoza es posible ver cómo esa práctica retorna e incluso se intensifica respecto a lo que era la prepandemia.
