Mujeres de Mendoza Este: realidades incómodas

En medio del lanzamiento del Clúster Mendoza Este, el historiador Pablo Lacoste rescata a mujeres protagonistas de esa región mendocina que empieza a resurgir.

Pablo Lacoste

"No hay ninguna mujer", advirtió Irene Viggiani, gastrónoma de Mendoza Este, al revisar el álbum de fotos de la visita real a Mendoza en agosto de 1924. Tenía razón: solo varones aparecen en esos retratos: autoridades civiles, militares y religiosas, que acompañaron al futuro rey de Italia por las calles de Mendoza, hace justo cien años. Esa invisibilización de la mujer es un reflejo de la realidad que vivía entonces Argentina y casi todo el resto del América, Europa y el mudo. La mujer no tenía derechos civiles para poder participar activamente de la vida política y económica.


Marcela Moroncelli, viticultora de la Posada de Santos Lugares, Junín. Impulsora del clúster turístico Mendoza Este.

Marcela Moroncelli, viticultora de la Posada de Santos Lugares, Junín. Impulsora del clúster turístico Mendoza Este.

Lo que pocos saben es que esta postergación fue detectada en aquellos años, por la clase dirigente de Mendoza Este; y allí se impulsaron iniciativas para remover esos obstáculos y abrir canales de participación de la mujer.

El punto crítico era lograr que la mujer pudiera avanzar en los procesos de emancipación mental y material, juntamente con el reconocimiento de sus derechos políticos para asumir responsabilidades públicas. Como se sabe, en Argentina, las mujeres votaron por primera vez en las elecciones presidenciales de noviembre de 1951, hito histórico que ciertas fuerzas políticas nacionales han reivindicado como propio mérito. Pero esto no es así.

Este camino fue abonado inicialmente por Sarmiento quien, ya en el siglo XIX, planteó reiteradamente la necesidad de reconocer los derechos políticos de la mujer. En numerosos discursos, artículos periodísticos y demás documentos, el cuyano lideró la instalación del tema en la agenda pública argentina. Los estudios sobre el tema descubrieron que Sarmiento pudo ver con claridad la brecha entre el potencial de la mujer y sus exiguos derechos, por los ejemplos de mujeres activas que observó en su Cuyo natal, comenzando por su hacendosa madre, que trabajaba junto a su histórica higuera. A ello se sumaron después los ejemplos de otras mujeres que se desempeñaban en el mundo de la vid y el vino, en su elaboración y comercialización: pulperas y viticultoras. El enfoque de Sarmiento fue acompañado por el Partido Socialista de Juan B. Justo y otras fuerzas menores. Pero faltaba un movimiento que mayor envergadura y representatividad para llevarlo a la acción. Y en este movimiento, Mendoza Este tuvo un papel relevante.

Irene Viggiani y Valentina Iúdica, empresarias de Mendoza Este.

Irene Viggiani y Valentina Iúdica, empresarias de Mendoza Este.

Este proceso se puso en marcha en la década de 1920 en Mendoza y San Juan, en los movimientos políticos escindidos del partido radical, lencinismo y bloquismo respectivamente. Y dentro de aquel vigoroso lencinismo de los años '20, Mendoza Este tuvo un papel central. La misma dinámica que inspiró a Sarmiento, iluminó medio siglo más tarde a los referentes de este territorio, en torno a la brecha que existía entre las capacidades reales de las mujeres, y las restricciones legales que las limitaban. Y esos dirigentes trasladaron esas inquietudes el centro del escenario provincial y nacional.

En efecto, en la mesa chica de la agrupación, Mendoza Este tenía un lugar central, pues dos de las principales figuras, provenían de allí, uno de Rivadavia y otro de Junin: el de Rivadavia era Bautista Gargantini vice gobernador (1922-1924) y presidente del senado (1926); el de Junin era y Alejandro Orfila gobernador de Mendoza (1926-1928).

Con el impulso de ellos, junto a otros dirigentes provinciales, surgió en Mendoza el Centro Lencinista Femenino, integrado principalmente por docentes y empleadas. Su objetivo era convocar a las mujeres al espacio público para generar una corriente de opinión y de presión, con vistas a lograr una reforma legal y obtener el reconocimiento de los derechos políticos de la mujer. Participaron en esta rama mujeres entusiastas, algunas de ellas vinculadas a la administración pública. Ello llevó a los opositores a criticar a los lencinistas por presuntas presiones a las empleadas fiscales para inscribirse en esta incipiente organización feminista.

En todo caso, el lencinismo femenino fue un movimiento de avanzada para su época, cuestionado por radicales y conservadores, y solo apoyado por sus pares de la provincia de San Juan, los bloquistas. Estos lograron plasmar el proyecto en el orden jurídico local, y en la Constitución Provincial de 1927, consagraron el derecho de la mujer a participar en las elecciones provinciales y municipales desde allí en adelante. En Mendoza este objetivo no se pudo cumplir debido a la intervención federal de 1928.

Fue notable, en todo caso, la escuela política cuyana, en la cual los lencinistas de Mendoza y los bloquistas de San Juan, sentaron las bases del despertar de la conciencia de los derechos de la mujer en Argentina. Posteriormente, muchos de los dirigentes formados en estas filas, se pasaron al peronismo y desde allí, continuaron con estas reivindicaciones. Entre ellos se destacó Lorenzo Soler, médico cirujano radicado en Mendoza en 1919 y militante lencinista en toda la década de 1920. Posteriormente, en la década de 1930 participó en la reunificación entre radicales y lencinistas, hasta que en 1946 se sumó al peronismo y fue electo senador nacional por Mendoza. Poco después de asumir, Soler, presentó el proyecto de ley de sufragio femenino en el Congreso, el cual defendió en el debate parlamentario del 21 de agosto de 1946. Finalmente, el proyecto fue convertido en ley 13.010 (23 de setiembre de 1947). De este modo se abrió camino a los derechos políticos femeninos a partir de la elección presidencial de 1951.

El proceso fue largo y lento; y se construyó de abajo hacia arriba, para llegar desde los laboriosos viñedos cuyanos, hasta los salones del Congreso de la Nación. Pero el oportunismo de los políticos de turno los llevó a apropiarse de esta conquista y presentarla como logro propio, de los gobernantes coyunturales, invisibilizando el itinerario anterior, sobre todo los aportes de Sarmiento y las laboriosas mujeres cuyanas.

Verdades incómodas para el poder. Pero consistentes con la historia real. Mujeres valerosas que con su trabajo silencioso y eficaz, convencieron a los varones que entonces detentaban el monopolio del poder, de sus capacidades injustamente invisibilizadas. Y ahora levantan la voz para expresar sus visiones, sueños y proyectos.


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