El contexto internacional mete presión al Gobierno y lo obliga a intervenir más allá de sus convicciones
La suba del dólar en el mundo y la devaluación en Brasil obliga a tomar decisiones para evitar daños. Escribe Rodolfo Cavagnaro.
El gobierno de Javier Milei venía festejando los datos del INDEC. Sumado a los datos de la inflación, una evolución positiva de la actividad industrial y leve disminución del desempleo, frente al trimestre anterior, se exhibían como nuevos logros. Pero había algo que el ministro Caputo venía mirando con cuidado y era la devaluación de la moneda de Brasil, donde la situación fiscal es muy complicada, el gobierno aprobó un paquete fiscal con mayores impuestos, y el real llegó a niveles de 6,33 frente al dólar, un valor récord.
La situación del valor de la moneda de Brasil se complicó más a raíz de la decisión de la Reserva Federal de rebajar un cuarto de punto la tasa de interés, pero, además, anunciar que haría solo dos rebajas el año próximo, cambiando el plan original de hacer 4 rebajas. Los directivos se quieren mantener cuidadoso ya que en enero asumen Donald Trump, mientras la economía viene dando buenas señales, ya que ha bajado la inflación y el nivel de actividad se ha mantenido robusto.
En este contexto, al gobierno se le plantea un problema, porque el dólar en Argentina comienza a quedar muy atrasado, sobre todo frente al real, dado que el intercambio entre ambos países se hace sin aranceles dentro del Mercosur. Por esa razón decidió bajar las tasas para dejarlas en terreno negativo para que los tenedores de dólares no se sientan animados a venderlos y para que los pocos que tiene pesos puedan comprar.
El atraso no es bueno y el gobierno lo reconoce. Si bien hubo una suba en el precio de los dólares financieros, las causas pueden ser variadas. Una causa es la baja de las tasas, pero otra es estacional, y es que muchas personas demandan dólares en periodo de vacaciones. Eso suele estirarse en enero y febrero. No obstante, el BCRA, a pesar de inducir a comprar dólares con la baja de tasas, el jueves salió a intervenir en el mercado y vendió más de 200 millones de dólares para bajar el precio. Algo errático y confuso.
No obstante, no quieren hacer demasiados movimientos, sobre todo porque la decisión de la reserva federal hizo devaluar las monedas de todos los países y, a su vez, generó bajas en los precios de todas las materias primas (la soja está en uno de los más bajos precios históricos). Ante esto, el ministro Caputo se enfrenta a la posibilidad de no cumplir su palabra y, a pesar de que la inflación siga bajando, no reducir la tasa de crawling peg del 2% al 1% como había prometido.
Esta situación beneficiaría a los exportadores, pero demoraría la salida del cepo. Por eso el gobierno aceleró sus gestiones ante el FMI, que reconoció que se han iniciado las negociaciones formales para un nuevo programa de asistencia. El BCRA tiene un saldo negativo de divisas de us$6000 millones y, además, demandas de empresas que necesitan remitir utilidades a sus matrices por otros us$5000 millones.
La discusión es porqué el BCRA tendría que poner esos dólares. Si el mercado queda libre, los interesados deberían comprar sus dólares en el mercado directamente y no en el BCRA. No obstante, queda por resolver ese saldo negativo que no se podido cerrar a pesar de que la autoridad monetaria ha comprado más de US$20.000 millones. Lo cierto es que, entre la suba de la reserva Federal, los problemas fiscales de Brasil y la falta de reservas el gobierno se lanzó a tratar de conseguir del FMI unos us$26.000 millones para fortalecer reservas y poder salir del cepo. De lo contrario, la salida de las restricciones debería postergarse hasta después de las elecciones.
Indicadores positivos
Siguen apareciendo indicadores que muestran leves mejoras, aunque no tan grandes como la que quiere instalar el presidente. Lo cierto es que el nivel de actividad económica de octubre marcó un crecimiento del 0,6%. Y se registró una leve disminución de la tasa de desempleo. También el índice de salarios creció un 4%, superior a la tasa de inflación y se acerca a empatar este indicador, por lo menos en los salarios del sector privado.
Está comenzando a crujir el problema de las obras públicas. El gobierno nacional dejó de asignar fondos con este destino y se han paralizado muchas obras en todo el país. Hay provincias donde los gobiernos locales no pueden hacer nada porque también les quitaron fondos discrecionales y no pueden financiarse, con un gasto público que no se animan a bajar.
Están buscando formas de hacerlo, pero no todas las obras aceptan el mismo tratamiento. El gobierno quiere que algunas, como rutas, se concesionen a empresas privadas que pongan el capital y luego se cobren con el peaje, pero eso requiere un flujo de tránsito mínimo para asegurar un recupero de la inversión razonable. Algunas son irrecuperables y requieren un aporte del Estado para amortiguar un poco las inversiones.
Hay casos en que las provincias han pedido que se les transfieran esas rutas para poder hacerse cargo de las reparaciones que necesitan, porque el nivel de desgaste es muy grande y pone en riesgo los sistemas de logística para sacar las producciones para llevar a los mercados,
Hay un tema que se habla entre pasillos, pero no se comenta en público y es que para muchas de estas cosas hacen falta socios financieros internacionales y, por ahora, no hay ninguno interesado en hundir capital en la Argentina, mientras el gobierno juega a poner en la escena a Cristina Kirchner, quiere poner ministros en la Corte por decreto u otras cosas más que dan una idea de un futuro muy incierto y sin respeto a las instituciones, lo que implica falta de seguridad jurídica.
Están faltando decisiones más profundas en cuanto a bajar los gastos y el problema es la cantidad de personas enquistadas en dependencias públicas, tanto en Nación como en provincias y municipios. Son pasos que habrá que dar de forma decidida porque pueden trabar y eso termina realimentando las malas prácticas.
La baja del gasto más rápido es fundamental para bajar la inflación, levantar el cepo y abrir con calidad el juego para el ingreso de capitales. Si no se hace rápido terminaremos ahogándonos en nuestras propias fantasías. Lo que se ha hecho hasta ahora es importante, pero es solo el comienzo, falta mucho más y hace falta mostrar decisión y convicciones.