Cuántas familias argentinas tienen huertas o granjas para autosustento

Un sobre inseguridad alimentaria y autoproducción de alimentos. Esta nota de divulgación se encuentra dentro del documento elaborado por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la UCA "Alimentación, agua, etiquetado frontal y autoproducción: Sistemas de protección y desigualdad social en la infancia argentina".

 En el marco del documento "Alimentación, agua, etiquetado frontal y autoproducción: Sistemas de protección y desigualdad social en la infancia argentina", desarrollado de manera conjunta por el Observatorio de la Deuda Social Argentina de la Universidad Católica Argentina (ODSA-UCA) y el Programa Sistemas Alimentarios Sostenibles -SAS- de Fundación Alimentaris, se presentó la nota de divulgación "Inseguridad alimentaria y autoproducción". 

En la investigación se estima que en la Argentina urbana únicamente un 5% de los hogares tiene una huerta o cría animales para el consumo de su familia (2,8% tiene una huerta, 0,6% cría animales, y 1,2% tiene ambas cosas).

El documento, cuyos autores son Ianina Tunon, Matías Maljar, Nicole Robert y Nazarena Bauso, tiene por objetivo aportar información sobre la situación actual de inseguridad alimentaria y los sistemas de protección social vigentes en el país.

Cuántas familias argentinas tienen huertas o granjas para autosustento

En Argentina, la autoproducción de alimentos es una práctica común en áreas rurales y periurbanas, donde las familias cultivan sus propios alimentos para consumo personal y/o para la venta local. Entre las prácticas que se registran en el país, se destacan las huertas familiares que se desarrollan en los patios y terrenos próximos de las viviendas donde se cultivan frutas y verduras, e incluso se crían animales pequeños como gallinas para obtener huevos. También, se reconocen emprendimientos comunitarios en torno al cultivo según la región del país.

La agricultura urbana es menos frecuente pero cada vez se promueve más fundamentalmente en las generaciones más jóvenes (huertos comunitarios, jardines verticales, entre otros) que se proponen tener consumos más saludables en los que los alimentos frescos, y la sostenibilidad del ambiente son muy valorados.

Existe amplio consenso en torno a que la autoproducción de alimentos contribuye a la seguridad alimentaria de las familias y en particular en contextos de pobreza. Además, puede ser una fuente adicional de ingresos para aquellos que venden sus excedentes en mercados locales o directamente a consumidores.

La agricultura y cría de animales para el autoconsumo

Se estima que en la Argentina urbana únicamente un 5% de los hogares tiene una huerta o cría animales para el consumo de su familia (2,8% tiene una huerta, 0,6% cría animales, y 1,2% tiene ambas cosas).

Si bien no se advierten diferencias significativas entre estratos sociales, es algo mayor en los hogares pobres y a medida que desciende el estrato social. Asimismo, es más probable en el interior del país y en el Conurbano Bonaerense que en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Cabe preguntarse cuál es la incidencia de la autoproducción de alimentos y en qué medida guarda relación con aspectos socioeconómicos de los hogares y las regiones del país.

  Posee una huerta o cría animales para el consumo del hogar, total y según características seleccionadas, 2023 

Cuántas familias argentinas tienen huertas o granjas para autosustento

  Posee una huerta o cría animales para el consumo del hogar, total y según características seleccionadas, 2023 

Cuántas familias argentinas tienen huertas o granjas para autosustento

Inseguridad alimentaria

Es importante destacar que en nuestro país un tercio de los niños/as y adolescentes viven en hogares que experimentan la inseguridad alimentaria total (32,2%) por no tener dinero suficiente para comprar los alimentos. Dentro de esta población se estima que 13,9% alcanza privaciones graves.

Además, la inseguridad alimentaria aumenta entre los más pobres e indigentes y a medida que los chicos/as son más grandes.

Si bien existen sistemas de protección como las transferencias de ingresos y los comedores escolares y comunitarios, es relevante preguntarse qué ocurre con los sistemas de fomento de la autoproducción de alimentos.

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