El desafío de pensar acciones con una economía sin inflación

El Gobierno se acerca a niveles bajos de inflación y las empresas y los funcionarios deben pensar en buscar competitividad puertas adentro sin depender de ayudas externas. Escribe Rodolfo Cavagnaro.

Rodolfo Cavagnaro

Hay más de una generación en Argentina que no conoció una economía sin inflación. Salvo los primeros tres años de la Convertibilidad, el resto del tiempo el flagelo inflacionario estuvo presente. Incluso, en el gobierno de Carlos Menem, a pesar de que había una supuesta estabilidad, también había anabólicos.

Porque esa economía tenía déficit fiscal, pero se cubría con los ingresos por privatizaciones. En buen romance, lo que ingresaba por privatizaciones se usaba en gasto corriente y no en inversiones para el crecimiento. Tan ostensible era que el FMI le planteaba a la Argentina objetivos fiscales libres de privatizaciones, que ensuciaban las cuentas fiscales.

Este manejo irresponsable de las cuentas fiscales puso en riesgo la convertibilidad, que se complicó con el crecimiento del valor del dólar a nivel internacional y una fuerte suba de la tasa de interés en EEUU. Este proceso generaría varias devaluaciones en cadena que se conocieron como "efecto tequila", en México, "efecto arroz" en Tailandia, "efecto caipiriña", en Brasil y "efecto vodka" en Rusia.

Podcast económico: ¿Cómo se adaptará Mendoza al nuevo modelo de Milei?

En nuestro país, por la rigidez de la Convertibilidad, no se pudo seguir con ese proceso y terminó generando una profunda deflación, la fuga de los depósitos en pesos-dólares y la caída del del gobierno de Fernando de la Rúa y el papelón de 5 presidentes en una semana.

Siempre es bueno recordar las historias completas y no ciertos aspectos. Porque, es verdad, cuando nación la convertibilidad, nació con una gran confianza. El BCRA no tenía dólares y el sistema dio circulación legal a los dólares y permitió hacer depósitos en esa moneda y como se eligió una cotización 1 a 1, después de sacarle 4 ceros a la moneda, todos parecía un idilio. Éramos ricos en dólares, una fantasía monetaria.

Es real que la inflación desapareció en un año, es verdad que a apertura de economía nos hizo sentir ciudadanos del mundo, sobre todo cuando, a partir de 1994, el dólar comienza a apreciarse en el mundo y el peso se hace más fuerte. Los productos importados llegaban a precios increíble, mientras las empresas locales, sobre todo las pymes, comenzaron a sufrir pérdidas de competitividad y la mayoría quebraron.

Los caminos de Milei

La gestión del presidente Javier Milei comenzó con una devaluación del dólar oficial, manteniendo el cepo y una pauta devaluatoria del 2% (crawling peg). Por otra parte, implementó una política de déficit cero, que luego avanzó hasta una más avanzada de emisión cero. Se sacaron todos los bonos que estaban en cabeza del Banco Central y se pasaron a cabeza del Tesoro. Milei estableció un ancla fiscal y monetaria, contra el ancla cambiaria tradicional.

Hasta ahora, el presidente se ha mantenido firme con una notable coherencia y avisando exactamente cómo serán las reglas de juego en el futuro. Ocurre que muchas veces las personas solo escuchan lo que quieren, ya sea para aplaudir o para criticar. Milei prometió que no emitiría más dinero y esto significa que el circulante que queda va licuando su poder adquisitivo con la inflación. Aunque los índices van bajando, esta licuación se produce de a poco. Y esto es importante porque, si levantaran el cepo, la poca presión sobre el dólar sólo podrían hacerla los bancos, pero nadie sabe para qué. Quizás los exportadores intentarían presionar, pero ellos mismos ingresarían divisas que presionaría a la baja al precio de la divisa.

Lo cierto es que la semana próxima sabremos los datos de la inflación, que algunos anticipan que estará en 3% o menor. Si esto se diera, se acerca a los objetivos que había planteado el Gobierno para levantar el cepo, que era 2,5%. Ahora hay quienes dicen que el Gobierno estaría pensando mantener cepo hasta las elecciones de octubre, pero, para incentivar la baja de precios, bajaría lasa del crawling peg de 2 a 1,5% mensual y si sigue bajando podría bajarla un poco, pero manteniendo el cepo.

Una moderada euforia invade al mercado, mientras en la calle aún "no la ven"

Esta semana, el Gobierno se llenó de buenas noticias que no son apreciadas en el bolsillo de los consumidores. Se aprecia, en la macro, que se frenó la caída y ha comenzado un suave crecimiento., Desde un punto de vista macro, las noticias son buenas, pero aún estamos lejos del mal año 2023. Esto indica que aún hay un camino para seguir, pero Milei tiene que aprender la lección de Trump, que se dio cuenta que no macro buena sin una micro buena. Esto es mirando las elecciones de octubre de 2025.

El efecto Donald Trump

El electo presidente de EEUU volvió a triunfar y lo hizo basado en un discurso muy claro: proteger las empresas y los consumidores norteamericanos. Trump planteó terminar con las guerras, pero dejó claro una postura proteccionista, con subas de aranceles muy fuertes para los productos chinos y algo menor para el resto. Esto, de alguna manera, abre interrogantes porque una política como esa ya empezó a generar una revaluación del dólar y devaluaciones de las monedas de los demás países. De esta manera, los productos importados ingresarían más caros y esto y habría subas de precios y mayor inflación.

Esta situación llevaría a un enfrentamiento con la Reserva Federal, que el jueves volvió a bajar 0,25% la tasa y promete otro tanto para diciembre. Si hubiera un rebote inflacionario, la Resera Federal debería volver a subir las tasas y esto generaría mayor inflación y créditos más caros para los norteamericanos. Todo esto, es un análisis primario, pero hay que esperar cómo se comportaría el presidente porque podría tener conflictos sociales impensados. Trump también ha prometido bajar impuestos y dar mayor eficiencia al estado. EE.UU. tiene un preocupante déficit fiscal de 6% del PBI.

En Argentina, se espera un mayor apoyo, aunque hay que reconocer que el gobierno de Biden tuvo muchas concesiones con nuestro país. Además, como nos creemos el ombligo de mundo salimos a pasar a gorra como pordioseros. Es hora de entender que el problema de Argentina somos los argentinos y nuestros vicios. Si no solucionamos nuestra eterna ineficiencia, baja productividad y tendencia al incumplimiento de la ley, no solo no recibiremos nada de nadie, sino que no habrá tipo de cambio que nos haga competitivos.




Esta nota habla de: