EEUU - China: hermanos siameses
La guerra de aranceles es más una fachada de patoteros que una amenaza real. El análisis de Rodolfo Cavagnaro.
El presidente Donald Trump hizo una corrección en las decisiones arancelarias que había tomado y dispuso suspender por 90 días la totalidad de los paquetes de aranceles que había aplicado a más de 80 países y, durante se tiempo, solo se aplicará un arancel del 10% mientras se negocian nuevas condiciones.
La excepción fue con China, porque el gigante asiático había redoblado la apuesta y ante la suba de aranceles al 104% ellos anunciaron un arancel del 84%. Por eso, Trump, cuando anunció la medida tranquilizadora para la mayoría, informó que subiría nuevamente los aranceles para China al 125%. De esta manera, las escaladas parecen no tener fin.
De todas formas, son juegos estratégicos de posicionamiento y no hay que prever que la sangre llegue al río. Mientras Trump juega ser el patotero del barrio, rodeado de grandotes y lleno de cadenas, el presidente chino no le dice nada en directo, saca nuevas medidas y se comporta como el hombre sabio que debe lidiar con un adolescente furioso.
China eleva al 84 % sus aranceles a los productos estadounidenses
Hay que entender algo. China y EEUU son como hermanos siameses. Están indisolublemente unidos y si a uno le va mal el otro correrá igual destino. El país de Trump está muy endeudado y su presupuesto para pagar intereses de su deuda es superior a su presupuesto de defensa, siendo que es el país que más invierte en la materia. Pero el dato relevante es que China es el mayor tenedor de bonos de la deuda del Tesoro americano.
China, a su vez, sigue siendo el mayor comprador del mundo, para muchos productos, pero también es un competidor temible en otros mercados. Son dos potencias y Trump tiene la ambición de frenar la fabricación de bienes falsificados de marcas americanas, ya sea por ellos por sub diarias localizadas en Vietnam o Bangladesh.
Por acá pasa el problema grave entre ellos y, más allá de los fuegos artificiales, seguramente se juntarán a negociar, donde los chinos no quieren aparecer sometidos a los caprichos de Trump y éste tratará de mostrarse victorioso con su estrategia. Por acá pasa el problema, pero quede claro que ninguno tiene interés en destruir al otro. Solo robarse algunas cosas. Pero quede claro, que se necesitan mutuamente.