Diocleciano, el coemperador que dictó el Edicto de Precios Máximos: recetas y errores repetidos

Los tiempos de Diocleciano y su gobierno compartido, debieron soportar varios conflictos: luchas contra el imperio sasánida, las tribus sármatas, los levantamientos en las aldeas del Danubio, las sublevaciones de los alamanes germanos y los continuos enfrentamientos con los persas. Una nota de Gustavo Capone.

La historia de hoy nos hará saltar varias fronteras y retroceder 1.720 años en el tiempo. Nos concentraremos en la época del Bajo Imperio Romano, durante la gestión de Cayo Aurelio Valerio Diocleciano Augusto (244 - 311), cuyo gobierno tuvo una serie de características que sería interesante resaltar para no cometer los mismos errores. Se lo referencia historiográficamente como el "Dominado Pagano de Diocleciano" y se caracterizó por empezar siendo un "cogobierno imperial" junto a Maximiano, alias "el Hércules".

La historia es un ejercicio que se hace desde el presente y muchas veces las enseñanzas de los hechos pasados trasladan un correlato que generalmente no terminamos de aplicar: no aprendemos sus lecciones. "Locura es hacer una cosa, una vez y otra vez, esperando resultados diferentes"; frase que le atribuyen a Einstein y que seguirá siendo vigente por los siglos de los siglos.

El principio del fin

Nadie esperaba que Diocleciano fuera emperador. En la jerga popular, diríamos: "se encontró el cargo". Provenía de una familia de clase modesta y había ido tomando un cierto posicionamiento en medio de las campañas romanas contra Persia. Su calidad como estratega lo llevó a escalar posiciones, llegando a convertirse en Comandante de Caballería. Tras la muerte del emperador romano Caro en la guerra persa y el asesinato de Numeriano (hijo menor de Caro), más el magnicidio de algunos sucesores naturales con pretensiones al trono y el triunfo contra Carino, el otro hijo de Caro, en la batalla de Margus, Diocleciano se convirtió en emperador.

Cuatro mil años de control de precios

La pobre legitimación de origen y el modo en cómo llegó al poder, hizo que inmediatamente compartiera el reinado con un "coemperador" (Maximiano) para fortalecerse. Pero al poco tiempo ese gobierno bicéfalo se extendería a un gobierno de cuatro: Diocleciano, el nombrado Maximiano, Galerio (yerno de Diocleciano) y Constancio (yerno de Maximiano), lo que generó "la tetrarquía romana". Obviamente, la desarticulación del imperio abrió paso a lo que al poco tiempo se recordaría en la historia como "la anarquía del Siglo III".

"Panem et circenses"

Los tiempos de Diocleciano y su gobierno compartido, debieron soportar varios conflictos: luchas contra el imperio sasánida, las tribus sármatas, los levantamientos en las aldeas del Danubio, las sublevaciones de los alamanes germanos y los continuos enfrentamientos con los persas. Miles y miles de nuevos soldados y funcionarios públicos se sumaron al Imperio. Aparecieron nuevas reparticiones en los confines de la amplia geografía imperial y un sistema burocrático e inoperante invadió la gestión. Todo esto hizo que se multiplicara la planta permanente de personal estatal y por consiguiente el gobierno aumentó considerablemente su gasto en sueldos. Para solventarlos acrecentó fuertemente los impuestos a mercaderes, comerciantes y granjeros.

En paralelo, evidentes divisiones internas en la múltiple conducción determinaron que su liderazgo se debilitara, haciéndole perder la aceptación de propios y extraños. Las permanentes guerras y la creciente inestabilidad económica determinaron además que no alcanzara aquella vieja premisa de "panem et circenses" (pan y espectáculos de circo) para mantener contento a los ciudadanos y a los súbditos.

Diocleciano, el coemperador que dictó el Edicto de Precios Máximos: recetas y errores repetidos

Deberíamos agregar un problema que crecía desde la campiña y el conurbano de las ciudades hacia la misma Roma y las otras provincias imperiales: los cristianos. Ellos se convirtieron, según Diocleciano y su gobierno, en los comunicadores de noticias que atentaban contra la confianza del gobierno central y exacerbaban al pueblo. Una especie de mensajeros malvados que trasladaban ideas renovadas y proponían sumarse a una nueva creencia y a otra opción emancipadora.

La persecución contra los cristianos fue atroz. Citaremos un solo ejemplo: Román era el patriarca de Antioquía (a la postre San Román) y tuvo la osadía de interrumpir los sacrificios oficiales y la veneración del politeísta panteón romano. Conclusión: le cortaron la lengua ante la vista de todos en la plaza pública para que no pregonara más su Fe, lo enviaron a prisión, lo torturaron, flagelaron y finalmente fue ejecutado.

"Argenteo" y control de precios: una moneda corriente

Entre la gran cantidad de medidas que se tomaron en el tiempo de Diocleciano se encuentra una reforma monetaria. Recordemos que uno de los pasos gigantes hacia una sociedad distinta, que abandonará las prácticas prehistóricas, fue el surgimiento de la moneda como valor de cambio. Con la moneda se dejaba atrás el valor subjetivo del trueque y surgía una referencia que poseía un valor concreto.

Será primeramente un caracol, una pluma, una cabeza de ganado, bolsas de sal, una piedra o un metal. Nacerá entonces la moneda y esto multiplicará todo un sistema empresarial, bancario y bursátil. Los romanos conocieron las monedas desde el siglo V aC. constituyéndose éstas en la base de su sistema comercial. La primera moneda romana será el equivalente a una cabeza de ganado: "el pecus" (de pecunia, rebaño o ganado, que dará origen al vigente término: pecuniario). La moneda más popular llegará al tiempo: el denario, equivalente a 10 "ases". (El as fue la primera moneda circular romana).

Pero el histórico y bíblico denario caerá en desgracia durante la época de la tetrarquía y nacerá entre otros: el "argenteo" (plata). Esa fue una de las nuevas monedas producidas por el Imperio a partir de la reforma monetaria de Diocleciano, reemplazando aquel viejo denario nacido en el 268 aC. que había atravesado todas las etapas de Roma.

"Los ciudadanos del antiguo Imperio Romano desconfiaban de la moneda de papel y se negaban a aceptar otras que no fueran de oro o plata como dinero. Así que los gobernantes se vieron obligados a inflar la oferta de dinero por el método de imprimir moneda adicional. Los emperadores romanos pronto descubrieron un ingenioso dispositivo. Procedieron a eliminar las monedas del reino. Luego, por diversos medios, tales como archivar partes de las monedas o introducir aleaciones más baratas, redujeron el contenido de plata del dinero sin cambiar su valor nominal original. Esta devaluación les permitió agregar muchas más monedas de plata a la oferta monetaria romana. Para la época de Diocleciano, por ejemplo: el denario (moneda de plata estándar) se había reducido a una décima parte de su valor anterior (fue reemplazado por el argenteo)". (Murray N. Rothbard. "El Edicto de Diocleciano". Faith and Freedom. 1950).

El edicto de Diocleciano.

El edicto de Diocleciano.

La inflación y la devaluación

Lo cierto es que Diocleciano y su equipo no le encontraba la vuelta a la economía del momento. Él creía que la culpa de la suba constante de los precios era de los mercaderes que especulaban inescrupulosamente pensando solo en sus ganancias. Para el emperador la inflación y la creación de nuevas monedas por un proceso devaluatorio nada tenía que ver el crecimiento de la estructura estatal. Aquí datos contundentes que lo rebatirán: Los soldados del Imperio desde el comienzo de su gestión (año 285) pasaron de 685. 000 a 955.000 en el año 301. Los funcionarios del estado se duplicaron de 15.000 a 30.000. El sistema burocrático se multiplicó, pues con el fin de tener un mayor control organizó el Imperio en 100 provincias, el doble que había cuando llegó al trono. No solo "licuó" el poder político de los gobernadores y generó descontento, sino que para compensar esta multiplicación del gasto público creó nuevos impuestos. Dos sobresalían: 1) ya no solo pagarían impuestos las regiones, sino también todos los ciudadanos. "El impuesto de capitación" (capitatio) es un impuesto por el cual toda persona debía pagar exactamente la misma cantidad de dinero, independientemente de su renta u otras circunstancias. 2) "El iugum - ager" (impuesto al trabajo del campo) fue otra de sus creaciones. Se descontaba una tasa, muchas veces arbitraria, según la extensión y producción del campo, más el gravamen a las ganancias obtenidas. A lo que se agregaba el impuesto de "consortium" (consorcio) que era un impuesto para todos (y todas; las mujeres también pagaban), residieran tanto en el campo como en la ciudad. (Fuente: Warren Treadgold. "La historia de Bizancio. Estado y sociedad". Universidad de Stanford. 1985).

Pero es muy gráfico lo que decía Lactancio (245 - 325), contemporáneo de Diocleciano (citado por Casio): "son muchísimos más los que usan el dinero de los impuestos, que quienes lo pagan". Lactancio era escritor y profesor. Fue contratado por el mismo Diocleciano para dar clases en Nicomedia (Turquía) donde se había trasladado la capital imperial desconsiderando a Roma. Lactancia luego se convirtió al cristianismo. Obvio, fue echado.

El Edicto sobre Precios Máximos

En síntesis; tras el incremento impositivo y la reforma monetaria, llegaría el Edicto de Precios Máximos (Edictum De Pretiis Rerum Venalium). Se encontró una versión del edicto escrita sobre piedra en la medieval iglesia de San Juan Crisóstomo (Geronthres; Grecia) que reflejaba algunas notas que parecieran actuales. Textual:

"Debemos comprobar la avaricia ilimitada y furiosa que, sin pensar en la humanidad, se apresura a su propio beneficio. Esta avaricia, sin pensar en la necesidad común, está causando estragos en la riqueza de aquellos en extrema necesidad. Nosotros, los protectores de la raza humana, hemos acordado que la justicia debe intervenir como árbitro, mediante los remedios de nuestra previsión, para al mejoramiento general de todos. En los mercados, los precios inmoderados están tan extendidos que la abundante pasión por las ganancias no se ve disminuida por los abundantes suministros.

Diocleciano, el coemperador que dictó el Edicto de Precios Máximos: recetas y errores repetidos

La preocupación por la humanidad en general nos convence de establecer un límite a la avaricia de tales hombres. Los especuladores, que atacan de manera encubierta el bienestar público. (...) Por lo tanto, hemos decretado que se establezca un máximo para que cuando aparezca la violencia de los precios altos en cualquier lugar, la avaricia pueda ser controlada por los límites de nuestro estatuto. Para garantizar una aplicación adecuada, cualquier persona que viole este estatuto estará sujeta a una pena capital". Fue dictado el 20 de noviembre de 301, hace casi 1.720 años. El edicto además era acompañado de una lista de 1.300 productos de consumo con sus precios máximos permitidos.

El Edicto de Precios Máximos fracasó rotundamente. Diocleciano al tiempo abdicaría. Morirá a los pocos años, preso de una gran depresión. Mientras tanto, Roma se sobrepondrá una y mil veces más.

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